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Sunday 16 Jun 2024 | Actualizado a 03:28 AM

‘El Caballito’ es identificado como centro de venta de droga al raleo

Tras una denuncia, este diario constató que el bar de remate no solo expende bebidas alcohólicas, sino también droga. El Gobierno indica que es difícil controlar este ilícito.

Por La Razón

/ 10 de mayo de 2015 / 04:00

Pese a ser clausurado 8 veces, el bar clandestino de remate “El Caballito” sigue abierto. Ahora es denunciado no solo por la venta de bebidas alcohólicas, sino también por ser un centro de comercialización de droga al raleo en La Paz. El Gobierno dice que es difícil controlar el microtráfico.

Este diario recibió la denuncia y constató la atención en este centro que está abierto a partir de las 04.00 durante los fines de semana. La venta de alcohol y droga es un secreto a voces para los vecinos de la calle teniente coronel Saavedra, en Villa Fátima, quienes están atemorizados por los actos que se realizan en esa cantina desde hace más de seis años.

La Razón comprobó que el bar abre normalmente los jueves, viernes, sábados y domingos. También  pudo constatar la comercialización en pequeñas cantidades de cocaína y marihuana, al margen de las bebidas alcohólicas y de la práctica de la prostitución. Las sustancias ilícitas son vendidas dentro de la cantina por jóvenes que primero hablan en clave y luego ofrecen la droga. Después indican el precio de los estupefacientes como la cocaína, que oscila entre Bs 40 y 50, y marihuana, entre Bs 12 y 22.

Evidencia. Una persona que frecuenta “El Caballito”, que pidió no ser identificada por seguridad, contó a este diario que la comercialización de la droga se hizo más frecuente en el lugar por la demanda que hay de parte de los jóvenes. Esta situación “hizo que se llene más el boliche de proveedores”, indicó sonriendo. Agregó que la afluencia de más personas aumenta las ganancias a los administradores.

Esa misma persona reveló que con frecuencia se ve a policías, vestidos de civil, compartiendo en el lugar. Indicó que generalmente son éstos los que más problemas causan, a veces por las “chicas del lugar”.

Este medio intentó hablar con los dueños del bar, pero sin éxito, ya que nadie salió a atender la puerta cuando se visitó el lugar durante la semana.

El ministro de Gobierno, Hugo Moldiz, explicó que el microtráfico, la venta al menudeo de drogas ilegales, logra eludir, en muchos casos, los mecanismos de control de vigilancia y de Inteligencia de los efectivos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN).

“Hablando en particular del lugar (“El Caballito”), por supuesto que se convirtió en una especie de centro de distribución y entonces ahí habrá que tomar medidas, pero que rebasan digamos solamente a lo que pueda hacer la fuerza antidrogas y la Policía Boliviana, sino que también tendrá que abarcar la responsabilidad del municipio”, señaló Moldiz.

Agregó que según informes de Inteligencia, en la ciudad de La Paz existen diferentes sitios clandestinos donde se da curso al microtráfico, en lugares que muchas veces fueron clausurados, pero que después son reabiertos con distintos nombres.

Ilegalidad. Efectivos de la Policía Boliviana precintan el bar de remate ‘El Caballito’ en 2013.

Respecto a los efectivos policiales que frecuentan el lugar clandestino, Moldiz aseguró que cuando hayan elementos contundentes para desarrollar una investigación se lo hará, por lo que ahí el papel de los medios de comunicación será importante, ya que podrán aportar compendios para tomar nota y realizar una investigación.

“No dudo de que existan algunos malos policías que hagan eso (ir a la cantina) y por eso, por los hechos como me confirma, hay la necesidad de avanzar hacia la revolución de la Policía Boliviana. No dudo de lo que me dice, pero no hay que generalizar”, manifestó Moldiz.

El 1 de julio de 2012, el subteniente de la Policía Daniel Ch. mató con su arma reglamentaria a Roy Campusano (24) en el baño de este local. El hecho es una muestra de los conflictos que se suscitaron en esa cantina. El autor del crimen está detenido preventivamente en la cárcel de San Pedro.

