88% de participación, fue el sentimiento de superar la inestabilidad
En una anterior entrevista, Sottoli había dicho que para pacificar al país había que electoralizarlo
Tras las elecciones del 5 de julio en República Dominicana, en plena pandemia del COVID19, donde se tuvo una participación de apenas 52% de votantes, en Bolivia se daba por descontado que la elección presidencial iba a ser de las peores en cuanto la asistencia de la gente a las urnas; de hecho, era uno de los argumentos centrales para postergar los comicios; casi se amenazaba a la gente: ¿qué queremos, la vida o las elecciones? o aquello de que por la salud de la democracia, mejor postergar la elección porque, ya se vio República Dominicana, la participación por el miedo a la enfermedad será muy baja y un gobierno elegido por un voto reducido será ilegítimo… Pero llegó el 18 de octubre y un hecho que sorprendió tanto a los observadores extranjeros como, acaso más, a los nacionales fue el alto nivel de participación ciudadana; nada menos que 88%, la segunda en la historia, superada solo por la elección de 2009, que llegó a 89%; pero además, y esto es lo peculiar, en plena pandemia del coronavirus. Como diciendo: “¿elecciones o vida? Elecciones”. ¿Qué pasó? ¿Por qué el país alcanzó uno de sus más altos porcentajes de participación en plena crisis sanitaria? Planteando un poco la “mirada desde afuera”, la coordinadora residente del Sistema de Naciones Unidas en Bolivia (la máxima autoridad del organismo en el país), Susana Sottoli, sugiere una explicación: no solo es la tradicional vocación democrática de la población boliviana; esta vez también jugó el sentimiento, el impulso de acabar con la inestabilidad política a través del voto.
—¿Evaluación del 18?
—La jornada electoral fue ejemplar; tenemos que decir que a nivel internacional, las elecciones en Bolivia estuvieron en la mira de todos. Y la jornada fue pacífica, con una alta participación; la gente fue a votar respetando las medidas de bioseguridad; el balance de esa jornada nos dio un cierre del proceso electoral que significa el retorno al ejercicio legítimo del poder por la vía institucional. El proceso también ha significado un espacio democrático, transparente y sólido puesto que ha tenido la veeduría, la observación de misiones internacionales y de misiones domésticas, de más de 35 mil delegados partidarios. Todos coincidieron en la imparcialidad política, la calidad técnica y, en general, la solidez de este proceso; esto también se ha visto reflejado en la rápida reacción, no solo internacional sino también nacional, de respeto y reconocimiento de los resultados.
—En una anterior entrevista, usted decía que para pacificar al país había que electoralizarlo.
—Seguimos sosteniendo que el proceso electoral que culminó el 18 fue un hito histórico muy necesario en el proceso de pacificación, de reinstitucionalización del país. Obviamente, todos sabemos que una elección es eso, un momento muy importante de redistribución del poder legítimo, pero que no puede absolutamente en un corto tiempo resolver todos los aspectos que subyacen, en el caso de Bolivia, de fracturas sociales, étnicas, regionales; y este es el aspecto que resalta ahora, que se abre una nueva etapa en que creemos que la madurez cívica que ha mostrado la sociedad boliviana, al acudir a las urnas el 18 de octubre pudiera ser replicada por los actores políticos, en una nueva etapa de apertura e inclusión centrada en la idea democrática de no solamente respetar la legítima elección de mayorías, sino también de las minorías, de aquellos sectores que como resultado de esta elección pueden no sentirse representados y que obviamente van estar a la expectativa de que continúen abiertos los canales de inclusión, de negociación, de diálogo, sobre todo pensando en las tensiones sociales y políticas del último año.
—Uno de los hechos que más ha sorprendido no solo a los observadores internacionales, sino a los propios bolivianos, ha sido la alta participación, 88%, y eso en medio de una pandemia.
—Absolutamente. Este es un indicio de no solamente la gran vocación democrática de la ciudadanía, sino también probablemente un reflejo del sentimiento creciente ciudadano de acabar el proceso, culminar la inestabilidad política, la transición hacia un momento más estable, donde se restablezcan las instituciones democráticas a través del voto. Yo he tenido ocasión de recorrer recintos electorales, conversar con la gente, y el mensaje que escuchaba era precisamente eso: en un año muy difícil, no solamente a nivel político, sino a nivel sanitario, económico, por la crisis de la pandemia del COVID-19, el hecho de ejercer el voto para la gente significaba un paso adelante en el proceso de estabilización del país, para permitir al gobierno legítimamente elegido abocarse a las prioridades que pesan muy fuerte en el día a día de la gente, la salud, el ingreso familliar, la educación suspendida para los niños. Creemos que el mensaje de la ciudadanía al acudir de esa manera a las urnas era como decir ‘okey, retomo a través de este proceso a cerrar este ciclo y abrir otro donde podamos atender estos retos’.
