Región: en 2 años habrá 16 elecciones
El proceso político, advierten, no será fácil: sobrevienen dos malos años en economía.
En casi dos años, la mitad de los países latinoamericanos y del Caribe vienen reconfigurando el mapa político regional. Entre noviembre de 2017 y octubre de 2019, 16 naciones celebraron y celebrarán elecciones generales (presidenciales junto a las legislativas por lo común); 8 lo hicieron entre 2017 y 2018; y las restantes 8 lo harán en 2019, Bolivia entre ellas, según el registro elaborado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). Una nutrida agenda electoral que, sin embargo, no incluye diversos comicios regionales y municipales que, ya más desde lo interno, complejizarán el panorama político de la región. (Ver el cuadro más abajo)
Entre lo más significativo de los actos electorales pasados, sin duda están los giros ideológicos que implicaron las elecciones generales en Chile (diciembre de 2017), de la centroizquierda liderada por la expresidenta Michelle Bachelet a la centroderecha de Sebastián Piñera; México (julio de 2018), de la presidencia de Enrique Peña Nieto del tradicional Partido Revolucionario Institucional (PRI) al izquierdista Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador; y Brasil (octubre de 2018), que tras la destitución de la expresidenta Dilma Rouseff, del Partido de los Trabajadores (PT), pasó al otro al extremo de la derecha con Jair Bolsonaro.
En lo que viene, las elecciones presidenciales de 2019, las justas que previsiblemente gravitarán el panorama político serán las de El Salvador, Argentina, Uruguay y Bolivia.
En el análisis de la tendencia regional Súper ciclo electoral en Latinoamérica ¿hacia dónde va la región?, del grupo Thinking Heads, encuentra, entre otras, que las claves del proceso son “la corrupción, la desafección democrática y el bajo crecimiento económico”; en todos los países hay, aseguran, una fragmentación política que favorece la llegada de “nuevos políticos populistas de derecha o izquierda”, que la regla sigue siendo altas tasas de abstención electoral y que para fines de 2019 es posible que no haya liderazgos de mujeres en la región.
Al respecto, la economista Lourdes Montero añade que un problema complementario a la corrupción es la cuestión de la inseguridad ciudadana: “Cada vez las personas tienen más miedo”, y esto, ligado a la corrupción, afirma, es el mejor caldo de cultivo “para el crecimiento de nuevos liderazgos de miradas populistas, proteccionistas ante nuestra sensación de inseguridad y moralistas ante nuestra sensación de corrupción”, siendo uno de los paradigmas de esto el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Hoy, la política y el voto, destaca Montero, ya son incomprensibles sin tomar en cuenta dos hechos contemporáneos: las redes sociales y las fake news (informaciones falsas); hechos que en cierto sentido socavan la democracia. En lo primero, el tema es cómo ahora hay una “guetización [de gueto: grupo social marginado o exclusivo] de la información”, crear círculos de ideas y creencias compartidas a través de los cuales la gente forma su opinión, habiendo muy “poca discusión entre distintos”. Las noticias falsas, por su lado, son la abierta posibilidad de “crear movimientos de opinión pública en función a supuestos, lo que afecta mucho a la democracia”.
Un hecho que no hay que dejar pasar, demanda el análisis de Montero, es la abierta voluntad del “poder terrenal” de las iglesias, “con estrategias políticas claras de intervenir en el campo político”. Iglesias de distinto signo (evangélicas, católicas y otras) que “ya no quieren solo influir en el campo político, sino que quieren tomar el poder”: caso Costa Rica, o el nuevo conservadurismo de los evangélicos en Brasil; la Iglesia Católica en Cuba, que logró que se retroceda en la admisión social del “matrimonio igualitario”, entre otros.
