¿Qué está pasando con las monedas en el mundo?
La bolivianización de la economía está en niveles históricamente altos, refleja el poder de ahorro de la moneda nacional.
SALA DE PRENSA
La caída estrepitosa del peso argentino en el mercado informal, la depreciación acelerada del peso colombiano, la histórica marca de 1.000 pesos chilenos por dólar o la casi paridad entre el billete norteamericano y el euro son algunos de los eventos recientes que reflejan la volatilidad del mercado cambiario internacional. ¿Qué está pasando con las monedas en el mundo? ¿Por qué las monedas están perdiendo valor? ¿Cuáles son los efectos de las devaluaciones? En este artículo respondo a estas interrogantes.
Las monedas de los mercados emergentes han sufrido caídas importantes en lo que va del curso del año: lira turca (-23%), forínt húngaro (-19%), zloty polaco (-16%), lei rumano (-11%) y lev búlgaro (-12%). La región sudamericana no se salva de esta tendencia. El peso argentino (- 20%), el peso chileno (-14%) y el peso colombiano (-11%) han visto caer su valor frente a la divisa norteamericana. En contraste, el sol peruano, el real brasileño y el peso uruguayo muestran mayor estabilidad.
Las divisas conocidas como “monedas fuertes”, consideradas refugio internacional, como son el yen japonés, el yuan chino, la libra esterlina inglesa y el dólar canadiense también se han depreciado. El caso más llamativo es el euro, pues el dólar ha vuelto a alcanzar a la divisa europea después de 20 años.
Ahora bien, no solamente las monedas físicas han perdido valor, sino también las monedas virtuales. El Bitcoin cayó de más de $us 60.000 en octubre de 2021 a poco más de $us 20.000, lo que significó una descapitalización del mercado del criptoactivo de cerca de 3 trillones de dólares a menos de 1 trillón.
En contrapartida, el índice dólar que mide el precio del dólar norteamericano respecto a una canasta de monedas extranjeras (euro, yen, libra, dólar canadiense, corona sueca y franco suizo) se ha valorado en alrededor de 13% en el año. El dólar de Estados Unidos se está fortaleciendo en el mundo y su ascenso está provocando una recomposición de activos internacionales a escala planetaria que ha derivado en una mayor volatilidad cambiaria y pérdida de valor de las otras monedas.
La excesiva especulación del tipo de cambio daña la confianza de los agentes y entrega señales equívocas de asignación de precios. Es por eso que, ante la intensa volatilidad de los tipos de cambio, los bancos centrales, particularmente en los países que administran su política cambiaria mediante regímenes flexibles, se han visto obligados a intervenir sus mercados de divisas para reducir la especulación de sus monedas.
La pérdida de valor de las monedas frente al dólar obedece a distintos factores. Entre los comunes a todas ellas se encuentra la subida abrupta de la tasa de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos, conocida como la FED, que en junio incrementó en 0,75% el costo del dinero, el mayor incremento desde 1994. Los miedos de que la inflación en Estados Unidos pueda salirse de control ha exacerbado la respuesta de la política monetaria. A este evento se debe sumar el potencial riesgo de recesión de la economía estadounidense que ha sido pronosticado por organismos internacionales para 2023. Una señal de mercado de esta posible crisis se ve reflejada en la inversión de tasas de rendimiento de los bonos americanos entre 2 y 10 años.
Estas noticias han provocado zozobra e intranquilidad en los mercados de capitales, donde los inversionistas tratan de protegerse de este clima adverso comprando dólares del propio país del norte y liquidando sus posiciones en otras monedas y activos.
En la región, en el comportamiento de la relación de monedas, han pesado algunos factores intrínsecos a cada país. El cambio de ministro de Economía en Argentina, la incertidumbre social respecto a la conclusión del proceso constituyente en Chile o la incertidumbre política tras el cambio de Gobierno en Colombia ha puesto intranquilos a los inversionistas locales, que han penalizado a los países de la región con mayor demanda de billetes verdes. A la incertidumbre se debe sumar el deterioro de algunos de los fundamentos que respaldan al tipo de cambio real.
Como resultado de las devaluaciones de las monedas, es muy probable que la tasa de inflación continúe en aumento. Actualmente, varios países de la región ya se encuentran próximos a las tasas de inflación galopante, en un contexto en el que las expectativas de inflación se han desanclado de las metas anunciadas por los gobiernos.
Como medida paliativa los bancos centrales de la región se encuentran subiendo tasas de interés en un intento de controlar la inflación y contribuir a la estabilidad cambiaria. No obstante, esta orientación restrictiva de la política tiene límites. El alza de tasas de interés encarece el costo del dinero o su financiamiento, reduciendo el consumo y la inversión. Se esperaría un aumento del costo del crédito y un bajón en el mercado inmobiliario. El aumento de tasas de interés puede contribuir a reducir la inflación, pero a costa de un menor crecimiento económico, e incluso llevarnos a una recesión. Por lo que los riesgos de estanflación mundial son reales.
En Bolivia, la realidad es diametralmente distinta. Bolivia ostenta una de las inflaciones más bajas del mundo. La moneda boliviana, que está unida al dólar hace más de una década, también se ha fortalecido. Esta estabilidad cambiaria depende de sobremanera del nivel de reservas internacionales que han caído en los últimos años. No obstante, se observa en meses recientes que las reservas se han estabilizado y el contexto internacional podría incluso ayudar a incrementarlas. La bolivianización de la economía se mantiene en niveles históricamente altos y es otro reflejo del poder de ahorro de la moneda nacional. En esta coyuntura bastante inhóspita para la política cambiaria, apostar por la estabilidad cambiaria parecería ser la mejor respuesta.
(*)Omar Velasco P. es economista.