J. Torres Goitia: La participación popular en salud se ha distorsionado
Javier Torres Goitia habla del presente del sistema de salud pública y de la evolución del mismo. Considera que con la bonanza que hubo se pudo haber hecho mucho más en salud.
Ministro de Salud de Juan José Torres y de Hernán Siles Zuazo en los años 70 y 80, respectivamente, Javier Torres Goitia es un médico y salubrista de amplia trayectoria. Formado en la izquierda, pero sin nunca haber militado en un partido, diagnostica la actual administración de la salud pública y cuenta su trayectoria política. Piensa que se pudo haber hecho mucho en salud con los ingresos que tuvo Bolivia; afirma que el país, en la región, es de los que menos asigna presupuesto per cápita (latín, literalmente ‘por cabeza’) en salud.
— Cuénteme de los Comités Populares de Salud, esa modalidad de comunitarismo en el gobierno de la UDP (1982-1985).
— Fui ministro con una ventaja. Siles me dijo: ‘vendrán a buscarle cientos a nombre de ser militantes del MNRI (Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, partido de Siles), usted dé los cargos que crea necesarios, me interesa que haga una gestión autónoma. Si ganaba (Víctor) Paz Estenssoro serían emenerristas, no confío en ninguno de esos’. Así, no tenía que obedecer a células partidarias y hacía todo con criterio técnico, con colaboración de los Comités Populares de Salud.
— ¿Esas instancias se crearon ese momento?
— Sí. No lo hicimos como partido, convoqué a la COB (Central Obrera Boliviana) y a fuerzas populares y les dije: ‘el Gobierno no tiene un centavo, todo lo que hay son ustedes, tienen que organizarse para hacer vacunar a sus hijos contra el sarampión —nosotros vamos a hacernos regalar la vacuna—, pero no vamos a poder ir a buscar niño por niño’. Los comités populares se organizaron en base a las juntas vecinales y sindicatos que había. Nuestra idea era formar en cada cuadra un comité, pero no se llegó a tanto, cada junta vecinal tenía muchos manzanos y ahí había hasta diez comités populares de salud. Éstos fueron aprendiendo la importancia de las vacunas, de los sobres de rehidratación, de dar sal yodada para combatir el bocio, que afectaba al 65% de la población.
— ¿El bocio era un problema?
— El bocio destruye la tiroides, que comanda particularmente el desarrollo mental, entonces los hipotiroideos son débiles mentales, incluso llegan al cretinismo. Imagínese, entre medio quedaban los que llegaban a tercero de primaria porque su mente no les daba para seguir y así escalonadamente. Logramos erradicarlo en diez años, con los Comités Populares de Salud.
— ¿Qué pasó con los comités tras su gestión?, ¿continuaron?
— Con vaivenes. El siguiente gobierno, de Paz Estenssoro, quiso darles más impulso, pero al mismo tiempo el MNR quería influir en ellos. No-
sotros no, el MNRI era un partidito, no podía y no quería influir. Luego el MIR quiso mandarles.
— ¿Hoy no existen?
— En algunos barrios, es curioso, de repente aparecen, me cuentan que se reúnen, pero ya no tienen fuerza.
— ¿Cómo ve que ha evolucionado el sistema de salud pública?
— Veo que se ha distorsionado la participación popular en la salud, no se habla de ella en ningún documento, ni en la Constitución, ni en las leyes. Ni una mención.
— ¿Participación ciudadana en la salud?, para no confundir…
— Participación social, sí. Entonces, los movimientos sociales son organizaciones políticas que han luchado para ganar las elecciones con Evo Morales, son instrumentos políticos, ellos lo dicen. Pero el sector popular sin partido no tiene nada que ver, no participa; entonces, los servicios de salud han perdido esa fuerza que tenían cuando la gente se movilizaba para las vacunas, para repartir las sales de rehidratación. Ahora no, la gente se siente marginada y los movimientos sociales cumplen una labor diferente.
— Son gobierno.
