Sacha Llorenti: ‘Hay amenazas de un posible conflicto nuclear’
Hasta diciembre de 2018, Bolivia será parte del Consejo de Seguridad de la ONU. Llorenti explica aquí los desafíos que asumió el país en este escenario.
En contraste con el verano de Nueva York, en La Paz el clima es un tanto más variado y el embajador de Bolivia ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Sacha Llorenti, así lo percibió poco antes de comenzar esta entrevista en el salón Samaipata de la Cancillería del Estado. El diplomático estuvo en La Paz para planificar la agenda multilateral del país para los próximos meses.
— ¿Cuál es el aporte del país a favor del multilateralismo?
— Bolivia tiene un protagonismo construido durante los últimos 10 años en este tema sobre la base de una agenda que incluye el reconocimiento de los servicios básicos, los derechos humanos, el derecho al agua y esto ya con una nueva visión después de la sesión en el Consejo de Seguridad sobre aguas transfronterizas y resolución pacífica de controversias; luego está el tema de la ciudadanía universal sin muros.
También planteamos la iniciativa ante el Grupo de países sin litoral, esa propuesta para la construcción de un índice que pueda medir la libertad de tránsito.
— ¿Diplomacia del agua? ¿Eso propugna el país, entonces?
— Sí. Y a mí me gusta mucho la frase del Presidente ante el Consejo de Seguridad: ‘Donde fluye el agua debe fluir la paz’. Entonces, esta propuesta no está vinculada solo a la satisfacción de las necesidades básicas, a los propios equilibrios de la naturaleza; se trata de un elemento de integración política y regional, con un vínculo para resolver nuestras diferencias de manera pacífica y negociada, con métodos que eviten la confrontación bélica. Existen casos en los que el agua fue un motivo de enfrentamientos y hay que evitar que eso suceda porque con la crisis que estamos atravesando por el cambio climático existe la mayor posibilidad de que se exacerben los ánimos por la competición de recursos, como en este caso el agua.
— A esta altura del año, ¿cómo evalúa la participación de Bolivia en el Consejo de Seguridad?
— El propio secretario general de la ONU, António Guterres, destacó la participación del país en el Consejo de Seguridad. Es una presencia digna, independiente y soberana que defiende los principios de la Carta de Naciones Unidas; no estamos como un invitado de piedra.
Bolivia ha mantenido una posición importante en el tema sobre la guerra en Siria, sobre los misiles de Corea del Norte; en los temas sobre la crisis de África, tratando de atacar las causas estructurales de los problemas; no solo apagar incendios.
— ¿Cuál es la postura de Bolivia sobre la crisis en Corea del Norte?
— Las dos amenazas que está enfrentando la humanidad son: el cambio climático y la posibilidad de un enfrentamiento nuclear. El caso de ese riesgo está fundamentalmente en la península de Corea. Paquistán y la India tienen armas nucleares, así como Israel. Corea no es el único lugar sensible, pero es el más complicado.
Bolivia tiene una posición de rechazo, no solo a la producción y ensayos con armas nucleares; hay que eliminarlas de todo tipo de doctrina militar y de defensa, también hay que acabar con todos los arsenales.
En lo que corresponde a la península coreana, nuestra posición ha sido que Corea del Norte, de manera verificable, tiene que desmontar su arsenal y
desactivar su capacidad de producir armas nucleares. Para Bolivia, no existe una salida militar al conflicto de la península coreana.
También planteamos la reactivación de conversaciones entre Corea del Norte, Corea del Sur, Japón, Rusia; Estados Unidos y está presidida por China. El grupo de países debe retomar una negociación para que se desnuclearice la península y se frene una política de cambio de régimen o desestabilización.
— ¿Se ve una posible injerencia?
— Uno de los argumentos que tiene Corea del Norte para no desarmarse es que cuando Sadam Husein (Irak) cedió, vinieron las políticas de cambio de régimen, intervencionistas. Es un tema importante, hay que analizarlo; es parte de la historia que ha dejado funestas consecuencias.