Ratificando la idea de la ausencia de mujeres en el actual ciclo político (los dos años de elecciones seguidas que se citó arriba), hoy día es notoria la irrupción de peculiares “caudillismos masculinos”, apunta Montero. Liderazgos que por lo común implican el intento de tomar el voto desafecto, descontento con lo político tradicional. Y entre este nuevo elector —llama la atención la analista—están en primer lugar los jóvenes, esos que bien pueden decidir un presidente. “Las elecciones de octubre en Bolivia, por ejemplo, prácticamente la van a definir jóvenes que nunca han pasado por una dictadura, no tienen tan vivido el sentido de la recuperación de la democracia y, por tanto, tienen ese horizonte de época muy distinto al de sus padres”.
El problema es que son estos nuevos electores, asegura, los más influenciados por los medios de comunicación, que “tienen esa sensación de espectacularización de la política, donde figuras como Bolsonaro pueden tener ese peculiar crecimiento inesperado y rápido”.
Pero, si hay un dato que también va a condicionar los procesos eleccionarios, especialmente de los que se vienen, es el “telón de fondo” económico, la mayor bonanza o crisis de las economías locales y externas.
Al respecto, el economista Horst Grebe llama la atención acerca del “malestar de la economía” (artículo de opinión en La Razón del domingo 30 de diciembre de 2018), que se viene al menos entre 2019 y 2020.
El problema es, señala, cómo la economía se está desacelerando: “De manera general, no se identifican a estas alturas fuerzas motrices capaces de imprimir un dinamismo mayor a la economía mundial”. Por no ir muy lejos, dada su influencia en Latinoamérica, en esto se puede hablar del “gigante asiático”, “China es el principal motor que hoy en día está reduciendo su dinamismo a la mitad del pasado”.
Y el impacto que vaya a tener la práctica ralentización de la economía, reflexiona el economista, “no tiene nada que ver con la orientación político ideológica de los gobiernos, sino sobre todo con su situación financiera”, con el tamaño y la manera en que han ‘construido’ su deuda externa; y llueve a todos: “países como Argentina, por ejemplo, están con graves problemas de financiamiento, pero también lo está Venezuela, los dos extremos; también Brasil”.
No por complicado es menos cierto, pero “para ver cómo impacta la reducción del crecimiento global —destaca Grebe— hay que fijarse en las condiciones de financiamiento y las condiciones del comercio. En 2018 ha habido una mejora en los términos del intercambio porque ha subido el precio del petróleo, los minerales y los productos agroindustriales. En cambio, en 2019 se espera una caída importante del precio del petróleo y también de los otros productos primarios. Los que van a recibir impacto son los exportadores de petróleo, obviamente los de gas”.
Y, claro, con que China empiece a estornudar, aquí, en Latinoamérica se vería principios de pulmonía. Deben preocuparse mucho los países que dependen de “la demanda china. Argentina, por ejemplo, que vende gran parte de su soya a China; la demanda china está bajando más de lo que se preveía hace un par de años. Y China baja por varios factores: uno es el viraje de su estrategia de crecimiento y en segundo lugar los efectos de su guerra comercial con Estados Unidos”.
Ahora, en sana lógica, para enfrentar la previsible crisis, “la mejor defensa para América Latina, destaca el economista, sería la de la integración regional. América Latina debería hacer un gran esfuerzo para generar apoyos recíprocos y mejores condiciones de cooperación e integración. Pero lo que dificulta esto son los problemas políticos; ahí viene el alineamiento que se ha agudizado con la posesión de Nicolás Maduro en Venezuela. Así, los mecanismos de integración y cooperación de la región, que deberían estar en un nivel mucho más intenso de funcionamiento, hoy están paralizados, ese es el problema”.
Lo que tocará a los gobiernos, sean de izquierda o de derecha, entonces, es el pragmatismo: “En esta circunstancia externa, donde operan factores que no están bajo nuestro control, no se pueden adoptar medidas ideológicas, sino medidas muy pragmáticas, y al mismo tiempo tienen que verse varias combinaciones de políticas, no se puede funcionar con un solo instrumento”.