El reloj de Lavallén
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: los tres primeros partidos del Tigre han dejado sensaciones agridulces. El empate sobre la hora en el clásico supo a victoria y la derrota estrepitosa en el Chapare enojó en sobremanera por una absurda rotación del nuevo técnico Pablo Hernán Lavallén cuando apenas se habían jugado tres partidos.
Ni en la exitosa pretemporada rotó tanto. Las críticas pidiendo la cabeza del argentino con apenas tres partidos también reflejan una animadversión contra la gestión del presidente Crespo. Los pedidos (legítimos) de elecciones aflorarán a lo largo del año, especialmente cuando la pelotita no entre al arco. El Tigre ha bajado de la nube del campeonato a la tierra en un paracaídas roto.
El rival de la cuarta fecha es Real Tomayapo que llega al Siles sin siete titulares para concentrarse en su debut en Copa Sudamericana contra Wilstermann. La presidencia stronguista deberá reconsiderar la escala de precios en este tipo de partidos poco atractivos (con un rival menor y plantel alterno y tras caer ante un benjamín). Colocar la curva a 40 pesitos, la recta a 60 y la “prefe” a 80 es pegarse un tiro en el pie. No llegamos a tres mil personas en el Siles.
Nudo: el onceno de Lavallén tiene solo tres “refuerzos”. Son Caire, Rojas y Amoroso. El resto son los mismos que la temporada pasada. Los laterales son Bustos y Lino; van a hacer un partido para el olvido. El Tigre regala una primera parte decepcionante. Es lento y cansino, es impreciso y apático. No tiene verticalidad ni profundidad.
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Y solo cuelga tres pelotazos a la cabeza de Triverio. Más nada. Los pitidos suenan cuando terminan los primeros cuarenta y cinco minutos. ¿Están pasando factura los jugadores al técnico Lavallén por sus declaraciones sobre los fichajes -donde no tuvo nada que ver- salvo la apuesta por Caire? Piensa mal y acertarás, decía mi abuela.
Desenlace: a pesar de una primera parte pésima, Lavallén no mueve la banca. El Tigre sigue igual (de mal). A los diez minutos, por fin, hace cambios. La entrada de Ursino y especialmente de Ramallo mejoran el fútbol. Entonces Ortega entra más en contacto con la pelota y en una jugada marca de la casa destraba el “match” para soñar paredes, abrir para Arrascaita que centra para el gol de… Triverio. Es el mismo Tigre del año pasado. El colombiano jugará bien media hora bien y será figura. Las preguntas son: ¿por qué Lavallén lo aleja de la media luna rival? ¿por qué lo retrasa para que colabore con la marca?
Post-scriptum: creo que el argentino es un buen técnico. Necesita tiempo para encontrar el equipo. Necesita una paciencia que no existe. Tiene un mes de margen, hasta la Libertadores. Tic, tac, tic, tac. Es el reloj de Lavallén.
(03/03/2024)