Ucrania, pesimismo
La izquierda debería luchar enérgicamente por una solución diplomática.
DIBUJO LIBRE
La guerra en Ucrania comenzó hace cuatro meses. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ya causó la muerte de más de 4.500 civiles y obligó a casi cinco millones de personas a abandonar sus hogares y convertirse en refugiados. Estas cifras no incluyen las muertes de militares —al menos 10.000 ucranianos y probablemente más en el lado ruso— ni los millones de personas desplazadas dentro de Ucrania. La invasión a Ucrania provocó la destrucción masiva de ciudades, que tardarán generaciones en reconstruirse, así como crímenes de guerra, como los cometidos en el asedio a Mariúpol por las tropas rusas.
Con el fin de repasar lo sucedido, reflexionar el papel de la OTAN y plantear posibles escenarios futuros, llevé a cabo una mesa redonda con tres estudiosos de tradición marxista reconocidos internacionalmente: Étienne Balibar (EB), Silvia Federici (SF) y Michael Löwy (ML).
Marcello Musto (MM): Cuanto más tiempo pase, mayores serán los riesgos de una nueva expansión de la guerra. Nadie está pensando en mirar hacia otro lado e ignorar lo que ocurre en Ucrania. Pero debemos darnos cuenta de que cuando está implicada una potencia nuclear como Rusia, sin ningún movimiento de paz importante activo allí, es ilusorio pensar que se puede “ganar” la guerra contra Putin. El 9 de mayo, Estados Unidos aprobó la Ley de Préstamo de Defensa de la Democracia de Ucrania: un paquete de más de 40.000 millones de dólares en ayuda militar y financiera a Ucrania. Una suma descomunal, y parece diseñada para financiar una guerra prolongada. Los suministros de armamento son cada vez mayores y Estados Unidos y la OTAN animan a Zelenski a seguir aplazando las tan necesarias conversaciones con el Gobierno ruso.
SF: La mejor medida sería que Estados Unidos y la UE dieran a Rusia la garantía de que Ucrania no entrará en la OTAN. Por desgracia no hay interés en buscar una solución. Muchos en la estructura de poder militar y político de EEUU han estado defendiendo y preparando una confrontación con Rusia durante años. También asistimos a una transferencia de miles de millones de dólares al complejo industrial militar de Estados Unidos. La paz no llegará con una escalada de los combates.
MM: Pese al aumento de apoyo a la OTAN tras la invasión rusa de Ucrania —demostrado por la petición formal de Finlandia y Suecia de unirse a esta organización—, es necesario trabajar más para que la opinión pública no vea la mayor y más agresiva máquina de guerra del mundo (la OTAN) como la solución a los problemas de seguridad global.
En esta historia, la OTAN ha demostrado una vez más ser una organización peligrosa que, en su afán de expansión y de dominación unipolar, sirve para alimentar las tensiones que conducen a la guerra en el mundo. Sin embargo, hay algo paradójico. Casi cuatro meses después de empezar la guerra, podemos afirmar con toda seguridad que Putin no solo se equivocó en su estrategia militar, sino que acabó fortaleciendo —incluso desde el punto de vista del consenso internacional— al enemigo, cuya esfera de influencia quería limitar: la OTAN.
ML: La OTAN es un monstruo político- militar generado por la Guerra Fría y su desmantelamiento es un requisito fundamental de la democracia. Desgraciadamente, la criminal invasión rusa de Ucrania ha resucitado a la OTAN. Suecia y Finlandia han decidido ahora unirse a ella. Hay un gran número de tropas estadounidenses desplegadas en Europa. Alemania, que hace dos años se negaba a ampliar su presupuesto militar pese a la brutal presión de Trump, recientemente decidió invertir 100.000 millones de euros en rearme. Putin salvó a la OTAN de su lento declive, quizá de su desaparición.
