Wálter H. Zuleta Buitrago: Futbologías, los mitos del fútbol boliviano
El mundo de las creencias es una fina y frágil lámina, esta necesidad de creer del hombre genera los mitos, que son una construcción mental que nos permite asumir nuestros desafíos mundanos desde una perspectiva masiva. Es parte de la conciencia individual y de la psicología de los pueblos. Mito: su origen griego se traduce en una mentira o falsedad que deviene en una fábula diagramada por una burocracia del saber, para mover pensamientos y acciones de masa y tiene por objeto generar fe, desde creencias prefabricadas y utopías, como si fueran necesarias para la acción.
El mundo del fútbol no está exento de esta necesidad y en una realidad en la que se plantean neobatallas épicas en el rectángulo de juego, los constructores de relatos aparecen con y sin habilidad para hacerlo, todos con un propósito, segregar creencias en forma de verdad que no pueden ser comprobadas casi nunca.
En nuestro país, las generamos en función de encontrar respuestas y esperanzas. Los problemas quieren ser resueltos desde la mitificación de verdades a medias, unas con afán fantasioso y otras hasta con afán de vendetta. El problema del fútbol es que no se sabe cuál es el problema.
Los relatos tratan de desmitificar unas instancias para posicionar otras desde perspectivas subjetivas. “Las tres cabezas del fútbol boliviano” es un tema que se debate desde hace una década y nadie tiene los argumentos suficientes como para comprobar el diagnóstico.
El supuesto “Frankestein” del fútbol boliviano se clasificó al Mundial con esta estructura, fue subcampeón de la Copa América 1997 y empolló al Club Bolívar subcampeón de la Copa Nissan 2004, la Tahuichi campeón Sudamericano Sub-16 y luego mundial, y varias veces mundialista juvenil, logros jamás obtenidos antes. ¿Qué hace pensar que podría haber sido mejor en otra estructura de administración de la FBF?
Dos son los problemas reales: el primero está siempre en quién administra al “Frankestein” y el segundo es que la realidad económica y las malas decisiones han generado que el supuesto monstruo sea un pordiosero a quien nadie ayuda ni quiere sanar de sus males.
La reelección dirigencial tampoco es un tema fundacional, dado que en todo el mundo, sin excepción, hay reelección, desde los países más exitosos hasta los del fondo de la tabla; en consecuencia, no tiene relevancia el pensar que la reelección sea un mecanismo de retraso del fútbol nacional. La base de esta verdad a medias debería ser justificada adecuadamente para ser debatida.
La paridad de derechos y obligaciones entre el fútbol profesional y el no aficionado (Liga y ANF) sí que es un problema real. Dada su existencia con fundamento y objetivo estrictamente político más allá de aglutinar al amateurismo la Asociación Nacional de Fútbol no produce ningún proyecto y mucho menos producto alguno, la formación de jugadores ha pasado a ser hace tiempo una quimera más del fútbol boliviano y esa entidad es otro mito prefabricado para justificar su existencia y cuyo principal propósito es ser meramente un pilar electoral. Es decir, conseguir poder para dirigentes y grupos de control del fútbol, obviamente por beneficios particulares en retorno.
Promover soluciones de fondo ante los mitos es que se hagan análisis y debates honestos, pero lo que sucede es que la dirigencia no modifica sus valores de modo espontáneo y mientras esto suceda los problemas del fútbol prevalecerán, porque quienes son llamados a solucionarlos definitivamente no lo harán espontáneamente, por los beneficios que les proporciona el sistema tal como está.
No podemos esperar renuncias ni acciones de desprendimiento en pos de un nuevo proyecto. Cuando se plantean los problemas en estos dirigentes aflora un raro talento para desnaturalizar sistemáticamente las buenas ideas. Bastardean los proyectos, apedrean su propio tejado.
El fútbol, lamentablemente, se centra en la dimensión de la dominación y el control total de las instituciones por personas y sus equipos, buscando ser los propietarios y que los demás sean los inquilinos. Esto hace que las funciones sociales del fútbol queden desbordadas por otras actitudes y pasiones. Se convierte al fútbol en un arte del engaño, hasta a sí mismos.
Wálter H. Zuleta Buitrago es dirigente del Club Bolívar y vicepresidente de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano