Otro fracaso de la era Claure
Introducción: Bolívar necesita puntuar en Brasil para llegar con chance al último partido en Buenos Aires con Arsenal. De cuatro solo pasa uno a octavos de la Sudamericana en el grupo más mediocre de la Copa. El entrenador vasco Natxo González no mueve el “dibujo” pero tiene dos novedades: el regreso de Leo Ramos tras cuatro partidos de sanción y la ausencia de Granell que se queda en la banca. Bejarano y Fernández son los laterales; Guitián y Quinteros son los centrales; Justiniano y Rodríguez se paran al medio con Rey-Saavedra-Villamil en el tridente para conectarse con el nueve argentino. John García, Menacho, Sadiku y Abrego esperan su chance. Ceará coloca dos líneas de cuatro y dos puntas.
Nudo: el partido es disputado y parejo al inicio. La primera parte va a terminar con 47% de posesión para la Academia. El típico estilo de Natxo tiene estas cosas: tenencia sin hacer daño, sin apenas crear ocasiones de gol, sin verticalidad, sin disparos de lejos, nada. Los de Fortaleza se crecen con el paso de los minutos y explotan el mayor defecto celeste: las pérdidas en salida. Ceará fabrica cinco chances de gol, incluida una que Cordano –otra vez la estrella- saca de la línea. Villamil se dedica a defender, Saavedra no se conecta con Ramos y Rey baja su nivel. A Leo, la carta del gol, no le llega una pelota decente. La titularidad del chapaco Villamil, fuera de su sitio por el costado derecho, es un misterio. El 1-0 parcial hace justicia al mayor volumen ofensivo del local que ataca casi siempre por el medio donde un errático Justiniano y un desconocido Hernán Rodríguez no hacen pie.
Desenlance: los celestes salen con una marcha más, intensos para lograr el empate; quieren pero no pueden. Es un espejismo. Ceará se coloca listo para matar el partido al contragolpe. González, como siempre, hace los cambios tarde. Cuando faltan 20 minutos entran Granell por Justiniano; y Sadiku por Rey; colocándose el albanés de media punta, desplazando a Saavedra al costado izquierdo. ¿Le queda grande el cintillo al capitán orureño? Cuando faltan diez, entran Miranda y García (por Hernán y Berajano). El desorden es ley. Saavedra termina el partido de lateral por derecha. El enésimo error en salida provoca un penal de Granell y el 2-0 definitivo. Bolívar no tiene juego, no tiene alma, no tiene técnico y su presidente vive en una galaxia muy, muy lejana.
Post-scriptum: en la semana de la renuncia del gerente general, el peruano “Chino” Benavides, Claure pide paciencia a la hinchada, como si acabara de llegar. Eliminado de la Libertadores y prácticamente de la Sudamericana, se anuncian nuevos refuerzos cuando lo que se necesita son otras cosas: abandonar el estilo intranscendente de Natxo, conformar un equipo más allá de la acumulación de fichajes supuestamente diferentes y dejar de dar golpes de timón a la deriva. Es el (pen)último naufragio de Claure.