Una vecina de la zona denunció que existe mucha inseguridad en el barrio, debido a la cantidad de borrachos que salen del bar y también porque algunos jóvenes son evacuados narcotizados o inconscientes. “Los despachan en taxis o también los dejan en la calle frente a la plaza Villarroel”, dijo.

Un comerciante del lugar corroboró que los fines de semana, entre las 12.00 y las 17.00, salen jóvenes en total estado de ebriedad, a veces directo a pelear o dormir en las vías.

Moldiz: Falta labor conjunta para el control de bares

La Razón

Según el Gobierno, falta coordinación con la Alcaldía de La Paz para realizar un control a las cantinas clandestinas que funcionan en la urbe paceña, como “El Caballito”, con el fin de evitar que se conviertan en centros donde se cometan actos ilícitos.

Este diario verificó que el citado bar trabaja con normalidad los fines de semana, pese a que fue clausurado por la comuna paceña al menos ocho veces. En este lugar se registra la venta ilegal de alcohol y drogas, y la práctica de la prostitución.

“Esto pone al descubierto, digamos, la fragilidad en la que no existe una coordinación interinstitucional, en este caso, entre la Alcaldía de La Paz y la Fuerza

Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN)”, dijo el ministro de Gobierno, Hugo Moldiz.

La autoridad sostuvo que el ilícito del microtráfico de drogas ilegales puede ser controlado, pero con el trabajo coordinado en todas las instancias pertinentes, pese a que es difícil detectar este tipo de actividad.

El viceministro de Seguridad Ciudadana, Gonzalo Lazcano, reconoció que falta coordinación, pese a que  esta instancia gubernamental tiene la voluntad de apoyar en este tema y los que sean necesarios.

“Como Viceministerio de Seguridad Ciudadana activamos y apoyamos con el tema de la Policía Boliviana a quienes lo soliciten, entre ellos la Alcaldía”, señaló la autoridad.

Añadió que ante el problema que sale a luz con “El Caballito” se requiere la participación de otras instancias más, como la FELCN. Advirtió que de todas formas se tiene que intervenir la cantina porque si se necesita más ayuda, los guardias municipales y la Policía pueden apoyar.

El superintendente de la Alcaldía de La Paz, mayor Carlos Valencia, aseguró que primero se debe verificar el funcionamiento del local “El Caballito”, para luego coordinar el trabajo operacional.

“Durante el tiempo que trabajo en la Intendencia no se pudo clausurar el bar citado, ya que muchos vecinos denunciaron que funciona. Por ese motivo hicimos operativos, pero sin éxito”, informó Valencia.

Agregó que se trabaja en la investigación del caso con el fin de evidenciar las actividades que se realizan.

La cantina clandestina en cuestión está ubicada en la zona de Villa Fátima, en la calle teniente coronel Saavedra. De acuerdo con los funcionarios de la

Intendencia Municipal de 2013, funcionaba las 24 horas del día, acción que violaba la normativa edil que prohíbe la venta de alcohol y su consumo de 04.00 a 09.00. Esta norma aún está vigente en la urbe paceña.

Los vecinos de la zona expresaron su molestia y preocupación por la inseguridad que existe y la impunidad de los dueños del local, ya que funciona “en las narices” de las autoridades municipales y policiales. Por eso piden mayor control en el lugar.

La situación de “El Caballito” es considerada la más controversial, debido a que sigue en funcionamiento, pese a ser clausurado ocho veces.

Desde 2007, ‘El Caballito’ fue clausurado ocho veces

El conocido bar de remate “El Caballito” fue clausurado en ocho oportunidades por autoridades de la Intendencia de la Alcaldía de La Paz, desde 2007. No obstante, todavía funciona con normalidad en la zona de Villa Fátima (La Paz).

La cantina opera pese a que incluso la Fiscalía paceña ordenó su cierre definitivo, en 2012, porque ahí se cometió un crimen, pues un policía mató con su arma de fuego a un joven de 24 años, aparentemente por una discusión particular.

De este bar clandestino era dueño Ernesto Córdova, quien en su momento siempre negó que en el local se cometieran actos ilícitos. Este diario intentó hablar con esta persona para verificar si sigue administrando el lugar, pero sin éxito.

Para ingresar a la cantina se deben pasar por tres puertas controladas por al menos diez personas que hacen el trabajo de seguridad.  En el primer ingreso, que da a la calle, hay un hombre (campana) que informa qué tipo de persona llega al bar. Luego, en la segunda puerta, existen cuatro varones que cobran el derecho al ingreso (entrada). Por último, se entra a un callejón largo y oscuro para terminar en un pórtico, en donde cinco personas también se encargan de revisar. Esos son los pasos para ingresar al bar. El centro funciona pese a que la Intendencia de la Alcaldía, en 2013, le quitó todos los muebles. A la fecha funciona con mesas de ladrillos y sillas de cemento. Además de la venta de alcohol y drogas, se comercializa artículos robados.

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Las dos ‘troikas’

Por La Razón

/ 16 de junio de 2024 / 00:03

Lejos de alentar acuerdos mínimos y soluciones de compromiso, la polémica sesión del pleno de la Asamblea Legislativa Plurinacional, que sancionó normas clave para el país, derivó en mayor distancia entre el gobierno de Arce y las tres bancadas de oposición. Ello traba el debate político plural y genera mayor incertidumbre. En lugar de diálogo, hay descalificaciones.

Sin asumir una pizca de su responsabilidad en la crisis institucional que afronta la ALP, casi paralizada y con escasa capacidad decisoria, el vicepresidente David Choquehuanca salió al ataque. Acusó a Camacho, Mesa y Morales de “capos de la troika extremista”, que se habrían aliado para un “intento de golpe”. Nada menos. “Atacan, amenazan, asaltan”, les dijo. Y atribuyó al presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, la capitanía del operativo, al haber convocado a la sesión de la Asamblea.

Previamente, Choquehuanca derivó al Tribunal Constitucional Plurinacional la decisión sobre la validez de las normas aprobadas por el pleno, entre ellas la ley que dispone la cesación de los magistrados autoprorrogados. Consulta también sobre la competencia de Rodríguez. Era previsible. En lugar de enviar las leyes al Ejecutivo para su promulgación, el Vicepresidente las manda al TCP para su bloqueo. Es la forma del arcismo para evitar cualquier decisión de la Asamblea que no convenga a sus intereses.

Las respuestas a Choquehuanca fueron inmediatas. Lo acusaron de una “inédita e indignante sumisión política”, refiriéndose a su consulta al TCP. “Es como preguntarle al ladrón si se reconoce como ladrón”, dijo una senadora calificando de vergonzante la carta del Vicepresidente. Y se retrucó la idea de troika: “La única alianza existente en el tema judicial es la que se ha evidenciado entre Arce, Choquehuanca y los autoprorrogados”, señaló el opositor Carlos Mesa, de CC. “Un acuerdo espurio”, precisó.

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En medio de tales acusaciones de ida y vuelta, estamos nuevamente en fojas cero. La ley para cesar a los autoprorrogados será rechazada por los propios autoprorrogados, diciendo que ya la declararon inconstitucional; las elecciones continúan paralizadas y sin horizonte cierto, con operadores políticos que apuestan por su fracaso; y el Órgano Legislativo sigue en situación de atrofia decisoria y fiscalizadora, aunque se logran aprobar algunas normas, bajo presión, como ocurrió recién en Diputados.

Más allá de cómo se resuelva (o se entrampe) la cuestión judicial, estamos en un preocupante escenario de crisis político-institucional, a lo que se añade una situación de conflicto de poderes. Eso es crítico no solo para el Estado de derecho y la convivencia en democracia, sino también para afrontar la delicada situación económica y el riesgo de conflictividad social. Ojalá todos los actores relevantes logren acuerdos mínimos para transitar la crisis en vez de agitar bloqueos de todo tipo para atizarla.

