Competir, el mantra de Zago
Imagen: La Razón
Ricardo Bajo
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La palabra que más repite Antonio Carlos Zago es competir. El verbo está en boca de los entrenadores de todo el mundo. Ya no se trata de ganar o perder. Se trata de competir. Es una manera de afrontar los partidos. Y la vida. Para Zago, competir es una actitud (positiva, por supuesto). En el fútbol boliviano somos pesimistas por naturaleza. Y tóxicos, terriblemente tóxicos. Las redes sociales y el afán sensacionalista de algunos medios de comunicación -que buscan la polémica y se olvidan del juego- elevan la toxicidad todos los días.
El brasileño Zago, seleccionador de Bolivia, trabaja con sus jugadores el plano psicológico/motivador. Su máxima obsesión, piedra angular de su filosofía, es saber competir. Su marca de identidad no es la línea de cinco: su dibujo favorito, el que escogió para enfrentar a Argelia, el que asentó en Bolívar después de varios meses de trabajo. Su idea de juego no es la presión alta, el despliegue físico para robar arriba, para encimar. Ni siquiera es el juego por afuera con los carrileros (Diego Medina y Roberto Carlos Fernández). Su idea/mantra es (saber) competir.
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Pero competir -una habilidad que se puede mejorar- no está en las manos (exclusivas) de Zago; saber competir es tarea de todos. Para lograr dicho objetivo, tenemos irremediablemente que mejorar el nivel colectivo de nuestro fútbol. Si paramos el juego cada cinco minutos (con árbitros cómplices) no competimos. SI nos tiramos al piso para simular faltas, no competimos. Si no corremos los 90 minutos, ídem. Si no incrementamos el tiempo real, no competimos. Si en nuestras canchas no se puede jugar a ras de hierba, no competimos. En el fútbol local, jugadores como Ramiro Vaca (talentoso por naturaleza) tiene siempre dos metros y hasta tres para meter pases filtrados, para romper líneas. En los partidos internacionales, esos espacios vacíos son escasos.
Salir jugando, rocar de primera, recuperar tras pérdida, hacer transiciones rápidas (antes se llamaban contragolpes), finalizar con eficacia, reducir al mínimo los errores no forzados (antes era un término del tenis), mantener la concentración/intensidad y no caerse física ni psicológicamente nos hará competir.
Después llegarán las victorias. Ganar será el resultado de ese saber competir. Todo esto necesita tiempo y paciencia. Dos lujitos que apenas nos damos. Volver a un Mundial es el sueño de todos. Cuando lo logremos, el fútbol servirá de nuevo para mejorar nuestra autoestima, para abandonar ese pesimismo, tara/herencia colonial. El “mini partido” contra Argelia en la segunda parte -cuando se remontó fuera de casa para ponerse 1-2 en ventaja- marca el camino. Yo creo en ti, profesor Zago.