‘Adultocentrismo’ vs. Renovación, el dilema en CC
Imagen: la razón-archivo
El partido naranja se debate entre presentarse en 2025 con su líder fundador o apostar por una nueva camada
Imagen: la razón-archivo
Carlos Mesa sostiene un ‘liderazgo intacto’, aunque hay cuestionamientos internos sobre la apertura al debate en la alianza Comunidad Ciudadana (CC)
El punto sobre la i
Puede una alianza política nueva padecer la necesidad de una renovación interna? Sí, y Comunidad Ciudadana (CC), la segunda fuerza política con mayor representación en la Asamblea Legislativa del país, se encuentra sumida en ese dilema a muy temprana edad.
La agrupación —liderada por el expresidente (2003-2005), historiador y periodista Carlos Mesa— tiene fuerte incidencia en el sistema político actual, capaz de hacerle frente a una disminuida y dividida mayoría del Movimiento Al Socialismo (MAS).
En las elecciones generales del 18 de octubre de 2020, con Mesa y Gustavo Pedraza como su binomio, consiguió el 28,8% de los votos (1.775.044), por debajo del 55,1% (3.391,497) del MAS, de Luis Arce y David Choquehuanca, y por encima de Creemos, la alianza que promovió a Luis Fernando Camacho y Marco Antonio Pumari, que logró el 13,9% (859.783).
Si bien su rendimiento electoral cayó respecto de los fallidos comicios de 2019, cuando logró 36,5% de los votos frente al 47,0% del MAS, según datos oficiales del depuesto Tribunal Supremo Electoral (TSE), en 2020 consiguió una bancada interesante de 11 senadores y 39 diputados, suficientes para frenar al oficialismo.
Conformada esencialmente por parte del histórico Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), la alianza reunió a pequeñas agrupaciones regionales, como Chuquisaca Somos Todos (CST) o Primero la Gente (PG), para ocupar el lugar de fuerzas políticas que desaparecieron del escenario contemporáneo junto al retiro de la candidatura de Jeanine Áñez en 2020. Soberanía y Libertad (Sol.bo), del otrora alcalde Luis Revilla; Unidad Nacional (UN), de Samuel Doria Medina, o Demócratas, del exgobernador de Santa Cruz Rubén Costas.
En su impronta trae su protagonismo en la crisis poselectoral de 2019 que derrocó al entonces presidente Evo Morales. Su líder fue el primero en expresar sus reparos sobre la legitimidad de las elecciones, desde cuestionar la candidatura del mandatario y dudar de la capacidad del TSE hasta desahuciar los resultados. “Fraude monumental”, acuñó Mesa.
Luego, su papel en las reuniones de la Universidad Católica Boliviana (UCB) fue preponderante, que construyó, junto a otros actores políticos de oposición sin representación parlamentaria, la sucesión de Áñez, la legisladora de minorías, entonces segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores, que había resultado marginada de Unidad Demócrata (UD).
“Sucesión impecable”, llamó Mesa a la proclamación personal de Áñez en sendos actos en la Asamblea Legislativa, sin quorum ni la asistencia de la mayoría de dos tercios del MAS. Al contrario de cuando, en la Guerra del Gas de 2003, sucedió en el Congreso Nacional —bajo juramento ante el senador Hormando Vaca Díez— al dimisionario Gonzalo Sanchez de Lozada, aquella noche del 17 de octubre.
Lleva esa huella CC, además de la premisa de que en los comicios de 2019 hubo “fraude” y que el MAS escamoteó la elección de Mesa.
Ahora CC se encuentra ocupada en su gestión legislativa, buscando acuerdos a última hora para reencaminar las aún inciertas elecciones judiciales o defendiendo la atribución legislativa de ejercer interpelaciones, frenada por un fallo judicial a instancias del ministro de Economía, Marcelo Montenegro, la mitad de sus colegas. Antes, la alianza había planteado una reforma judicial necesaria, como condición, no obstante, para un eventual respaldo a un juicio de responsabilidades contra Áñez que no prosperó.
En esa corta existencia, CC ya sufrió algunos cismas, como la expulsión del diputado de Tarija Edwin Rosas, quien fue tildado de ser “tránsfuga” al ser elegido segundo vicepresidente de la Cámara de Diputados en la legislatura de Freddy Mamani (MAS).
Sin embargo, el diputado Gustavo Aliaga, admite en La Razón que “lo único que ha perturbado” a Comunidad Ciudadana fue la situación de la senadora Silvia Salame, separada de la agrupación a finales de mayo.
Incluso con firma de Mesa, CC cuestionó a la legisladora chuquisaqueña sobre su voto contra la censura en la Asamblea Legislativa del ministro de Justicia, Iván Lima. Con esa actuación, usted “no se siente vinculada orgánicamente con la alianza ni con el mandato representativo que emerge de ella”, dice parte de la carta que la alianza envió a la senadora.
Ahora, sus actuaciones y decisiones “las consideramos ajenas a nuestra organización tanto en lo orgánico como en lo político”, le recordó.
Salame no se quedó callada. “Si cree CC que yo merezco ser expulsada (de la alianza); que soy una tránsfuga, etcétera, tiene a su alcance todas las medidas y todas las disposiciones legales que están previstas en la ley de partidos políticos”, desafió en esa ocasión en entrevista con La Razón Radio.
Consultado Aliaga sobre si finalmente la senadora fue expulsada de CC, responde “simplemente, la hemos alejado”. Considera “un drama” el tramitar su expulsión ante el Tribunal Electoral.
Mucho más antes, en septiembre de 2021, la senadora Andrea Barrientos renunció a la jefatura de bancada de senadores de CC, presionada por declaraciones polémicas —al menos para su alianza— en un debate legislativo. “Yo le he dicho a usted, presidente (Andrónico Rodríguez), mil veces: nosotros (CC) tenemos más coincidencias con ustedes del MAS que con Creemos. Que no nos digan a nosotros que representamos a la vieja élite política, cuando ninguno de estos senadores y senadoras (de Creemos) han sido políticos”, afirmó la joven legisladora cochabambina.
Sin embargo, una crisis más estructural arrecia contra la alianza, a dos años de las elecciones de 2025: el recambio generacional.
Quien ha puesto en cuestión la relación generacional en el seno de la agrupación es el diputado de Chuquisaca Marcelo Pedrazas, quien considera que en la interna de la fuerza política creada en noviembre de 2018 hay conflictos sobre la forma de encarar las propuestas o debates de cara a la situación actual o a la que viene.
Hasta le pone un concepto a la corriente íntima: “adultoncentrismo”.¿Como se define el término? No necesariamente se trata de una disputa entre generaciones, entre políticos jóvenes y políticos viejos, sino del predominio de las formas sobre otros o la hegemonía de las decisiones de una generación sobre la otra.
“Hay conductas adultocéntricas que evitan el debate”, cuestiona.
Sitúa en ese bloque al propio Mesa y a su entorno más cercano. “Cuando hablas con adultocéntricos, que pueden estar dentro de la estructura de CC, alrededor de Carlos Mesa y de la misma agrupación y otras organizaciones, no cae muy bien esto”, había dicho en una entrevista en julio con Piedra, Papel y Tinta, de La Razón.
Aunque no en esos términos, Rosas y Salame ya habían cuestionado las decisiones políticas centralizadas de la agrupación, sin un previo debate amplio. “Algo tiene que cambiar en CC y el jefe de partido (Mesa) no puede conducir la oposición desde el escritorio. Debe bajar a sus bases y escucharnos porque cada diputado venimos de diferentes realidades y lugares”, cuestionó el diputado en otra entrevista con La Razón Radio.
Aliaga no piensa lo mismo que Pedrazas. Dice que correligionarios mayores a 55 o 60 años en la alianza deben ser una veintena. Se incluye (tiene 69 años) y cita Mesa, a los diputados Carlos Alarcón, Enrique Urquidi, Saúl Lara o al senador Luis Seoane.
Al contrario, el diputado considera que en CC hay “una constante renovación”. Y ubica en esa corriente a “interesantes” cuadros como los diputados Pedrazas, Luisa Nayar (Santa Cruz) y Luciana Campero (Tarija) y los senadores Andrea Barrientos (Cochabamba), Corina Ferreira (Pando) o Fernando Vaca (Beni), entre otros.
Sin embargo, Aliaga admite que la política en general en el país “no ha generado líderes”, salvo algunas excepciones, que —como el caso del senador Andrónico Rodríguez (MAS)— todavía tienen que lidiar contra liderazgos tradicionales a inamovibles.
Para justificar su tesis, retrotrae un registro histórico: desde Poder Democrático y Social (Podemos), la agrupación con la que el expresidente Jorge Quiroga pugnó en las elecciones de 2005, hasta la fecha hubo 1.642 legisladores titulares y suplentes, entre diputados y senadores. Dice que ninguno de ellos avanzó más, y los líderes políticos no emergieron de la “incubadora” del viejo Congreso Nacional o la actual Asamblea Legislativa.
Sobre la ausencia de debate interno en CC, Aliaga considera que ese criterio no es correcto. Reivindica a Mesa, del que dice es quien promueve el diálogo interno. “No hay problema para discutir”, asegura.
Campero y Nayar andan “diciendo cosas; imagina que nos agarremos de esas susceptibilidades”, dice como ejemplo de su afirmación.
Incluso se refiere al caso del senador de Tarija Rodrigo Paz, de quien dice que es la “expresión” de que en CC se permite el diálogo sin restricciones, a pesar de que aquel trabaja en “un nuevo liderazgo” hacia 2025.
Precisamente, las elecciones generales de 2025 preocupan al diputado Pedrazas, quien cuenta que en CC no hay posibilidad aún de entrar en el “calendario” de discusiones.
Dice que cuando expuso la necesidad de apurar el debate, su colega Carlos Alarcón consideró que “no es tiempo aún”. Ésas son “conductas paternalistas”, cuestiona Pedrazas.
En su criterio, es urgente construir una propuesta política que impida una nueva victoria del MAS en las elecciones de 2025. “Mientras más tiempo se tarda”, más posibilidades hay para que la oposición pierda otra elección, advierte el legislador.
Al frente, el MAS ya está encaminado hacia los comicios venideros, más allá de las disputas internas. Evo Morales es promovido como candidato, aunque el presidente Arce, que tiene posibilidades constitucionales de optar por la reelección, acaba de decir que “no es oportuno” hablar del asunto.
Pedrazas dice que ese adultocentrismo de CC “no tiene una lectura adecuada del momento que vive el país”. Considera que hay que comenzar a discutir una alternativa de poder de carácter “posevista”.
Dice que, si la oposición continúa con las mismas líneas que se planteó en 16 años de victoria del MAS, “los resultados van a ser los mismos”: derrotas electorales sucesivas.
Afirma que, en ese sentido, “hay un desatino de las direcciones nacionales que involucran a la alianza”.
Sugiere una “posición clara” al respecto, para dar certidumbre a los electores. “No se trata de buscar al chef, sino la receta que genere adhesión”, juega con el parangón culinario.
“Luego se verá quién será el cocinero”, afirma Pedrazas.
A propósito del chef, Alarcón reproduce periódicamente en sus redes sociales ciertas encuestas que ubican a Mesa en buena posición.
Mesa —que para las elecciones generales de octubre de 2019 tardó una eternidad en decidirse— no ha expresado criterio alguno sobre las elecciones y la misma candidatura de CC.
Al respecto, Aliaga afirma que el liderazgo del jefe de la alianza “está intacto”, a pesar de los cuestionamientos. Consultado sobre si Mesa debe pugnar otra vez por la Presidencia del Estado en las elecciones de 2025, responde: “Sí, yo desearía que así fuera”.
Sin embargo, considera que, pese a la “fiebre en la aceleración de las candidaturas” en otras fuerzas políticas, hay asuntos que complicarán las discusiones preelectorales. Cita las elecciones judiciales pendientes, la reforma judicial, el Censo de Población y Vivienda, convocado para el 23 de marzo de 2024; el debate sobre el padrón electoral y las mismas elecciones primarias previas a los comicios.
“Vamos a esperar”, dice Aliaga, en coincidencia con Alarcón, citado por Pedrazas. La Razón no pudo corroborar esta alusión con el diputado.
Pero, para Aliaga, hay necesidad de discutir en adelante la situación de la alianza de CC con el FRI vigente desde 2018. “Es un problema que hay que encarar primero”, afirma.
Admite que los dirigentes y militantes de ambas fuerzas políticas tienen que analizar la “continuidad o no” de la alianza con ese partido. “Es un problema más delicado”, dice.
También puede leer: Las izquierdas y la cuestión de la alternancia
En 2021, CC ya esbozó la posibilidad de convertirse en un partido político del ámbito nacional, pero postergó la decisión para adelante, aunque, también, decidió mantenerse tal cual hasta las elecciones de 2025.
Nuestra alianza actual es “sellada oleada y sacramentada, y va a mantenerse inalterablemente hasta el año 2025”, afirmó Mesa entonces.
En criterio de Aliaga, CC tiene que analizar una estrategia de incidencia territorial, y en ese afán será importante consolidar fuertes respaldos en La Paz y Santa Cruz. Cuenta que en las elecciones de 2019 “ha habido posibilidad de ganar”. “Hemos casi vencido al MAS”, dice el legislador.
Recuerda que en esos comicios la alianza le hizo frente al MAS con el apoyo de Santa Cruz, que le aportó al menos 600.000 votos. Sin embargo, para las elecciones de 2020, la situación cambió debido a la candidatura presidencial de Luis Fernando Camacho, de la alianza Creemos, que aprovechó ese importante nicho electoral.
Sobre las posibilidades electorales de 2025, Pedrazas considera que el MAS es aún un partido fuerte. Insiste en que las oposiciones tienen que plantearse una estrategia de contención con anticipación.
Dice que plantearse una concertación de oposición a último momento, cuando “se junten como siempre ciertos liderazgos”, implica un error, que permitirá otra victoria del MAS.
Considera que actualmente no hay alianzas factibles, sino bloques políticos. Insistir con eso, va a ser “un grave error que lo vamos a pagar adelante”, advierte Pedrazas.
El temor de Aliaga eso otro: la aparición en Bolivia de otro Javier Milei, aquel candidato ultraderechista que, a pesar de su propuesta de dolarización de la economía, el cierre del Banco Central o la penalización del aborto, es sensación en Argentina.
Dice que también en 2005 Morales “fue otro Milei, que se adelantó a su tiempo”.
(*)Rubén Atahuichi es periodista