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Educación

No es una tarea fácil y cabe preguntarse si autoridades, así como trabajadores del magisterio, están en condiciones de afrontarla con éxito

Por La Razón

/ 13 de junio de 2024 / 06:40

Días antes de que la tensión política volviese a escalar con la inédita sesión del pleno de la Asamblea Legislativa Plurinacional, en la que se aprobaron leyes que probablemente no serán promulgadas, el Presidente del Estado anunció la convocatoria al Congreso Plurinacional de Educación. Se trata de un mandato del cabildo de meses atrás en El Alto, pero también de una urgencia nacional.

A primera vista, la idea es excelente. A más de 13 años de promulgada la Ley 70, de Educación Avelino Siñani-Elizardo Pérez, es evidente que, con todo y los avances que especialistas le reconocen a la norma, la educación pública en Bolivia no parece haber mejorado mucho, aunque sí hay evidencia de mucha ideologización de los contenidos (y es bien sabido que ideología está en las antípodas de sabiduría).

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Las y los maestros de secundaria se horrorizan ante la falta de competencias básicas de niñas y niños que han cursado los seis años de primaria; y las y los docentes universitarios descubren que las y los flamantes bachilleres, en una proporción alarmantemente alta, son incapaces de comprender textos básicos, y ni hablar de escribir textos completos, coherentes y libres de errores ortográficos y gramaticales.

Ése es el contexto en el que el primer mandatario pretende realizar el Congreso Educativo con el objetivo de combatir los problemas a los que se enfrentan los educadores al momento de enseñar; al igual que los principales desafíos de los alumnos al momento de aprender. Sin embargo, todavía no se conoce de una convocatoria oficial y menos de la agenda a tratar.

En su anuncio, el Presidente habló de reajustar la Ley Educativa y la malla curricular del subsistema educativo, diseñar el perfil de bachiller que necesita el país y abordar los peligros y amenazas en materia educativa que representan las redes sociales, entre otros propósitos para el encuentro nacional. El mandatario cree que será posible diseñar una “política educativa” para profundizar “la educación inclusiva, científica, técnica, tecnológica; también la productiva, revolucionaria, liberadora, progresista, intracultural, intercultural, plurilingüe, descolonizadora, despatriarcalizadora en todo nuestro sistema educativo”.

Urge hacerlo, sobre todo considerando que la muy extensa lista de adjetivos empleados por el presidente Arce está lejos de materializarse en los contenidos, en las actitudes y comportamientos de la mayor parte de las y los educadores y, por supuesto, en los resultados que demuestran las y los educandos en el aula y fuera de ella.

Es bien sabido que la educación es la primera y más importante tarea del Estado, y que cualquier política pública al respecto debe pensarse y ejecutarse mirando el mediano y el largo plazos, al margen de los apetitos políticos del momento. No es una tarea fácil y cabe preguntarse si autoridades, así como trabajadores del magisterio, están en condiciones de afrontarla con éxito. Sin embargo, seguir postergándola solo abonará al rezago que muestra la sociedad boliviana en estos ámbitos.

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Sensación de crisis

La sensación de crisis, en este caso de naturaleza múltiple, no necesariamente equivale a la situación de crisis.

Por La Razón

/ 9 de junio de 2024 / 00:02

Desde principios del año pasado, afrontamos en el país un escenario de crisis políticoinstitucional, agitado en especial por la disputa interna en el MAS-IPSP. A ello se añade la percepción creciente de que se aproxima una crisis económica. Y una reciente encuesta nacional muestra la opinión mayoritaria de riesgo de crisis social. Hay, pues, sensación de crisis.

La crisis en el campo político y en las instituciones es innegable. La ruidosa división de la fuerza política que gobernó Bolivia durante las últimas dos décadas, la persistente polarización y la debilidad con fragmentación del bloque opositor configuran un escenario de bloqueo institucional y de alta desconfianza. Ello se expresa en la clausura de espacios de diálogo plural y, peor aún, de construcción de acuerdos. Por si fuera poco, ahora estamos en las puertas de un conflicto de poderes.

En cuanto a la economía, a reserva del debate sobre las causas, las condiciones y la profundidad de los evidentes desequilibrios, se va instalando en la ciudadanía la percepción de que estamos avanzando hacia una crisis económica o ya estamos en ella. La escasez de dólares, las dificultades para la subvención de combustibles y el alza de precios, entre otros factores, impactan en la economía de las familias. Y ello se manifiesta en sus expectativas. No son buenos tiempos para el modelo económico.

Si bien, desde el fallido paro de 36 días en Santa Cruz por la fecha del Censo, no existe gran conflictividad social en el país, hay quienes temen que la incertidumbre y el creciente fastidio ciudadano, atizados por la política y, en especial, por el día a día de la economía, pueden conducir a situaciones de crisis social. Un reciente estudio de opinión pública muestra que el 55% de las personas consultadas cree que “estamos ingresando a una grave crisis social”. Es una alerta delicada.

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La sensación de crisis, en este caso de naturaleza múltiple, no necesariamente equivale a la situación de crisis. Pero no es menor el hecho de que una parte significativa de la población perciba un presente crítico con futuro incierto, asentado en la confluencia de variables político-institucionales, económicas y sociales. Por ello, el buen gobierno y la eficaz acción política deben asumir como necesidad la gestión oportuna y cierta de los sentires ciudadanos. Las percepciones y las expectativas cuentan.

Ahora bien, ¿qué hacer para que la creciente sensación de crisis no derive en una coyuntura crítica, dadas no solo las percepciones, sino innegables señales de realidad, en especial en la economía? ¿Es posible, todavía, evitar un escenario de crisis de gobernabilidad, con resultado también incierto considerando la fragilidad del sistema político y de las instituciones? Siempre cabe la posibilidad, y la esperanza, de que las cosas mejoren y se reencaminen como país. El gobierno de Luis Arce tiene la palabra.  

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La Paz a la deriva

Hoy, la ciudad sede de gobierno está en manos de autoridades demasiado ocupadas en cubrir los rastros de sus malos manejos

Por La Razón

/ 6 de junio de 2024 / 06:42

Mientras los medios de comunicación se llenan de noticias que agravan la incertidumbre respecto de la estabilidad económica y política, en La Paz son otras las fuentes de incertidumbre y surgen del gobierno local; el desorden en el gobierno municipal paceño tiene que ver con la incapacidad de gestionar adecuadamente el desarrollo urbano y el efecto político que esto causa.

Días atrás se supo que las y los concejales del Movimiento Al Socialismo (MAS) habían decidido retirar su apoyo a su colega Roxana Pérez del Castillo, que de todas maneras fue electa como vicepresidenta del Concejo, esgrimiendo acusaciones de irregularidades y violaciones normativas. La profunda división en el partido a cargo del Gobierno nacional repercute en todas las instancias en las que participa.

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Pero el conflicto masista es apenas uno de los elementos en este preocupante estado de cosas. Días antes del desaguisado en el Concejo, la Justicia ordenó la detención preventiva del empresario de bienes raíces Harold Lora, acusado estafar a cientos de personas con la venta de departamentos en edificios que no se han terminado de construir y probablemente, si se cumple la ley, queden inconclusos.

En este caso, que es, seguramente, solo el más visible por el número y volumen de las construcciones, así como por la cantidad de personas afectadas, el problema tiene que ver no solo con la ineficaz tarea de fiscalización, que las leyes le atribuyen al Ejecutivo municipal, sino con una probable lenidad de muchas instancias de fiscalización y control, que ha permitido que se levanten miles de construcciones fuera de norma. Según la concejala Pérez del Castillo, son más de 30.000 edificaciones irregulares solo en la gestión del actual alcalde.

