Nuevos vientos en la comunicación de gobierno
La forma de incidir en la sociedad sobre las acciones de un gobierno ha variado en los últimos periodos en países de la región. La construcción de agendas informativas desde los gobiernos ha tenido un efecto interesante, que amerita análisis académicos (y políticos).
La comunicación política es un amplio y exquisito mar de oportunidades temáticas y metodológicas. Olvidada como área de estudio por varios años en que la comunicación para el desarrollo copó la agenda académica de América Latina, es hasta ahora, que soplan nuevos vientos políticos en el continente, que empieza a ganarse aquí un espacio en la agenda académica e investigativa. Son, pues, los vientos de cambio político en la región los que de cierta manera han impulsado esta emergencia en la academia latina. La ola de gobiernos transformadores en el continente no llegó para cambiar sólo un status quo político-institucional, sino también uno público-comunicacional. La lógica es simple, y proviene de la premisa vital de la comunicación política, que entiende como dimensiones indivisibles e interdependientes: se transforma la política, se transforma la comunicación.
Habiendo convenido en que la comunicación política goza hoy de un renovado impulso en la agenda investigativa de la comunicación continental, es preciso establecer que ésta se compone, a su vez, de temáticas específicas que la abordan, la entienden y la explican desde áreas más concretas y que se sirven de la intrínseca relación comunicación-política para explicar fenómenos cotidianamente presentes en la esfera pública nuestra de cada día. Una de esas áreas concretas es la comunicación gubernamental, que, se sabe, está constituida por todas aquellas acciones informativas y comunicacionales que son realizadas desde el gobierno como parte de sus funciones y estrategias. En ese marco, no tanto como categoría, sino, más bien, como objeto de estudio, existe la comunicación de gobierno cuando se mira desde fuera el desempeño comunicacional para dar cuenta de él.
Es, en todo ese contexto, y también en el de la realización del VIII Encuentro Nacional de Investigadores de la Comunicación que tuvo lugar la semana pasada en La Paz, que fue presentado en el país el libro Caudillismo, e-política y teledemocracia. Comunicación de gobierno en América Latina, una investigación continental coordinada por Matías Ponce y Omar Rincón y que reúne diez estudios acerca de la comunicación de gobierno de diez países en Latinoamérica: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Uruguay y Venezuela. Alrededor de estos estudios se encuentran 18 investigadores/as de 15 universidades que tomaron el desafío de equiparar parámetros teóricos y metodológicos para mirar de cerca su objeto de estudio: la comunicación de gobierno, durante el periodo 2005-2010 y con énfasis analítico en la figura del o la presidenta de turno. Para el caso boliviano, la encargada de realizar el estudio fue la profesora universitaria y estudiosa de la comunicación Karina Herrera Miller.
Los estudios buscaron identificar elementos en común entre las estrategias de comunicación de gobierno de estos países, describir los contextos sociopolíticos y económicos que las albergan, interiorizarse en los mensajes e ideas-fuerza utilizados, dar cuenta acerca de los canales de comunicación utilizados por ellas, inventariar la relación existente entre el o la presidenta con los medios de comunicación y, finalmente, identificar cómo impactan en la generación de vínculos de representación política entre gobierno y ciudadanía.
Así, al transitar por las páginas de este libro, podrá dar un paseo general (con opción de zoom) por el “Modelo K” de los Kirchner (Néstor y Cristina), la comunicación de gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, la transición conceptual entre la comunicación del gobierno de Michelle Bachelet al de Sebastián Piñera, la relación entre acción de gobierno y comunicación de Álvaro Uribe, la que existe entre medios y el gobierno de Rafael Correa, la comunicación “en tiempos de guerra” de Felipe Calderón, la telepolítica de Alan García, la comparación de la comunicación de gobierno entre Tabaré Vázquez y José Mujica, y la fusión entre mensaje y personaje de Hugo Chávez. De manera general, concluye el estudio, en el continente la mayoría de los casos dieron cuenta de una comunicación de gobierno “rupturista” con gobiernos anteriores. También del uso de la hiperconstrucción de agenda informativa como estrategia y la hiperpresencia en los medios de comunicación, fenómenos a los que no estábamos acostumbrados hasta hace una década. Finalmente, también se da cuenta de los cambios en las dinámicas relacionales entre gobiernos y medios, así como el caso, en algunos países, del cambio de las reglas del juego sobre esta relación. Todo ello constituye, sin duda, una cabal fotografía de la comunicación de gobierno en el continente en este tiempo.
¿Y Bolivia? Habiendo Herrera analizado las dimensiones señaladas anteriormente, titula su capítulo como El mito indígena en la comunicación gubernamental de Evo Morales 2005-2011. En él da cuenta de que la retórica gubernamental presente en los mensajes en estas gestiones ha sido construida con base en la idea-fuerza de la personificación indígena del presidente Morales y que, ocasionalmente, este centro retórico significó la importancia comunicacional del conflicto sobre el TIPNIS, debido a que fue la mala hora política pero también comunicacional del Gobierno, pues representó una considerable pérdida de fuerza discursiva del Presidente y generó la “desmonopolización temática del relato gubernamental”.
Además de eso, señala que la estrategia argumentativa del Gobierno se ha basado en tres acciones: la confrontación, la victimización y la afirmación de la autoridad. Y que la comunicación gubernamental recurrió frecuentemente al corte temporal entre presente y pasado, a la división bipolar del mundo político: “ellos” y “nosotros”, a la construcción y personificación de los enemigos políticos, a la repetición de ideas sencillas, a la difusión de información pública sesgada y a la presencia exagerada del presidente Evo, sobre todo en el sistema de medios “bajo tuición del gobierno”.
En lo que refiere a canales comunicacionales, destaca la comunicación directa (no mediada) del Presidente, debido a su estilo “cara a cara”. Finalmente, se encuentra un repaso por las relaciones conflictivas entre medios y Gobierno en diversas arenas, sobre todo la normativa. Así como de la reestructuración y fortalecimiento del aparataje comunicacional mediático del Estado.
En fin, el libro se constituye en un útil recorrido por las acciones comunicacionales cotidianas de diversos gobiernos que construyen, día a día, impresiones, imágenes e imaginarios que edifican la realidad política que se juega, cada momento, la gobernabilidad misma de los países de nuestro continente. Y, menos mal, evidencia el estudio de la comunicación de gobierno como veta investigativa llegó para quedarse.