Me gusta pero me asusta
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: tras la espectacular goleada de Bolívar en tierras chilenas, los celestes quieren la punta en un grupo donde el favorito es el poderoso Flamengo.
Los colombianos llegan necesitados acompañados por dos centenarios de fieles hinchas viajeros apostados en la bandeja alta de la curva sur. En la recta hay un trapo gigante que dice: “nadie sale campeón solo”.
Llegan más de 20.000 “académicos” al Siles. Otro “trapo” calienta el centenario con un número gigantesco que marca el 99. El técnico Robatto recuerda su pasado colombiano al extremo que parte de su familia es hincha del “Ballet Azul”.
El onceno bolivarista es el esperado: Lampe; Rocha-Orihuela y los hermanos Sagredo; Justiniano-Saucedo-Ramiro; “Pato”, Da Silva-Sávio. Los de Gamero -con casi todos los titulares de nacionalidad colombiana van a morir por errores/horrores propios, abajo y arriba jugar.
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Nudo: el primer cuarto de hora es preciso/precioso; un auténtico vendaval “académico”. Es un despliegue de taquitos, gambetas y bicicletas. Es la cara más deslumbrante/letal de Robattto.
Bolívar presiona arriba y roba; es un equipo solidario con la banda de los cuatro (Ramiro, “Patito” y la dupla brasileña) como estandarte. Esta recuperación de la identidad bolivarista (de toque y buen fútbol) entusiasma a su hinchada. Es lo que se había perdido con otros técnicos más timoratos/cautelosos. Hasta aquí las buenas noticias.
La roja de Rocha (que termina llorando) cambia el partido. Robatto decide bajar a Saucedo como lateral derecho. Consecuencia: esa banda será un coladero, se perderá marca al medio al quedarse solitario “Justi” y se abandonará la posesión de la pelota (marca de la casa) para apostar al contragolpe. El descuento sobre el final de la primera parte cuando los millonarios ponen el 3 a 1 inclina la cancha aún más.
Desenlace: la zaga de Bolívar es lo más endeble. De mitad de cancha para arriba, tiene dos jugadores de mucho nivel en cada puesto (Uzeda y “Papu” son injustamente relegados porque solo pueden jugar once) pero atrás cojea. No tiene laterales con experiencia, no tiene cuatro centrales.
Claure decidió despedir a Bentaberry y el recambio (Ordóñez) no juega hace un año. El segundo problema celeste es la pereza del técnico argentino a la hora de hacer los cambios. ¿No era mejor recomponer la zaga al descanso? ¿Por qué demora tanto en sacar a hombres que se cansan como “Pato” o desaparecen como Ramiro?
Post-scriptum: Bolívar regaló la pelota en la segunda parte, cuando Lampe se puso la capa de héroe. Son los dos verbos que conjuga a la perfección: gustar y sufrir. Es el clásico de los noventa que canta toda la hinchada: me gusta pero me asusta.
(11/04/2024)