Los numerosos intentos de aprobar y promulgar normativa que “regularice” las construcciones fuera de norma y permita nuevos proyectos arquitectónicos ha terminado por revelar un descuido tal en la gestión urbanística de la ciudad que incluso se le ha acusado de violar derechos humanos, comenzando por el derecho a una vida digna, no solo de quienes adquieren un inmueble mal construido, sino también de las y los vecinos de esas edificaciones levantadas con el único afán de recaudar mucho dinero a cualquier costo.

Ese contexto explica la virtual parálisis del Concejo Municipal, afectado por las disputas del MAS, que son hábilmente aprovechadas por concejales inescrupulosos, unidos no por su ideología o su partido (que no los tienen), sino por su interés de medrar de la necesidad de vivienda que hay en la sociedad paceña. Desde el inicio de la gestión fue muy evidente su mala intención gracias a inverosímiles apelaciones al derecho de las personas a tener un techo propio.

Hoy, la ciudad sede de gobierno está en manos de autoridades demasiado ocupadas en cubrir los rastros de sus malos manejos y despreocupadas de la mayor parte de los problemas que aquejan a la población; y el pronóstico no permite albergar muchas esperanzas en el corto plazo.

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El factor Choquehuanca

Ojalá contribuya a encontrar el equilibrio de las alas del cóndor en lugar de su mutilación. Estamos a tiempo.

Por La Razón

/ 2 de junio de 2024 / 00:02

Hemos señalado en este espacio que la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) afronta una penosa situación de bloqueo y parálisis decisoria. La fractura interna en el MAS-IPSP, la división en las fuerzas opositoras y la persistente polarización impiden la sola posibilidad de diálogo. Ni hablemos de acuerdos. En tal escenario, el presidente de la Asamblea es fundamental.

Más allá del debate político y sus expresiones mediáticas y en redes sociales, estamos en un contexto de crisis institucional con elevada desconfianza ciudadana en todas las instituciones. A ello se añade un campo político malogrado por el enfrentamiento, la descalificación fácil, acusaciones sin evidencia y primacía del interés particular por encima del bien común. Así, la conversación pública se degrada hasta el límite de su imposibilidad. La peor muestra de ello, desde fines del año pasado, es la ALP.

El Órgano Legislativo es el espacio deliberativo por excelencia entre los órganos del poder público. A partir de la deliberación, se espera que la Asamblea cumpla el conjunto de importantes atribuciones establecidas en la Constitución, que de lejos superan la sola legislación. Por su naturaleza, el pleno de la ALP, el Senado y la Cámara de Diputados deberían ser lugares de ejercicio de la política, lo que implica realizar propuestas, debatirlas y construir acuerdos. Nada de eso ocurre en el presente.

Para el normal y eficiente funcionamiento de la Asamblea, hoy en situación de atrofia, es relevante el desempeño coordinado y complementario del presidente de la ALP y de las directivas camarales, además del trabajo de las comisiones y los comités. El problema es cuando la cabeza, en este caso el señor David Choquehuanca, es parte del problema. ¿Qué hacer cuando la necesaria y activa presencia de la principal autoridad del Órgano Legislativo se convierte en ausencia o, peor, en traba? Es muy crítico.

En momentos en que se requiere liderazgo en la ALP y voluntad de concertación, el Vicepresidente está desaparecido. En situaciones en las que ayudaría mucho la palabra serena que invoque el diálogo, el “Jilata David” se queda en silencio. Cuando es fundamental sesionar para tomar decisiones, el presidente de la Asamblea impone receso. Y en un escenario en el que urge una reunión del pleno para destrabar las inciertas elecciones judiciales, al señor Choquehuanca le ganan la línea oficial y la inercia.

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Cierto que la deplorable parálisis decisoria de la Asamblea no depende únicamente de lo que haga o deje de hacer el Vicepresidente, pero al menos se esperaría un mayor protagonismo de su parte, con autonomía de los mandatos del Ejecutivo y la ofuscación de las bancadas. Si asumimos que la situación es insostenible y se avizoran vientos de crisis, el factor Choquehuanca puede hacer la diferencia. Ojalá contribuya a encontrar el equilibrio de las alas del cóndor en lugar de su mutilación. Estamos a tiempo.

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