El Tigre tampoco mata
Introducción: el Tigre de Illanes no cambia y el puesto de delantero centro es para el colombiano Jair Reinoso, esperando Blackburn su oportunidad. El resto y el dibujo son los mismos: 4-2-3-1 con los hermanos Sagredo en los laterales; Marteli-Castillo de centrales; Wayar y Castro al medio; y en el tridente Ramiro Vaca-Willie Barbosa-Jeyson Chura. Boca llega a La Paz con siete bajas, Tévez, Cardona y Zárate entre ellos. Entre sus 23 convocados hay 14 jugadores nacidos en sus divisiones inferiores. En el 4-4-2 de los xeneizes los cuatro del medio son jóvenes de la cantera (Medina-Varela-Almendra-Ovando). El veloz Villa, junto a Soldano, esperan para matar. El “Siles” aparece engalanado con decenas de “trapos”. Uno de ellos, en la recta, dice así: “la altura no mata, el Tigre si”.
Nudo: extraña e incomprensiblemente los del “Flaco” Illanes no ponen el pie en el acelerador. El ritmo inicial es pausado y facilita el cierre de espacios de la visita. En un resbalón de Jesús Sagredo, llega una pelota para Villa que rompe la cintura de Marteli para poner el 0-1. Ni el gol hace reaccionar a los stronguistas que no asfixian a Boca, que no aprietan ni hacen presión alta, que no imprimen velocidad al juego. El Tigre se hace sumamente previsible, centraliza en exceso y repite maniobras lentas. Los laterales no trepan ni llegan los desdobles ni el dos contra uno por los costados. Es la nada. El único recurso es el pelotazo de lejos, ora Castro, ora Vaca. El negocio es para Boca, que apenas transpira. El ahogado es el Tigre, cuya condición física es lamentable.
Desenlace: el Tigre tampoco compite en la segunda parte. Illanes insiste en el juego por adentro. La inexplicable parsimonia gualdinegra solo provoca bostezos. Boca perdona el 0-2 en varias ocasiones y solo Barbosa se desespera por encontrar los espacios. No hay dinámica, no hay alternativas, no hay respuestas. El desempeño colectivo e individual (lo de Ramiro Vaca es un misterio) es totalmente decepcionante. Entonces llega el carrusel de cambios de Illanes, a cada cual más incomprensible: Blackburn por Chura; Pastor por Marteli; Arrascaita por Castro…
Post-scriptum: la Copa Libertadores recién arranca y el Tigre –con la victoria de Barcelona en Santos- está con un pie fuera. No molesta el resultado, molesta la actitud irreconocible. Pocas veces se vio a un Tigre -viejo, pálido y cansino- sin garra, sin convicción propia, sin alma, sin creación. Es la nada al cuadrado. La altura –hace rato- que ya no “mata” a los rivales en La Paz, el Tigre tampoco.