—La elección ha ratificado la mayoría de las mujeres en la Asamblea, muchos jóvenes, indígenas.
— Sí, esta es una muy buena noticia. Esta fue la primera vez en la historia que las listas electorales estuvieron con el mandato normativo de la paridad, y esto dio como resultado, efectivamente, que la Asamblea Legislativa recientemente elegida tenga 88 legisladores varones y 87 legisladoras mujeres, y una mayoría de mujeres en el senado. Creo que esta nueva cara de la Asamblea, no solamente con paridad y género, sino también con diversidad etaria, es decir, una renovación con gente joven que puede aportar con diversas ideas y perspectivas a la agenda legislativa, es una muy buena noticia para Bolivia; además de observar que va haber también legisladores de diferentes profesiones, antecedentes, hay algunos que vienen de movimientos sociales, otros de posiciones profesionales, o de activismo en diferentes temas, medioambiente, mujeres. Creo que esto le va dar a la Asamblea una nueva dinámica; y esperamos que refleje también esta ansia de mayor apertura, mayor inclusión, y esperamos que los actores políticos puedan procesar esto dentro de la Asamblea.
—¿Cuál es ahora la agenda de gobernabilidad, según ve Naciones Unidas? Hay tres fuerzas, el retorno del MAS, la presión de los movimientos sociales, de las plataformas opositoras…
—Nosotros observamos que hay varios retos y prioridades. Pensamos que una de las prioridades es abordar los impactos socioeconómicos de la crisis del COVID-19. Como sabemos, esta es una crisis global; todos los países del mundo, y esta región van a experimentar un retroceso en el crecimiento económico, una recesión muy fuerte, y esta situación va requerir de toda la prioridad en términos de cómo reactivar la economía, el empleo y el ingreso para las familias. Relacionado con esto está seguir atendiendo a la pandemia misma. Que puede presentar un rebrote, lo que significa seguir fortaleciendo el sistema de salud. También vemos una agenda muy importante relacionada a seguir fortaleciendo la institucionalidad democrática. Seguir fortaleciendo al Órgano Electoral; no olvidemos que estamos en puertas de las elecciones subnacionales, y van a requerir el mismo nivel de participación, transparencia, imparcialidad, calidad técnica que hemos observado en las elecciones nacionales. Por último, pero no menos importante está toda la tarea de abordar la reforma de la justicia, para evitar el ciclo recurrente de que la justicia sea usada para fines políticos u otros fines que no corresponden a la necesidad de certeza jurídica que las ciudadanas y ciudadanos necesitan en el país.
—Parece que se va a necesitar mucho de concertación
—Toda esta agenda, que es muy compleja, obviamente necesita de un proceso de diálogo, acuerdos, reconciliación y mayores niveles de cohesión, mayores niveles de comunicación. Esa es la gran tarea nacional y esperamos que los actores políticos tengan el liderazgo, la visión de entender que esta es la oportunidad para que Bolivia avance por el camino de empezar a cerrar estas brechas, y abocarse a los desafíos del desarrollo, que son muchos y que necesitan una Bolivia mucho más cohesionada.
—Para las subnacioneles, ¿cómo seguirá asistiendo la ONU?
—Se va a seguir con el proyecto electoral liderado por el PNUD, que consiste en la asistencia directa con expertos internacionales que coordinen con los tribunales electorales departamentales; asistencia técnica y financiera, que significa seguir apoyando a los tribunales a subsanar limitaciones o posibles brechas todavía para que las elecciones tengan el nivel técnico y de transparencia requerido; esto puede incluir apoyo en la capacitación de notarios, de jurados, apoyo en toda la parte de infraestructura, apoyo técnico, informático y también y muy especialmente por parte de ONU Mujeres, apoyo a todo lo que es la paridad y la capacitación de candidatas.
Susana Sottoli
Como Coordinadora Residente, es la máxima autoridad de Naciones Unidas en Bolivia. Llegó al país en febrero; cuenta con más de 20 años de experiencia en el trabajo de desarrollo, incluidos 18 años con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Datos
Nombre: Susana Sottoli
Profesión: Maestría en Sociología y un doctorado en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Heidelberg, Alemania
Perfil
Trabajó como investigadora y consultora en Estados Unidos, Europa y América Latina en temas como pobreza, igualdad de género y protección social, entre otros.
(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón