Tres hechos clave del litigio por el Silala
Imagen: LA RAZÓN ARCHIVO
La Corte Internacional de Justicia reanudó el proceso: entre el 1 y 14 de abril se efectuarán los alegatos orales
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La historia dirá, pero en esta historia fueron clave junio de 2016, agosto de 2018 y febrero de 2020.
El punto sobre la i
De súbito, se podría decir, ha vuelto a la agenda el litigio que por las aguas del Silala mantienen Bolivia y Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya (Países Bajos). De súbito, porque mientras el canciller Rogelio Mayta el martes 8 de marzo afirmaba que en abril no iba a haber “definiciones del Tribunal (Corte) de La Haya todavía”, al día siguiente, el miércoles 9, la Cancillería debía anunciar que la CIJ comunicó a las Partes que del 1 al 14 de abril tendrán lugar nueve días de audiencias para los esperados “alegatos orales” en el referido proceso judicial bolivianochileno. Esta fase oral es la última del proceso antes de la sentencia. Teóricamente, en dichos alegatos se expondrán todos los argumentos ya vertidos en los documentos escritos; sin embargo, como señaló a LA RAZÓN el agente de Bolivia ante la Corte, Roberto Calzadilla, la fase oral tiene lo suyo: “durante la fase de los alegatos orales entramos en una fase, diríamos, de llevar adelante mayores conclusiones sobre lo vertido durante el proceso escrito; en ese momento, ambas partes sintetizan sus argumentaciones, sus perspectivas, en función también del debate que ha habido en la fase escrita”. Y, como ya se adelantó en la edición diaria de este medio, una de las novedades de los alegatos orales será la participación de los expertos contratados por ambos países, para que expongan las razones y argumentaciones científicas de cada parte. Lo peculiar es la forma en que intervendrán dichos expertos: deberán responder a un interrogatorio que le hará la representación contraria. El anuncio de la Corte de que los alegatos orales serán en abril también es un hecho “sorpresivo” en la medida en que es la reanudación del juicio tras casi dos años y medio de que se presentó el último alegato escrito, el chileno de septiembre de 2019. Tuvo que ver la crisis sanitaria global del coronavirus; aunque, como también aclara el embajador Calzadilla, el equipo nacional siguió trabajando en el caso.
Hasta aquí llegados, se podría decir que en el proceso hay al menos tres momentos clave para el futuro de la causa: junio de 2016, agosto de 2018 y febrero de 2020; su real significado, sin embargo, se revelará precisamente durante los alegatos orales y cuando se revelen los documentos escritos (en cuanto empiece la fase oral del juicio).
UNO. El primer momento, naturalmente, es la presentación por parte de Chile de su Solicitud de Inicio de Procedimiento, el 6 de junio de 2016, el documento primero en que el país vecino instala el juicio y adelanta lo que pide de la Corte y las razones de su demanda, si bien en el mismo texto se señala que “Chile se reserva el derecho a complementar, modificar o ampliar la presente Solicitud en el transcurso del procedimiento”, o sea, la posibilidad de que en su Memoria y otros textos haya desarrollado otras tesis. No está demás, sin embargo, recordar algunos aspectos centrales de dicha Solicitud (Animal Político la vio en su entrega del domingo 19 de junio de 2016). Hay dos rasgos de la Solicitud, se decía entonces en el suplemento, que saltan a primera vista: por un lado, que la mayor parte de la “prueba” que presenta el documento para afirmar que el Silala es un río internacional son las declaraciones y reconocimientos de las propias autoridades bolivianas (que incluye mapas de fines del siglo XIX); y, por otro, que a lo largo de todo el texto se evita responder directamente al cuestionamiento boliviano de que si el Silala hoy es un “curso de agua”, lo es solo gracias a que fue canalizado, que hay corriente porque hay un sistema de captación y recolección artificial del agua y su conducción hacia Chile.
Un argumento técnico, en el párrafo 44 de la Solicitud es que “la pendiente natural (…) ininterrumpida y regular de aproximadamente 4,3% en promedio”, desde el origen de las aguas en Bolivia, situado entre 4.360 y 4.421 metros sobre el nivel del mar —afirma— hasta su cruce en la frontera, donde el terreno bajaría a 4.278 msnm. “En varios tramos, en Bolivia y Chile, sus aguas fluyen por quebradas que fueron labradas en el transcurso de miles de años, una evidencia clara de que el Silala es un río y no producto de una canalización reciente”. En el sitio web de la Cancillería de Chile, en el apartado “Río Silala”, se dice que las “rudimentarias canalizaciones realizadas a comienzos del siglo XX” fueron “para reducir la evaporación y mejorar la eficiencia en el uso del agua”. Los dos mapas citados en la Solicitud de junio de 2016 son el De las Cordilleras de 1884 y el Geográfico y Corográfico de la República de Bolivia de 1890, en los que figuraría el “río Silala”, aunque con el nombre de “río Cajón”.
DOS.Un segundo momento decisivo del proceso es el 31 de agosto de 2018, cuando Bolivia entrega a la Corte su Contramemoria, la respuesta a la Memoria chilena (presentada el 3 de julio de 2017), pero, he aquí lo peculiar, junto con una Contrademanda. En su Informe de sentencias, opiniones consultivas y órdenes de 2018 publicado por la CIJ en su sitio web oficial, en su disposición del 15 de noviembre de 2018, la Corte señala que en su Contrademanda, “Bolivia respetuosamente solicita que la Corte falle y declare que: a) Bolivia tiene soberanía sobre los canales artificiales y los mecanismos de drenaje en el Silala que se encuentran en su territorio y que tiene el derecho a decidir si los mantiene y cómo; b) Bolivia tiene soberanía sobre el cauce artificial de las aguas del Silala diseñado, mejorado o producido en su territorio y Chile no tiene ningún derecho a ese flujo artificial; y c) cualquier envío de Bolivia a Chile de aguas del Silala que fluyen artificialmente, las condiciones y modalidades del mismo, incluyendo la compensación a pagar por dicha entrega, están sujetas a la conclusión de un acuerdo con Bolivia”.