Estamos apostando a que exista un rol más protagónico de la Secretaría General de las Naciones Unidas y que se aplique una lógica de diplomacia para resolver este tema. Las crisis derivan en desastres cuando no hay estadistas que las administren; eso es lo que puede pasar en la península coreana. No estamos viendo estadistas ni en Estados Unidos ni en Corea del Norte.
— ¿Cree entonces posible un problema nuclear en esa zona?
— Cuando me refería a que es una de las amenazas de la humanidad no dije que sea inmediatamente, pero el hecho de que existan armas nucleares es un riesgo y no es el único escenario en el que pueda haber un problema . Además, cuando hay Estados que violan el tratado de no proliferación nuclear, motiva a que otros puedan tener armas nucleares; crea inestabilidad.
Los conflictos armados no solo se precipitan por la decisión de quienes están al mando político militar; a veces, errores de comunicación, de cálculo, malos entendidos, generan una confrontación bélica. Imagínese que uno de los misiles balísticos que lanza Corea del Norte caiga por equivocación sobre territorio japonés o impacte sobre un barco pesquero en el océano Pacífico; eso puede desatar una crisis terrible; además que se agravaría por la presencia militar de Estados Unidos. No solo el uso de armas nucleares puede generar consecuencias desastrosas.
Ahora, lo que nos preocupa es que hubo una escalada de la retórica entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte. Además, hubo una escalada mucho más preocupante con el lanzamiento de misiles balísticos y pruebas nucleares y por otros ejercicios. La instalación de armamento de parte de EEUU en esa zona también genera tensión.
— ¿Hubo consenso en el Consejo de Seguridad para tomar una decisión sobre este tema?
— Sí. En imponer sanciones a Corea del Norte por violar varias resoluciones que le prohíben hacer ensayos nucleares o lanzar misiles balísticos. Esas resoluciones también hablan de las salidas políticas, pacíficas a este tema; entonces, se está cumpliendo la parte de las sanciones, pero no la parte diplomática.
Confianza en la independencia de la CIJ
De los 15 jueces que forman parte de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), cinco serán renovados o bien ratificados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en proceso en que interviene en paralelo el Consejo de Seguridad y la Asamblea General. Llorenti detalla aquí el procedimiento que se seguirá en noviembre. Existen seis candidaturas para la Corte.
— ¿Cómo se está viendo en Naciones Unidas el último tramo de la demanda marítima?
— Hay mucha expectativa, hay mucha solidaridad con el país, expresada de distintas maneras. Confiamos en la Corte Internacional de Justicia para que se resuelva un tema que está pendiente en la región. Esto se ve como una forma de resolución pacífica de controversias y no violenta de los conflictos a través de la negociación. Confiamos en la Corte, confiamos en su independencia.
No es un tema solo de acceso a los mercados o solo para quebrar este encierro; es una cuestión íntimamente vinculada con nuestra identidad que nos llama y lo hará hasta que consigamos el objetivo.
— ¿Cómo será el proceso de elección de los jueces en la CIJ?
— Este es un tribunal que sigue funcionando y no existe una pausa; tiene sus propios tiempos. En noviembre se van a elegir a cinco nuevos jueces; están presentadas seis candidaturas y se los elige en dos escenarios de votación paralela, tanto en la Asamblea General como en el Consejo de Seguridad. Los que sean elegidos tienen que tener dos tercios de voto cualificado en ambos escenarios y eso hace que sea una elección interesante. Queremos fortalecer la independencia e imparcialidad de la Corte, ese es nuestro objetivo.
SachLlorenti Soliz llegó a presidir la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) durante el reciente periodo de sesiones. Desde enero está en el Consejo de Seguridad y evalúa aquí los desafíos que le ha tocado sortear en estos meses. Es un defensor del multilateralismo.
Datos:
Nació: En Cochabamba el 13 de marzo de 1973. Profesión: Abogado especializado en derechos humanos.
Ocupación: Embajador de Bolivia ante las Naciones Unidas
Representa al país ante la ONU desde el 5 de septiembre de 2012. Tras ejercer como viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, llegó a ser ministro de Gobierno.