— Son gobierno, prácticamente. El Gobierno necesita tomar contacto con las bases dispersas. Se está desestructurando la unidad que había porque no puede mantenerse artificialmente, a la gente le gusta participar, expresarse. Pero si son otros los que dictan y ellos tienen que cumplir, eso no es participación popular, e incluso corrompe a la gente, porque cumplen a cambio de favores. En cambio, los comités populares siempre trabajaban en beneficio de sus hijos. Era totalmente participativo, no había un cambio comercial con el Estado.
— Usted hizo un cálculo del presupuesto en salud.
— Ahí se vio lo relativo que es, porque depende de lo que se declara al Tesoro General de la Nación, es muy aleatorio. Ahí se ve cómo la gran mayoría de los países tienen más del 10% para salud, hasta el 30%. Pero lo importante es la cifra absoluta que se destina, el per cápita sí vale porque los costos en salud en cualquier parte del mundo son más o menos los mismos. Y Bolivia en eso está en la cola, porque gastamos 84 dólares per cápita, cuando los países europeos están gastando sobre 5.000. [En octubre, Fernando Leanes, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señaló a La Razón que el referido gasto per cápita subió a 150 dólares en 2014; aunque, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, dicha cifra está por debajo del promedio latinoamericano ($us 540), y Bolivia está solo por encima de Nicaragua y Haití, periódico El Día de Santa Cruz, 2 de marzo de 2015]. Mucha gente me dice que en mi gestión fue cuando menos se gastó. Claro, no teníamos nada, nos hacíamos regalar, pero hicimos una gestión tremendamente productiva. Ahora, un poquito ha subido el gasto, pero los resultados han bajado enormemente.
— ¿Cuál es el panorama?
— A mí me duele que se haya desaprovechado oportunidades, el alza del precio de las materias primas que casi ha decuplicado los ingresos. Pero me duele más que a través de los movimientos sociales, de una organización que de abajo hacia arriba se hizo tan sólida, donde estaba el sector popular, no se hubiese hecho enormes avances en salud pública. Ya no deberíamos tener malaria, la tuberculosis podía haberse eliminado, el chagas igual; la mortalidad materna no tiene por qué ser tan alta.
Deducen que ha bajado y prácticamente se inventan. A mi modo de ver, la economía se ha logrado equilibrar, hay que reconocer que el Ministro de Economía no ha hecho ningún disparate, pero el aprovechamiento social de ese ingreso es casi nulo. En materia de salud se ha ido para atrás, incluso se ha llegado a plantear que las zonas rurales sean atendidas por los médicos tradicionales, que si se ven frente a una apendicitis o algo en el corazón, la gente muere. Se ha botado plata, pero había tanta que no ha afectado mucho el derroche. Lo que afecta es una falta de acción en materia de salud y en desarrollo social en general.
— Alguien me dijo que si el MAS hubiera hecho hospitales por todo el país, ganaba las elecciones que quisiese y sin campaña.
— La gente viviría agradecida, la gente de la calle. Los movimientos sociales son elitistas y no tienen nada que ver con la gente de la calle. El referendo estatutario ha demostrado que la gente comienza a preocuparse. Lo triste es que en salud se pudo haber avanzado hartísimo. Hay una cantidad de cosas que da pena que no se hicieron.
— Cuente, cómo se inició en la política sin ser nunca de un partido.
— Por una razón personal, nunca he sido afecto a militar en una organización. Siempre me ha gustado la parte social, política, he sido dirigente de la federación universitaria desde segundo curso de medicina, hasta el séptimo. En esas épocas, los partidos tradicionales, republicanos y liberales, estaban de caída. Estaban de subida fuerzas como el PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria), el POR (Partido Obrero Revolucionario) y el MNR. Los universitarios, en general, estábamos más cerca del PIR.
— ¿Hablamos de los 40, entonces?
— De la década de los 40. Alguna vez hemos formado parte de los directorios del PIR, porque nos llamaban y pedían nuestra opinión y éramos escuchados; es decir, éramos muy cercanos, pero sin militancia.
— ¿Como formó parte del gobierno de Juan José Torres?
— Torres nombró a Guillermo Aponte. Aponte, renunció para fundar el Partido Socialista con Marcelo Quiroga. Me invitaron porque yo era secretario general de la Comcib.
— ¿Cómo fue la administración?
— Presenté un plan de salud que lo aprobó el gabinete, pero ya no pudo ponerse en práctica porque vino el golpe de Banzer. En ese entonces empezaba a llamarse Medicina Social, todavía no existía una tesis, sino simplemente una salud pública identificada con la clase trabajadora.
— ¿Cómo sobrevivió al golpe?
— Nosotros nos asilamos en la forma más curiosa. Usted recordará que hasta ahora en la avenida Arce está el Ministerio de Gobierno. Quedamos ahí los más ilusos, queriendo hacer frente al golpe, preparando bombas molotov, haciendo zonceras, pero nos parecía una gran cosa. Nos quedamos hasta tarde en la noche, hasta que alguien llamó por teléfono y nos dijo: “abandonen porque va a volar el edificio en cinco minutos”.
— ¿La noche del 21 de agosto?
— Sí, Gallardo (Ministro de Gobierno) estaba enardecido, dijo “qué van a hacer volar, no tienen puntería éstos, nosotros seguimos aquí”. Pasaron cinco minutos y explotó una bomba en la puerta que hirió a dos policías. Los demás dijeron “salgamos”.
— ¿Quiénes más estaban?
— Torres se asiló en la mañana. Sabía que no había esperanza, sabía qué fuerzas lo atacaban. Nosotros, ingenuos, nos quedamos en el Ministerio del Interior. Me acuerdo que estaban el Ministro de Gobierno, el de Comunicación, Mario Rueda Peña, el de Salud que era yo, el de Educación que era Poppe, no recuerdo bien. Un grupo chico.
— ¿Desde dónde atacaban?
— No sabíamos, caían nomás las bombas; yo asistí como médico a los soldados heridos. Cuando alguien quiso salir a la calle, una metrallada feroz volvió a correrse. Salimos por las ventanas. Imagínese, le estoy hablando de la noche, todo oscuro. Por el techo fuimos resbalando y caímos a ese local que ahora es el Cordes. Igualito las balas llegaban, no sabíamos de dónde. Entonces pegados a los pinos arrastrándonos por el suelo llegamos a la pared de enfrente. Estábamos totalmente desorientados.
— En medio de balas.
— Una balacera tremenda, y las bombas que estallaban detrás de nosotros. Saltamos el pino que había. Algo habrá al otro lado. Saltamos y caímos. Poco a poco empezamos a alzar la vista y había un montón de militares. No sabíamos con quiénes estábamos. Eran militares amigos de Torres que se habían refugiado en la Embajada del Perú. Vinieron los miembros de esta embajada. Nos dijeron: tranquilícense ustedes están en la embajada, están a salvo, acomódense. Estuvimos ahí una o dos semanas esperando el salvoconducto que nos permitió salir.
— ¿Cómo fue al Chile de Allende y luego escapó del de Pinochet?
— Ya en Perú, llegó a ese país el canciller de Chile. Muchos éramos amigos de (Salvador) Allende, que era médico, yo particularmente. Visitamos al canciller. Dos o tres días después nos mandó un documento para poder ingresar a Chile y así nos pasamos. Luego a escapar de Chile, me tocó ir a México. Ahí estuve seis años.
— Volviendo a la UDP, ¿cómo se vinculó a la gestión en salud de ese gobierno?
— Cuando llegamos a Chile, Hernán Siles también apareció. Mi hermano fue su secretario. Luego fui embajador de Lydia Gueiler en México, tras el golpe (de García Meza), logré que el presidente José López Portillo invite a Siles. Entonces, Siles fue a México y por comodidad se alojó en mi departamento. Ahí ya charlamos largo, le expliqué la política de salud democrática y participativa, le gustó muchísimo y me dijo: ‘cómo no se les ocurrió antes hacer comités populares de salud, me parece ideal Javier, tenemos que volver al Gobierno y hacer eso’.
Perfil
Nombre: Javier Torres Goitia
Nació: 4-06-22
Profesión: Médico
Carrera
Torres Goitia se inició en la política como dirigente estudiantil, luego como dirigente sindical de los médicos. Dirigió la Caja Nacional de Seguridad Social (CNSS) y fue ministro de Salud de Juan José Torres a principios de la década del 70 y de Hermán Siles Zuazo (1982-1985), en el Gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP).