El mundo multipolar nace entre guerras
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Las grandes transformaciones geopolíticas que hoy vive la humanidad desde la perspectiva de Horst Grebe y Hugo Siles
El Punto sobre la i
Después de la caída del muro de Berlín, en 1989, una serie de cambios se aceleraron en la Unión Soviética, que concluyeron con su disolución en 1991. La Guerra Fría había llegado a su fin y quedaba Estados Unidos como la potencia reinante a lo largo y ancho del orbe. Ese es considerado el inicio, a todas luces, del momento unipolar.
La potencia norteamericana ejerció un poder nunca antes visto por la humanidad, tanto por el alcance de su influencia como por la forma en que fue amoldando el desarrollo de la sociedad global en función a sus intereses. Sin embargo, ya en la primera década de Siglo XXI quedaba en evidencia que otro grupo de países, con China en la vanguardia, entraba a disputar el poder hasta entonces hegemónico de los Estados Unidos. Hoy la humanidad atestigua el surgimiento de un orden mundial multipolar, cuyo parto está siendo crujiendo en las guerras de Europa del Este y Oriente Medio.
Conversamos al respecto con el profesional en relaciones internacionales y actual embajador de Bolivia en China, Hugo Siles Núñez del Prado, y con el destacado economista boliviano Horst Grebe López. A continuación, les presentamos las ideas vertidas sobre el tema por nuestros dos analistas invitados.
Hugo Siles
Los cambios en las relaciones de poder en el sistema internacional, nos permiten ver un orden posthegemónico. El entorno internacional bipolar y unipolar, llegaron a su fin. Configurándose en su lugar un sistema de orden multipolar que permite una mayor gravitación e influjos de los países en vías de desarrollo. Luego de que algunos creyeron que la globalización podría ser gobernada de manera unilateral y sin reglas, abandonada a las fuerzas de los mercados, la crisis económica, la crisis del cambio climático, la crisis energética y de seguridad alimentaria, y la crisis post Covid, entre otras, literalmente esto ha obligado a la comunidad internacional a superar el paradigma del neoliberalismo. El mundo posee una mayor conciencia de que existe una agenda que debe ser enfrentada y gestionada de forma multilateral y en mayor apego sobre las desigualdades y los ahora efectos post pandémicos en todas las economías del planeta. Un mundo multipolar, en el fondo, es donde los alineamientos, no son necesariamente automáticos e imprescindibles y donde quedan abiertas múltiples opciones de cooperación y alianzas sectoriales. El mundo se está transformando de forma vertiginosa. Hay un cambio cada vez mayor del prolongado ocaso de la dominación de Occidente en el sistema internacional. Un predominio que parecía ser algo inamovible, años atrás. En este sentido, asistimos a una situación novedosa en donde Occidente, representado por Estados Unidos, está experimentando una declinación. Ya no puede imponer sus intereses como lo hizo después de la Segunda Guerra Mundial.
El conflicto entre Ucrania y Rusia, el cual pudiera desembocar en un proceso bélico mayor, está liderado y planificado por el Pentágono de Estados Unidos para fragmentar a Rusia a través de políticas como el acoso militar a sus fronteras. Es una guerra librada por Occidente bajo la dirección de los Estados Unidos. Múltiples estudios e informes en la década del noventa, recomendaban promover la vigilancia y el acoso a Rusia luego de la implosión de la Unión Soviética, en consideración de que la nación euroasiática representaba aun una amenaza en poderío tecnológico y militar para los intereses estadounidenses en la región. La vigencia de la doctrina de política exterior norteamericana y del plan estratégico actual en diversos campos (financiero, producción, comercio internacional y el campo militar) con respecto a Rusia se encuentra en plena ejecución. Por ello esta guerra, no es entre Ucrania y Rusia, sino entre Estados Unidos y Rusia. La guerra en Ucrania es una catástrofe para Europa. Es una guerra que no se puede ganar, que podía haberse evitado, que surgió de esa campaña de “rusofobia” llevada a cabo por el gobierno de Estados Unidos. Fue una provocación perfectamente planificada. Rusia se defiende de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de EEUU. El presidente Putin, dijo recientemente; que no se podía hablar de orden mundial basado en reglas donde todos los países tenían derecho a la seguridad menos Rusia.
La postura de los gobiernos europeos, es de absoluta sumisión ante un gobierno imperial estadounidense, cuyo influjo a nivel internacional comienza a declinar. Tal declive se evidencia en las acciones de los organismos de defensa estadounidenses -representados por ejemplo en la figura de la señora Laura Richardson, jefa del Comando Sur- que intentan aumentar su influencia en los países a los que los Estados Unidos considera “protectorados” en la zona centro y sur del continente americano, o afianzar alianzas en contra de las supuestas injerencias de países como Rusia, China e Irán, para según ellos mantener la “armonía” dentro de lo que la funcionaria norteamericana llama “nuestro vecindario” y que no tienen otro objeto que el intento de impulsar y mantener su hegemonía militar, económica, comercial, tecnológica y cultural en las naciones latinoamericanas. Sobre Rusia, es preciso destacar la consistencia y la fortaleza de su economía, frente a la serie de medidas restrictivas guiadas por el gobierno estadounidense y respaldado por países de la Unión Europea. Medidas, por cierto, que resultaron en un efecto boomerang que afecta a los propios europeos.
Ahora bien, las naciones europeas no están en la misma situación de desventaja e incluso dependencia de muchos gobiernos latinoamericanos, por lo que permitir presiones comerciales por parte de los Estados Unidos supone una actitud de subordinación, cuando menos vergonzosa. Para tales gobiernos, la guerra por proximidad que comienza a desatarse ha sido un golpe económico e incluso logístico, mientras que la bolsa de valores controlada en Wall Street aumenta con un éxito considerable para las empresas del conglomerado militar norteamericano. Estados Unidos para ganar esta guerra tiene que involucrarse directamente y no tiene condiciones políticas internas. Esta guerra situada en Europa del Este, no puede observarse sin China como factor de importancia, y blanco último de las intenciones estadounidenses, pero que, debido a la evolución vertiginosa de China, en rubros como la tecnología y las ciencias de la inteligencia artificial, entre otros avances tecnológicos sorprendentes, resulta un rival demasiado portentoso para el decreciente Imperio norteamericano.
Sobre el conflicto en Gaza, Estados Unidos apoya y promueve al Estado de Israel en todas sus acciones contrarias al derecho internacional y el genocidio y la barbarie cometidos en contra de la población civil de Palestina. A la fecha, no existe una propuesta de los países hegemónicos, como Estados Unidos y sus aliados, para frenar esta masacre. Israel quiere exterminar a Gaza con el apoyo de los Estados Unidos, y que al igual que con Ucrania, rápidamente se tramita con el poderoso senado norteamericano, el apoyo militar y financiero para continuar la guerra.
Mientras China, coherente con su orientación y principios de política exterior, ofrece su diplomacia Itinerante, de buscar mediar y construir consensos entre Rusia y Ucrania. Y que Israel permita que las Organizaciones Humanitarias, tengan los recursos y el espacio para efectuar las misiones de rescate en Gaza. China apoya firmemente la causa justa del pueblo palestino, para restaurar sus derechos nacionales legítimos, oponiéndose enérgicamente al traslado forzoso del pueblo palestino y a la ocupación del territorio palestino. Mientras China gestiona la Paz y la cooperación, Estados Unidos, promueve la guerra.
El Estado israelí ha demostrado una obstinada vocación por ignorar las diversas resoluciones de Naciones Unidas y las estipulaciones de la legalidad internacional. Por consiguiente, el gobierno de Tel Aviv no se ve dispuesto a ceder ante las presiones de ningún otro actor del sistema internacional, sea China, Rusia o cualquier otro; solo aceptaría, y no sin ofrecer gran resistencia, a una tajante orden de Washington, cosa que la administración del presidente Joe Biden no parece estar dispuesto a emitir, inspirados en la histórica orientación de política exterior norteamericana sobre el conflicto árabe-israelí. Bajo estas circunstancias, el futuro de este conflicto está depositado por gruesos nubarrones que presagian una muy probable intensificación y extensión de las hostilidades y genocidio en flagrancia.
La invasión rusa a Ucrania, ha revelado los dobles estándares del mundo occidental con el caso de los derechos humanos. Tras el comienzo de la invasión militar de Ucrania por parte de Rusia, los países occidentales y sus aliados apoyaron al gobierno y al pueblo de Ucrania con todas sus fuerzas. Pero si nos remontamos al pasado, la comunidad internacional y el “mundo civilizado” no condenaron a Estados Unidos por invadir a Irak y Afganistán. En su momento, las organizaciones defensoras de derechos humanos no condenaron al gobierno de Estados Unidos, por los abusos contra los derechos humanos y crímenes de guerra. Una hipocresía flagrante, que almacena un coste muy alto, en términos de pérdida de credibilidad y prestigio mundial dañado.
Por ello, la decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de apoyar la actuación de Israel en Gaza, tan poco tiempo después de haber condenado, en un contexto diferente, la actuación de Rusia en Ucrania, ya está teniendo un impacto real en las relaciones entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste, con consecuencias que podrían extenderse durante décadas. Es probable que la actitud arbitraria de Washington, tal y como se percibe en gran parte de los países del Sur Global, provoque un ajuste de cuentas más amplio. En este sentido, ha ocurrido algo importante e interesante, y quizá incluso una fuente de esperanza, y es que hemos visto que para gran parte del llamado Sur Global y en muchas ciudades de Occidente, Palestina ocupa ahora este tipo de espacio simbólico. Es una especie de “avatar” de una rebelión contra la hipocresía occidental, contra este orden mundial inaceptable y contra el orden poscolonial.
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En esencia, la descomposición del orden mundial es el verdadero fenómeno en cuestión y no la transición violenta que desencadene en una tragedia nuclear. Este cambio del orden mundial se refleja en el fin de la globalización neoliberal y en el cambio y redefinición de las relaciones de poder. En este contexto los desafíos y oportunidades de los países latinoamericanos están en medio del eje inestable del conflicto y la presión del gobierno estadounidense. Por ejemplo, la presión sobre Brasil y las naciones que integran los BRICS (Rusia, India, China y Sudáfrica). En contrapartida la deuda pública de Estados Unidos es superior al 125% del producto bruto de ese país. Su economía se sostendrá mientras predomine la confianza del mercado en el dólar, pero cada vez más comerciantes intercambian productos en monedas locales. Así pasa con los BRICS, que ya son más gravitantes que los países del G7. La importancia y gravitación de un actor como China en este mundo de configuración multipolar, es que este gigante país reitera su apoyo al papel central de las Naciones Unidas en la gobernanza global y la necesidad de reformas para fortalecer el multilateralismo y por ello, frente a los complejos desafíos globales actuales, la cooperación internacional es más importante que nunca. China es en la actualidad, un referente fundamental en la política exterior de cualquier país y parte esencial de la configuración del orden internacional multipolar y el Sur Global. La nueva China, no solo cambió la Economía mundial, sino también la distribución de los recursos en el mundo y drásticamente la geopolítica.
Horst Grebe
En este momento tenemos que considerar que existen dos superpotencias: Estados Unidos y China. Hay varios países y grupos de países considerados potencias intermedias. Rusia es el país más extenso del mundo, es una potencia nuclear, pero es un enano en términos económicos. Su producto interno bruto (pib) es parecido al de Italia. India avanza hacia una posición de potencia intermedia, es el país más poblado del mundo, y ha aterrizado recientemente un satélite en la luna. Sin embargo, su pib per cápita es de apenas $us 6.600, que es la décima parte de los Estados Unidos. Esto también hay que tomar en cuenta. La Unión Europea es un caso particular, puesto que es la principal potencia comercial del mundo, pero en términos geopolíticos recién ha empezado a organizar su seguridad. Una agrupación importante es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que es una alianza defensiva colectiva de los países occidentales, con 32 países miembros. También hay que tomar en cuenta otra organización de países, que es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde están 38 países considerados los más ricos del mundo. En lo que cuenta en el poderío relativo, hay que tomar en cuenta población, gasto militar, volumen de arsenal nuclear y el nivel de dominio tecnológico propio, donde considero que es importante el haber llegado a la luna, por ejemplo. Armas nucleares tienen Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte, Israel. O sea, no son pocos los que están en posibilidad de lanzar ataques nucleares. Los países que han llegado a la luna son Estados Unidos, Rusia, China, India y Japón.
Ahora, el mundo está transitando de uno unipolar a otro multipolar. Efectivamente, en las dos primeras décadas del presente siglo ha comenzado un enorme desplazamiento de poderes del mundo, pasando de un sistema dominado por una sola potencia a un sistema en el que varias potencias compiten por influencia y liderazgo. En términos agregados, se trata del mayor trasiego de poder en la historia mundial, del Atlántico Norte hacia el sudeste de Asia y luego se ha incorporado también la zona del Indo Pacífico. en el ámbito del Asia. Estamos en el comienzo de un tránsito del breve momento internacional unipolar, que se lo considera desde 1991 hasta comienzos de este siglo, a un orden multipolar. Pero, no está todavía definido cómo se van a constituir los polos regionales. Considero que es un error el enfoque que señala que los Estados Unidos se han debilitado y que por eso, digamos, la insolencia de algunos para desafiar ese orden. Estados Unidos ha aumentado su poder en los últimos años, de lo que se trata es del aumento de otras potencias que han adquirido un poder que antes no tenían. Por lo tanto, eso es lo que está cambiando la correlación de fuerzas: las potencias emergentes. que son muchas. Eso está dando lugar a una mayor inestabilidad, con conflictos en el mundo, formación de nuevos tipos de alianzas y coaliciones. La situación que ahora tenemos, que son varios focos de guerra abierta, tienen posibilidad de dos cosas. Una, la expansión territorial, y otra, la perspectiva de que pudiera escalarse hacia un conflicto nuclear: o sea, una tercera guerra mundial.
Estamos ante esta transición hacia un orden más equilibrado, en términos de distribución del poder. Es decir, aparecen más países con poder importante y todo esto fue impulsado por China como una potencia emergente capaz de competir con los Estados Unidos y ser exitosa en esa competencia en diferentes ámbitos Pero el inicio de un tránsito a un mundo multipolar y una geopolítica dominante sobre otras consideraciones ha ocurrido por los desafíos de Rusia con la anexión de Crimea y los territorios del Dombás, lo cual para muchos define una nueva geopolítica global a partir de esta invasión de Rusia a Ucrania que se consolidó ya con invasión territorial y el intento de ocupar toda Ucrania en febrero de 2022.
Lo que se puede avizorar hacia adelante es una fragmentación del orden internacional en cuatro ámbitos. Ya no hay una situación unificada donde desde una sola instancia se organizaba el mundo bajo los principios establecidos, digamos, al final de la Segunda Guerra Mundial. En materia de seguridad, el tema es indiscutiblemente dominado por los Estados Unidos. Es el país que tiene las condiciones únicas de intervenir en cualquier región del mundo, a pesar de que ahora se les están complicando las cosas y probablemente tengan que elegir en qué conflictos van a participar y cuáles los van a abandonar, como fue el caso de Afganistán. En materia económica, hay una disputa sobre la conducción de las reglas del juego. Mucha gente piensa que la Organización Mundial de Comercio todavía es un ámbito en el cual se tienen que resolver los conflictos comerciales. También hay una idea de una posibilidad de una fragmentación de un orden financiero separado en dos ámbitos: uno con el dólar como la moneda principal y otro con una serie de otras monedas que entran en la disputa. Esto todavía está bastante nebuloso, no hay claridad. En cuanto al cambio climático, está claro que hay un orden donde participa una multitud de gobiernos, ONGs y empresas transnacionales, como hemos visto en las recientes conferencias de los países sobre el tema. Finalmente, en tecnología se puede decir que el orden lo están estableciendo y dirigiendo los grandes monopolios tecnológicos como Google, Amazon, Facebook, Apple, y quizás se incorporen algunos otros monopolios en el futuro.
Ahora, lo más llamativo de la situación actual es que, en Europa, la preocupación mayor es prepararse para la eventualidad de que Donald Trump gane las elecciones en Estados Unidos, en noviembre. Esto tiene que ver con la guerra de la Ucrania y el rol que juega la OTAN, que es la alianza en la cual se toman todas las elecciones del apoyo a Ucrania. Entonces, si Trump le quita apoyo o se retira del OTAN, esto pone a los europeos en una situación muy complicada, puesto que durante décadas se ha beneficiado de la protección de su seguridad por parte de Estados Unidos. Entonces, es por eso que hay cambios importantes en la perspectiva de la Unión Europea, que además está esperando las elecciones del mes de junio del Parlamento Europeo donde la correlación de fuerzas puede cambiar bastante.
Sobre la guerra intermediada entre Rusia y Estados Unidos, muchos hablan que para resolver el tema de Ucrania se tienen que sentar a la mesa los rusos y los estadounidenses, puesto que estos últimos son los que dirigen y dominan en la OTAN. Sin el apoyo de los países de la OTAN, Ucrania no hubiera resistido estos años. Entonces, China, en este caso, tiene un acuerdo con Rusia, pero no participa directamente en el conflicto. Lo que hace es comprarle todo el gas y el petróleo que le han dejado de comprar los europeos. Esto habilita a los rusos para seguir peleando en Ucrania, a un costo elevadísimo, es cierto. Pero no creo que haya una escalada en el corto plazo, en un conflicto abierto entre Estados Unidos y China, a menos que ocurra algo en Taiwán. Eso sí desataría una confrontación entre China y Estados Unidos, que cambiaría naturalmente la situación actual de manera radical.
El conflicto en Palestina está latente desde 1948, cuando se decide con la participación de Inglaterra básicamente y con apoyo también de los Estados Unidos, la creación del Estado de Israel, en el territorio palestino. Desde ahí en adelante no ha habido una situación de paz, una estabilidad. Más bien ha habido un potenciamiento de Israel como una potencia nuclear, con un ejército sumamente entrenado y una capacidad de desarrollar operativos de inteligencia extraordinarios. Ahora, esto ha sido a costa del derecho de los palestinos que estuvieron en la zona, igual que los israelitas, pero los israelitas aumentaron su nivel poblacional en sus territorios por la integración de grandes contingentes de población judía desde Europa Oriental. Ahora, hay que ver que la situación no se puede separar de la participación de terceros en el conflicto, propiamente en Gaza. Hamás es una organización militar apoyada por Irán, por lo tanto, Irán es parte del conflicto que hay en este momento. Por su parte, Israel tiene el apoyo de Europa Occidental y también de los Estados Unidos. Lo que pasa es que hay una situación que empieza con un acto terrorista por parte de Hamas el 7 de octubre de 2023, que es repudiado por todo el mundo. No hay ninguna mención o una posición que diga que este acto estuvo dentro de los principios o del derecho a la defensa. Por parte de los países europeos, sobre todo y encabezados por Alemania, hay un apoyo inicial sumamente vigoroso a la necesidad de que Israel defienda su existencia como tal. Y aquí el problema es que se enfrentan dos principios, que pretenden ambos la aniquilación del otro. El grupo de Hamás pretende la aniquilación de Israel como Estado político y los israelitas más radicales pretenden la aniquilación sobre todo de Hamás. Esto implica una grave situación, porque del derecho a la defensa, los israelitas han pasado a una guerra ofensiva que viola todos los principios de los derechos humanos, la no afectación de civiles, etcétera. Esto ha dado lugar a un cambio en varios aspectos en la situación de la opinión pública mundial. Yo creo que ha aumentado enormemente el antisemitismo en general. en los Estados Unidos, en Europa, y esto se ha traducido también en un aumento del apoyo a Palestina diversos lugares, en universidades, en la opinión pública, en manifestaciones. Pero ese apoyo a Palestina no implica un apoyo a Hamás. Entonces, aquí la cuestión es cómo se va a resolver el tema entre dos radicalismos. En lo concreto y circunstancial, el asunto es cómo se libra Palestina de Hamás y cómo se libran los ciudadanos de Israel de Netanyahu. Y en esto hay una situación complicada porque los países árabes no tienen un apoyo comprometido y efectivo hacia Palestina. Así, por ejemplo, Egipto está apoyando con reticencia la posibilidad de abrir sus puertas a una migración de palestinos hacia su territorio, porque teme que en medio de los que salgan como refugiados también se infiltren terroristas de Hamas. Arabia Saudita está en una situación casi neutral, porque estaba a punto de firmar un acuerdo con Israel. Así, los países árabes declarativamente apoyan a Palestina, pero en los hechos los únicos que se han metido a hacer una mediación y con cierta efectividad, sobre todo para la liberación de rehenes, han sido los de Qatar. Esto ciertamente afecta la situación global.
El conflicto en Gaza ha creado una situación complicada porque ha puesto de manifiesto las diferentes opiniones de las grandes potencias y ha complicado las relaciones internacionales en un momento en que se necesitaban grandes acuerdos para abordar los desafíos globales como el cambio climático, la regulación de la inteligencia artificial, etcétera. Pero, se tiene que ha empezado una carrera armamentista de dimensiones impresionantes y esto ha cambiado la correlación de fuerzas y lo que es apoyo a los países necesitados de ayuda para salir de la dependencia de pocas exportaciones, entre otras debilidades.
Se habla de la influencia del lobby judío en Estado unidos, pero se debe señalar que no hay una sola posición de la población judía en ese país. Es obviamente un lobby sumamente poderoso que ha dominado no solamente la posición internacional de Estados Unidos, sino que ha traído consigo el desarrollo de toda la cultura, como Hollywood, la música y una serie de otros aspectos. Probablemente es uno de los grupos étnicos con mayor influencia en el país del norte. Pero en el caso de la guerra en este momento, hay un lobby que apoya ciertamente de una manera incondicional a Israel. Pero también hay otros grupos, no son tan grandes como el anterior, que apoya el cese inmediato de las acciones militares y aboga por la necesidad de conversar para pasar a una situación de entendimiento; que llegue incluso a una situación de dos Estados, uno judío y otro palestino.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político