Bolívar, un equipo que asusta
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: es domingo de Resurrección. La ciudad luce vacía y seis mil almas bolivaristas se juntan para ver a su equipo. Hay hinchas de Oriente Petrolero desperdigados por la recta y la preferencia. Otrora este clásico reunía a miles de miles. Ahora la gente prefiere quedarse en casa para ver la Premier, la liga española o cualquier otra cosa.
Bolívar no se juega nada, ya está clasificado. Oriente se juega todo. Robatto coloca un onceno extremadamente ofensivo con su dibujo favorito, el cuatro-tres-tres. Antelo pone dos líneas de cuatro para estar juntitos y dos delanteros para montar contragolpes. Tiene arriba un dominicano veloz y habilidoso (de los muchos que llegan habitualmente de la isla de la Española). Se apellida Ventura. El solito va a desnudar todas las falencias defensivas de la «Academia», el caribeño bailará bachata con Orihuela aunque el uruguayo no quería.
Nudo: la primera parte está a punto de terminar con un sorprendente cero a dos, con tantos de… Ventura. En la última jugada, acorta “Chico”, el hombre del partido. Antes, el público celeste ha silbado a su equipo (todo un clásico). Robatto tiene un dilema shakesperiano dentro de su cabeza. Gusta de equipos al ataque, desmelenados. Gusta de dibujos de otra época, de aquellos tiempos cuando los equipos atacaban con cinco. Las hinchadas se memorizaban aquellos quintetos para el recuerdo. Se jugaba entonces con dos defensas, tres medios y cinco “forwards” (dos “wines”, dos “insiders” y un “centro forward”).
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El dilema de Robatto, lo habrá adivinado caro lector, es ser o no ser (ultraofensivo). Hacer o no hacer un gol más que el rival (sin importar los que te metan). Robatto ha tomado una decisión: sabe que tiene un equipo partido y desequilibrado pero no le importa. Solo defiende Justiniano al medio y la zaga es un dolor de cabeza. Quinteros no es lateral. Y Orihuela en el mano a mano sufre. Jesús Sagredo no es central. Y Paz deja espacio a sus espaldas. Por eso acaba (casi) cero a dos al descanso.
Desenlace: la segunda parte es toda de Bolívar. Los cinco atacantes del inicio eran: Saucedo (un ocho que aparece de doble nueve), Sávio, “Papu”, “Patito” y “Chico”. Parece una pandilla de chicos traviesos. Luego entran los Vaca (Ramiro y Henry) por “Menona” y “Papu”. Y entonces, Bolívar remonta y golea. Y entonces, la “Academia” es un equipo que asusta abajo pero también arriba.
Post-scriptum: cuando Oriente mete los dos primeros goles del partido, hinchas «refineros» celebran con banderas y gritos en la “Prefe” rodeados de celestes. Nadie les increpa, nadie les insulta. El fútbol boliviano tiene todavía (esas) cosas lindas.
(31/03/2024)