SF: Es preocupante que la guerra de Rusia contra Ucrania haya provocado una gran amnesia acerca del expansionismo de la OTAN y el apoyo a la política imperialista de la UE y EEUU. Los ejemplos del desprecio total y constitucional de la OTAN hacia la democracia que ahora pretende defender son demasiados para contarlos. No creo que la OTAN estuviera moribunda antes de la invasión rusa de Ucrania. Su marcha por Europa del Este y su presencia en África demuestran lo contrario.
MM: Esta amnesia parece haber afectado a muchas fuerzas de izquierda en el gobierno. Revirtiendo sus principios históricos, la Alianza de la Izquierda en Finlandia votó a favor de la adhesión a la OTAN. Esta conducta política subordinada ha castigado a los partidos de izquierda muchas veces en el pasado.
EB: Cuanto más asciende la OTAN como sistema de seguridad, más decae la ONU. En Kosovo, en Libia y, sobre todo en 2013, en Irak, el objetivo de Estados Unidos y de la OTAN era degradar la capacidad de mediar, regular e impartir justicia internacional de la ONU.
MM: ¿Cuál será el curso de la guerra y cuáles son los posibles escenarios futuros?
EB: No se puede ser más que extremadamente pesimista sobre los acontecimientos que se avecinan. Yo mismo lo soy y creo que las posibilidades de evitar el desastre son muy remotas. Hay al menos tres razones para pensar así. En primer lugar, es probable que se produzca una escalada, sobre todo si la resistencia a la invasión consigue mantenerse; y no puede detenerse en las armas “convencionales”, cuya frontera con las “armas de destrucción masiva” se ha vuelto muy difusa. En segundo lugar, si la guerra termina con un “resultado”, será desastroso en cualquier caso. Por supuesto, será desastroso si Putin logra sus objetivos aplastando al pueblo ucraniano y a través del estímulo que esto supone para empresas similares; o también si se ve obligado a detenerse y retirarse, con un retorno a la política de bloques en la que entonces el mundo quedará congelado. Cualquiera de estos resultados provocará un estallido de nacionalismo y odio que durará mucho tiempo. Tercero, la guerra y sus secuelas frenan la movilización del planeta contra la catástrofe climática; de hecho, contribuyen a precipitarla.
SF: Estados Unidos y otros países de la OTAN no tienen ninguna intención de asegurar a Rusia que la OTAN no extenderá su alcance hasta las fronteras de Rusia. Por lo tanto, la guerra continuará con consecuencias desastrosas para Ucrania, Rusia y más allá. En los próximos meses veremos cómo se verán afectados otros países europeos. No puedo imaginar otros escenarios futuros que no sean la extensión del estado de guerra permanente, que ya es una realidad en tantas partes del mundo, y, una vez más, el desvío de recursos muy necesarios para apoyar la reproducción social hacia fines destructivos.
MM: Yo también tengo la sensación de que la guerra no se detendrá pronto. Una paz “imperfecta” pero inmediata sin duda sería preferible a la prolongación de las hostilidades, pero demasiadas fuerzas sobre el terreno están trabajando para que el desenlace sea distinto. Cada vez que un jefe de Estado declara que “apoyaremos a Ucrania hasta que salga victoriosa”, la perspectiva de las negociaciones se aleja aún más. Sin embargo, creo que es más probable que nos dirijamos a una continuación indefinida de la guerra, con las tropas rusas enfrentándose a un ejército ucraniano reabastecido y apoyado indirectamente por la OTAN. La izquierda debería luchar enérgicamente por una solución diplomática y contra el aumento del gasto militar, cuyo coste recaerá sobre el mundo laboral y provocará una nueva crisis económica y social. Si esto es lo que va a ocurrir, los partidos que saldrán ganando son los de extrema derecha que hoy en día están dejando su impronta en el debate político europeo.
(*) Artículo sobre el panel “Orígenes de la guerra, papel de la OTAN y escenarios futuros en Ucrania”, enviado por el autor para Animal Político.
(*)Marcello Musto es sociólogo, Universidad de York, Toronto, Canadá (*)