Antes que el argumento mismo, de la soberanía boliviana en la canalización de las aguas del Silala, lo que tuvo mayor efecto fue la actuación de autoridades chilenas al conocer los documentos bolivianos, al prácticamente revelar parte de su contenido, asegurando que Bolivia había dado un “giro argumentativo” en el juicio. También Animal Político (en su entrega del 23 de febrero de 2020) vio el tema. En esa ocasión, el economista y experto en diplomacia sobre el mar Andrés Guzmán, apuntó que la revelación de dicho “giro”, o al menos el comentario específico sobre tan delicada cuestión, en realidad la hicieron las autoridades chilenas, justo después de que fue presentada la Contramemoria (agosto de 2018); un comentario de un documento reservado que bien se puede calificar de infidencia: “Chile jugaba con esa carta, políticamente, además, para su público local; era la idea de mostrarse ganadores, pero al mismo tiempo estaban nomás revelando parte de la información; es decir, si hubo una infidencia ésta fue de las autoridades chilenas”.
Esto se hizo claro cuando Chile presentó en febrero de 2019 su réplica a la Contramemoria boliviana. Fue en esa ocasión en que, según dio cuenta el periódico digital Emol.com (parte del impreso El Mercurio de Chile), cuando la agente chilena ante La Haya, Ximena Fuentes, tras haber realizado el trámite “no escondió su confianza de cara a la fase final del juicio entre ambos países, destacando el giro argumentativo que realizó La Paz y que según el equipo jurídico nacional redujo notablemente las opciones del país vecino”, Emol.com cita a Fuentes: “Es muy interesante que autoridades bolivianas hacen esta distinción entre lo que sería el flujo natural del Silala y el flujo superficial, porque ello implica un reconocimiento que nos tiene bastante contentos de que por lo menos hay un flujo natural que lo hace un curso de agua internacional y sobre el cual los dos Estados tendrían derecho”. Con esto, prosigue la nota de Emol.com, “a la misma hora, en Santiago, el ministro de RREE, Roberto Ampuero, también subrayó el cambio de discurso evidenciado por los bolivianos, el cual constituye ‘un giro que fortalece aún más la posición de nuestro país. Ahora Bolivia ha planteado en términos públicos que reconoce que nuestro río Silala, que compartimos, fluye naturalmente hacia Chile’”. Este “giro”, relata el medio chileno, “según fuentes de Cancillería” (la chilena) se habría dado el 31 de agosto de 2018, cuando Bolivia presentó la contramemoria.
TRES. Y esto lleva al tercer momento, febrero de 2020, en el gobierno transitorio de Jeanine Áñez, cuando era canciller Karen Longaric y agente ante La Haya Jaime Aparicio Otero; en realidad, las declaraciones que las dos últimas autoridades hicieron sobre el juicio y el comunicado de la Cancillería del 13 de febrero de ese año.
El mismo día del Comunicado, el 13 de febrero, Longaric y Aparicio daban una entrevista en el programa de Carlos Valverde. El hecho, también reflejado por este suplemento (en su entrega del 23 de febrero de 2020), tiene su trascendencia:
Si preliminarmente la demanda de Chile contra Bolivia pedía, se destaca en Animal Político, que la CIJ declare que las aguas del Silala son un curso de agua (un río) internacional, o sea, se trataba sobre el “estatus jurídico” de dichas aguas, ahora el objeto es otro: enfatizando que se refiere a palabras vertidas por Evo Morales, Aparicio señala en dicha entrevista: “No estoy develando ningún secreto al decir que a estas alturas ya no está en discusión la teoría, si es buena o mala, del ingeniero (Antonio) Bazoberry (que esas aguas de ninguna manera podrían discurrir naturalmente hacia Chile), sino que la realidad es que ya se ha consolidado el tema de que son aguas naturales compartidas entre Bolivia y Chile. Es importante que se sepa que cuando nos hacemos cargo de este caso, ya es bajo una realidad distinta”. Aparicio dijo esto en relación al “giro argumentativo” boliviano revelado en agosto de 2018 por autoridades chilenas.
Aparte de deplorar esta “aclaración”, el entonces diputado Víctor Borda (MAS) hizo notar la consecuencia jurídica que tendría en el juicio las declaraciones de Longaric y Aparicio y, peor, el comunicado (ver cuadro adjunto) de la Cancillería. “Quiero recordar que conforme a interpretación del artículo 53 del Estatuto del Código Procesal Internacional, aplicable a la Corte de La Haya, cuando en la fase de alegatos reconoces expresamente el derecho que está exigiendo la otra parte, el Estado demandante, en este caso Chile, podría pedir que la Corte de La Haya se pronuncie a favor de ellos”. Aquí es preciso recordar que a las 08.14 del sábado 15 de febrero el presidente de Chile, Sebastián Piñera, mediante un tuiter expresó su satisfacción por lo que él entendía como un “reconocimiento” boliviano: “Bolivia reconoció ante Corte Internacional de Justicia de La Haya tesis chilena q Río Silala es un río internacional q fluye naturalmente hacia nuestro país. Esta es una buena noticia para Chile y nos permite avanzar hacia un uso racional y equitativo de las aguas del Río Silala”. (Sic) Es evidente que Piñera celebró no tanto la revelación de lo del curso natural, pues, como se dijo, esto ya se había difundido en agosto de 2018 y en febrero de 2019, sino que lo haya dicho la Cancillería boliviana mediante un comunicado.
(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón.