El error como parte del juego
Al portero Carlos Arias se le escurrió una pelota como agua entre los dedos
Los orientistas querían “matar” a Arias por haber dejado escapar un balón que tenía prácticamente controlado, que le permitió a Nacional, de Uruguay, anotar el gol de la clasificación. Hace un año, Méndez, de The Strongest, selló el triunfo de Atlético Mineiro en La Paz con un gol en contra, de esos que jamás tendrán explicación, pero son justamente los márgenes de errores de semejantes tamaños los que hacen del fútbol una pasión tantas veces de imprevisibles consecuencias.
El 13 de marzo de 2013, el zaguero central de The Strongest, Luis Méndez, concretó un gol en contra, digno de los más exigentes rankings de bloopers. Fue contra el Atlético Mineiro por Copa Libertadores de América, en La Paz, en el minuto 82, ahorrándole la tarea a Ronaldinho Gaúcho, que llegaba tras suyo, enviando el balón al fondo del arco cual si fuera sereno y experimentado delantero de área. No se trató de una pifiada, pues el número 5 atigrado no intentó rechazarla, sino que la empujó con serena suavidad a su propio arco. De esta manera el equipo brasileño, que finalmente se consagraría campeón del torneo, le ganó al equipo atigrado (2-1) en el Hernando Siles, cerrando su clasificación por el grupo 1 con 15 puntos.
La proeza de Méndez condenó a su equipo al último lugar de la tabla (6 puntos) y lo privó de disputar la clasificación con sus otros adversarios, Sao Paulo y Arsenal de Sarandí, cada uno de ellos con 7 puntos en la tabla final de posiciones y clasificación brasileña por gol de diferencia. Los atigrados anotaron 8 goles y sufrieron 10, mientras que el equipo del legendario Rogerio Ceni consiguió la segunda posición con 8 a favor y 8 en contra, y los argentinos terminaban con menos 5, lo que significa que para el equipo boliviano la posibilidad de clasificar no era un sueño remoto, siempre y cuando un error individual como el de Luis Méndez no tirara por la borda la casi obligación de ganar todos los puntos en casa.
A un año de la desgracia atigrada, Méndez ha desaparecido del mapa de los equipos bolivianos llamados profesionales, y aunque está registrado en filas de Oriente Petrolero, ha transitado de una lesión a otra, lo que ha truncado momentáneamente su carrera de futbolista en ejercicio. En el momento del autogol, los stronguistas seguramente lo tuvieron como protagonista de las peores pesadillas, pero como dicen que el tiempo lo cura todo, el incidente ha pasado a formar parte de un anecdotario del fútbol boliviano en el que los fracasos le sacan ventaja sideral a los éxitos.
El 4 de febrero de 2014, otro error personalísimo desbarató las esperanzas orientistas por clasificar de la primera fase de la misma Copa Libertadores a la fase de grupos. En esta ocasión al portero Carlos Arias se le escurrió una pelota como agua entre los dedos, lo que posibilitó el segundo gol de Nacional, de Uruguay, para ratificar su estirpe copera y acceder a la siguiente instancia del campeonato. Comentarios más o menos favorables coincidieron en que Oriente Petrolero había jugado en Santa Cruz de la Sierra y en Montevideo como para lograr la clasificación, jugándole de tú a tú a uno de los equipos más coperos de la historia del fútbol sudamericano.
Méndez y Arias produjeron dos muy ilustrativos ejemplos de lo que hace una semana refería Alejandro Sabella, seleccionador de Argentina, diferenciando los errores de funcionamiento de aquellos que pasan única y exclusivamente por fallos garrafales atribuibles a defectuosas maneras de resolver con la pelota, situaciones en que se compromete el arco propio. En aquella entrevista (La última palabra, Fox Sports) Sabella decía que los movimientos equivocados podían ser siempre remediados con el trabajo de la semana, pero que eso no podía suceder con “un jugador que la pifia”, ya que puede sucederle incluso al más ducho, al mejor dotado técnicamente.
Conversando con Xabier Azkargorta en las últimas horas, el seleccionador de Bolivia me dijo algo fundamental para saber establecer diferencias entre unos y otros: “La palabra clave en el fútbol es calidad”, y utilizando ese concepto, hay demasiadas cosas que en el fútbol boliviano pasan, esencialmente, por la falta de la misma, tanto para resolver situaciones en defensa como aquellas otras que son preponderantes a la hora de definir en ataque, lo que nos lleva nuevamente a la conclusión de que los grandes estrategas, con su catálogo de variantes tácticas, nada pueden hacer ante los vacíos del dominio del balón, que pasan por eso que se llama técnica: Para quitarla y recuperarla, para recibirla, para entregarla, para gambetear, para devolverla, para cabecear en áreas propia y ajena, para disparar en movimiento o pegarle con pelota parada. Esto significa que a mayor dominio del abecé técnico, mayores posibilidades de evitar errores de esos que cuestan clasificaciones y destinos inmediatos.
Y si a las equivocaciones en el juego añadimos las de los arbitrajes, independientemente de la buena o mala fe de sus circunstanciales administradores, tenemos que hay otra historia del fútbol que jamás será escrita, la relacionada con lo que no fue, con lo que pudo haber sido si no se cometía tal o cual error, y por eso habrá que volver a la primigenia conclusión de que tantas pero tantísimas veces, muchos equipos pierden por equivocaciones propias antes que por virtudes del rival, que muchos otros están expuestos al beneficio o perjuicio que pueda ocasionar una decisión arbitral, y algunos más, en menor proporción, pueden ver malogrados sus planes por un autogol o porque un arquero que prácticamente tenía controlado un balón, lo suelta con apariencia inexplicable, para que este termine tocando las redes, produciendo un absurdo.
Los errores de validar o no goles de esos, que no se sabe si el balón traspuso la línea de cal, producto de la velocidad que adquiere en su trayecto, deben ser corregidos por la tecnología para reducir los márgenes de error que despachan a equipos a casa, y en eso la FIFA está empeñándose en encontrar los dispositivos que a yuden a saber con exactitud si la pelota entró o no. Pero los otros errores, los de las dimensiones que cometieron Méndez para The Strongest y Arias para Oriente Petrolero, son los que certifican la célebre frase de Dante Panzeri, que define al fútbol como dinámica de lo impensado.