Mónica Bruckmann: No estamos sabiendo aprovechar de China
China en nuestras vidas, ya parece una obviedad; sin embargo, la profesora universitaria llama la atención sobre cómo nuestros países no pueden ‘dialogar’ mejor, económicamente hablando, con el gigante asiático.
Mónica Bruckmann es socióloga, doctora en Ciencia Política; visitó el país para disertar en el diplomado “América Latina en la geopolítica mundial y el sistema mundo”, organizado por la Vicepresidencia del Estado. Experta en integración regional y recursos naturales, en el último tiempo ha prestado especial atención a la presencia y cada vez mayor peso en la economía mundial del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). En el siguiente diálogo cuestiona que Latinoamérica en general no está sabiendo aprovechar todo el potencial que hoy día ofrece China a nuestros países.
— ¿Cuál es la perspectiva de los BRICS en el mundo hoy?
— Estamos en momentos de profundos cambios en el orden mundial; hay una reconfiguración planetaria incluso financiera. Según el FMI (Fondo Monetario Internacional) a abril de 2015, China, según el poder paritario de compra, ya es la primera economía en el ámbito mundial; tiene el mayor producto interno bruto, seguida por Estados Unidos; de las diez mayores economías del mundo, cuatro son países de los llamados BRICS, China, India, Rusia y Brasil; definitivamente estamos en un momento de construcción de un mundo multipolar.
— ¿Se dice que China está reordenando la economía de muchos países de nuestra región?
— Ya para 2008, según la CEPAL, China se había convertido en el primer socio comercial de la región, el primero o segundo país de origen de importaciones, y el primero o segundo de destino de exportaciones. En 2008, por primera vez en su historia China aprueba una política para América Latina y el Caribe; afirma que le interesa desarrollar relaciones de amistad, estratégicas, de beneficio compartido con los países de América Latina; negociar con ellos de manera individual, con un grupo o con la región en su conjunto.
— Una relación de enorme potencialidad para ambos lados.
— Tenemos aquí una oportunidad histórica para la región, de negociar estratégicamente con un país como China, que depende intensivamente de recursos naturales estratégicos, energéticos, minerales metálicos, alimentos, que provienen de América Latina, y que no estamos sabiendo aprovechar; de hecho, hemos reprimarizado nuestras exportaciones hacia China: si en 2000, 40% de las exportaciones hacia China eran materias primas, sin valor agregado, en 2008 es casi 70%. ¿Por qué a China le interesa negociar con la región? Porque le interesa su seguridad energética, su seguridad alimentaria, abastecerse de minerales estratégicos a largo plazo.
— También parece que hay temas ambientales de por medio.
— Si hay un país en el mundo que tiene profundos problemas medioambientales es China; éste tiene su patrón energético fundado sobre todo en el carbón, produce a partir del carbón, cuando éste es la fuente más contaminante que existe. En 2010, en China murieron 800.000 personas por enfermedades que tienen que ver con la contaminación; para el gigante asiático este es un problema fundamental; así, no le interesa comprar materias primas para ser transformadas: por el contrario, cuanto mayor sea el valor agregado de estas exportaciones, es conveniente para China, y esta es otra situación que la región no está aprovechando: además de agregar valor a las exportaciones hacia China, la posibilidad de condicionar tecnológicamente estas ventas, de exigir reparación financiera por la devastación ambiental que genera la actividad extractiva en la región.
— Aprovecharíamos mejor juntos. ¿Cuáles son los grandes problemas que hoy tiene la integración regional?
— En primer lugar, nos está faltando una visión de cuáles son nuestras reales potencialidades y cuáles son las posibilidades que tenemos de impactar en el nuevo orden mundial que está emergiendo con nuevas reconfiguraciones y la multipolaridad; en segundo lugar, nos está faltando voluntad política de tener mínimos acuerdos regionales para crear procesos de industrialización regional, cadenas de valor, aprovechar las complementariedades económicas entre nuestros países; y, tal vez fundamental, nos están faltando los instrumentos para encaminar estas políticas, instrumentos de conocimiento, de qué es lo que tenemos en la región. Es necesario tener un inventario regional de recursos naturales para tener una gestión integral, continental, de las cuencas hidrográficas, de la biodiversidad y los ecosistemas en la región.
— ¿Perjudica que al lado de un Mercosur haya una Alianza para el Pacífico?
— La Alianza del Pacífico sobre todo fue un fenómeno político que buscó un impacto mediático para crear una imagen de debilitamiento de la Celac y de Unasur. Desde el punto de vista de la base material de la Alianza del Pacífico, es imposible pensarla sin la presencia de China. Colombia, Perú y Chile son países profundamente integrados al comercio con China; así, es imposible que dejen de negociar con China para mejorar su relación con Estados Unidos.
— ¿Cree que es evidente la pérdida de hegemonía de Estados Unidos en la región?
— Hay una política muy clara de Estados Unidos de reorganizar sus intereses hegemónicos en la región. Pero Estados Unidos ha tenido la derrota más importante de los últimos tiempos en la última Cumbre de las Américas, cuando 31 de los 33 países que forman parte de la OEA (Organización de Estados Americanos) pidieron al presidente Obama que derogue el decreto que declara a Venezuela una amenaza inusual a su seguridad nacional; esto nunca antes había ocurrido en un foro como la OEA, donde el país del norte siempre tuvo una injerencia muy fuerte; además de que Cuba por primera vez toma un asiento allí. Estamos abriendo un nuevo ciclo.
— Mercosur, que es lo que está más cerca de Bolivia, al final parece haberse creado sobre todo para que se unan Argentina y Brasil.
— Mercosur históricamente surge como una integración sobre todo entre Brasil y Argentina, de carácter comercial. Es a partir del siglo XXI, cuando la soberanía es un elemento central de la integración y hay gobiernos progresistas, que Mercosur comienza a ampliar sus objetivos hacia la colaboración científica, de investigación cultural, se empieza a hacer más denso el proceso de integración. Todo esto llevará a una convergencia que en última instancia será la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
— La Celac parece ser el esfuerzo integrador más importante, más representativo, y al que hay que prestarle mayor atención.
— Celac, siendo el foro más nuevo, ha tenido avances importantes, en el sentido de ir unificando algunos criterios regionales en una complejidad muy grande, de orientaciones de gobierno muy diferentes. La propia existencia de la Celac, como un foro de discusión de los países de América Latina y el Caribe sin la presencia de Estados Unidos y Canadá, ya es una gran victoria. Ahora, las reuniones que han habido con China o la Unión Europea son intentos de ir posicionando una visión estratégica regional con relación a esa reconfiguración del sistema mundial. Ahora, Celac está en proceso de plena construcción, inclusive en la definición de sus ejes primigenios.
— ¿En qué medida es compatible o incompatible la existencia de la OEA y de la Celac?
— Ya han habido propuestas en sentido de que la existencia de la Celac hace innecesaria la manutención de la OEA. Entonces, ahí tenemos dos foros diferentes y que sin embargo tienen una vocación continental; la OEA desde una visión panamericanista, pero en la que Estados Unidos ya ha sufrido una gran derrota; y la Celac como un espacio nuevo, con una perspectiva de cobrar un cierto dinamismo importante en el ámbito regional; ahí tenemos una tensión a resolverse en el corto plazo.
— La OEA es más gubernamental; la Celac, en cambio, es más un foro político.
— La OEA fue creada en 1948, 67 años de historia y un conjunto de construcciones institucionales muy grande; la Celac, en cambio, es un proyecto novísimo. Como visión política, es claro que hay transformaciones internas importantes dentro de la OEA, que Estados Unidos no puede tener la misma injerencia que tenía antes.
Perfil
Nombre: Mónica Esmeralda Bruckmann Maynetto
Profesión:Socióloga, doctora en Ciencia Política
Cargo: Profesora en la Universidad de Río de Janeiro
Vida
Bruckmann es profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil) e investigadora de la Cátedra y Red Unesco/Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable. Ha escrito artículos en colaboración con el profesor brasileño Theotonio dos Santos. Fue asesora de la Secretaría General de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
El agua, una de las mayores riquezas de Sudamérica
Según la investigadora Mónica Bruckmann, solo Sudamérica contiene hasta el 35% de las reservas hídricas del planeta; una riqueza que urge ser aprovechada y gestionada desde una visión continental.
— Una de sus preocupaciones es el agua y sus reservorios.
— América del Sur, con los tres grandes acuíferos que tiene: el amazónico, el Marañón y el Guaraní, detenta casi el 30% de los recursos hídricos del planeta. Además, se hizo un gran descubrimiento en el norte de Brasil de una nueva cuenca hidrográfica que es parte de la cuenca del Amazonas; si bien no se tiene una cuantificación exacta del volumen de esta reserva, se estima que es tan grande como el acuífero Guaraní, uno de los mayores del mundo. Así, la región podría llegar a detentar un 35% de las reservas hídricas del planeta.
— Ciertamente una ventaja.
— Estados Unidos, por ejemplo, está profundizando un “estrés hídrico” muy grave y tiene pocas cuencas hidrográficas. En 10, 15 años podría enfrentar una crisis muy grave. Estados Unidos está consumiendo año tras año sus reservas de agua dulce subterráneas, reservas que se reponen en menor cantidad que el consumo. Y esto empeoró por la práctica del fraking: en Pensilvania, por ejemplo, se destinó entre 32 y 33% de su agua dulce a la práctica del fraking.
— ¿Estamos aprovechando como región el privilegio que tenemos?
— Tenemos procesos muy graves en América del Sur, porque al mismo tiempo que somos la región de mayor concentración de biodiversidad en el ámbito mundial (de los diez países más megadiversos del mundo, siete son latinoamericanos y cinco son sudamericanos), somos la región que exhibe los datos de pérdidas más graves de biodiversidad: 40% de las especies de plantas medicinales en la región está en amenaza de extinción; somos la segunda región, en número, de especies amenazadas de extinción; hemos perdido en cada quinquenio desde 1990 hasta 2005, casi 4 millones de hectáreas de superficie boscosa. Somos la principal floresta húmeda del mundo, pero al mismo tiempo la región que está perdiendo más superficie boscosa. Todo esto solo puede revertirse a partir de políticas regionales, de gestión integral y continental de cuencas, de considerar a la Amazonía como lo que realmente es, un ecosistema continental.