Transiciones políticas en Santa Cruz
Imagen: la razón-archivo
El gobernador cruceño Luis Fernando Camacho y su antecesor, Rubén Costas.
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El autor reflexiona sobre el cambiante panorama de la política en cruceña en lo que va del Siglo XXI.
DIBUJO LIBRE
Hay teorías de carácter tanto empírico como científico que atribuyen ciclos de aproximadamente 20 años en la historia. Una de ellas es la teoría generacional de Strauss–Howe que trata la historia de Estados Unidos como una serie de relevos generacionales a partir de 1584. Extrapolando a la historia de Bolivia podríamos poner el periodo de postguerra del Chaco, luego la serie de dictaduras militares que empiezan con René Barrientos (1964); la recuperación de la Democracia e inicio del neoliberalismo (1982-2003) y el proceso de cambio que empieza con Evo Morales en 2006, pero que previamente tiene de la caída de Goni, luego de Mesa, y la transición de Eduardo Rodríguez Veltzé. La caída de Morales en 2019, el breve periodo de Jeanine Áñez y la posterior asunción de Luis Arce Catacora nos encuentra este 2023 nuevamente en un punto de inflexión.
El 17 de octubre de 2003 renunciaba el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Varias versiones coinciden en que tuvo la intención de gobernar desde Santa Cruz, donde se encontraba cuando se dio a conocer su renuncia. Desde Viru Viru tomó un avión hacia EEUU donde se encuentra exiliado aún desde entonces.
Sin embargo, pese a que parecía una idea factible, lo cierto es que en tierra cruceña tampoco tenía muchos fans como se pensaría. Cercano estaba el 24 de septiembre, cuando en una sesión de honor de la entonces Prefectura, fue increpado por miembros del embrionario Movimiento Nación Camba. “Autonomía sobre mi cadáver”, fue la frase de Goni que quedó vigente en el imaginario colectivo. Renacía la bandera regionalista de la élite cruceña, con la que después tuvieron que lidiar Carlos Mesa y Evo Morales como mandatarios. Especialmente este segundo.
Con esa bandera surgieron liderazgos cruceños de consideración nacional, pero sin la proyección necesaria para superar el regionalismo camba. Como líderes cívicos, Rubén Costas, Branko Marinkovic, Carlos Dabdoub y Germán Antelo, fueron los que adquirieron mayor notoriedad. Los dos últimos, casualmente destacados neurocirujanos, sucumbieron a sendas candidaturas que terminaron por borrarlos del mapa político.
Marinkovic, el más radical de todos, terminó exiliado luego del llamado Golpe cívico-prefectural, caracterizado por la toma de instituciones y una inusitada violencia que tuvo su pico más alto en la matanza de Porvenir, en Pando, el 11 de septiembre de 2008. Después vino otro episodio violento con el caso Terrorismo o caso Rósza.
A todos ellos sobrevivió Costas y entró en la historia como el primer gobernador electo de Santa Cruz, manteniéndose en el cargo durante 15 años.
En estos 20 años desde la caída de Goni y la asunción de Evo Morales, Costas ha sido el protagonista principal de la política local cruceña, junto con el alcalde dos veces reelecto, Percy Fernández.
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Uno en la Gobernación y otro en la Alcaldía, fueron consecutivamente reelectos en dos oportunidades, completando 15 años de periodos en sus cargos. La diferencia está en que el alcalde cruceño tuvo como ladera a una figura controversial, que fue Angélica Sosa, exdirectora de Parques y Jardines, presidenta del Concejo y finalmente alcaldesa interina cuando la salud de Fernández fue resentida.
La bandera inicial de la Autonomía tuvo sus logros, como las elecciones de gobernadores y la instalación, aunque sea nominal, de autonomías departamentales, regionales e indígenas. Sin embargo, fue cambiando con el tiempo con consignas destinadas a minar el liderazgo nacional de Evo Morales. Los dos tercios, el IDH, la oposición a la nueva CPE, y finalmente el 21F, que fue el que en definitiva derrocó al líder masista.
Mientras existía un enemigo en común, los frentes internos no eran visibles. Eso acentuó el liderazgo de Costas, que incluso ensayó una proyección nacional con algunas alianzas como las de Ernesto Suárez, en Beni, o José María Leyes en Cochabamba, ambas sin final feliz.
Pero más allá de los nombres, Santa Cruz se convirtió en estos 20 años en un elemento clave de la política nacional. Desde esta región vino el primer golpe duro a los planes de reelección de Evo con la denuncia del caso Zapata, que tuvo como artífice al periodista Carlos Valverde. Esto, claramente, le costó perder el referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016, luego conocido como 21F.
Y finalmente, la emergencia de Luis Fernando Camacho como líder cívico en 2019 y actual gobernador tuvo su clímax en la caída de Evo Morales.
Camacho surgía como el líder cruceño capaz de jubilar a Rubén Costas. Creó un partido. Protagonizó dos paros cívicos más; el último por el Censo con consecuencias desastrosas y resultados dudosos. Hoy se encuentra detenido y pese a las protestas iniciales de sus seguidores, sigue en Chonchocoro, demostrando, entre otras cosas que su liderazgo se fue desgastando y no terminó de consolidarse.
A dos años de las elecciones generales y tres de las subnacionales, el tablero comienza a moverse y en el caso de Santa Cruz, si bien sigue siendo un capital político importante, vive un momento de transición en el que no se ve un liderazgo claro.
El alcalde Johnny Fernández se quiere proyectar, pero tras su apuesta contra el último paro por el Censo, le dejó una imagen muy desgastada ante las clases medias, aunque mantiene su ascendencia en las clases populares.
Rubén Costas ha decidido no jubilarse y ha empezado a salir a la palestra. Sus allegados dicen que aspira a la Alcaldía, ya no a la Gobernación.
Lo de Camacho es una incógnita en cuanto siga preso. Una eventual condena lo podría dejar definitivamente fuera del juego.
En el MAS, los liderazgos son básicamente internos. Quizás el de mayor protección es el del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, igualmente muy resistido por las clases medias.
Antiguos líderes masistas siguen dando vuelta en la egida, pero sin un horizonte claro.
De todas maneras, el capital político está ahí. Un departamento capaz de parar más de un mes sin verse resentido económicamente, aunque sí socialmente. Una clase media cada vez más reaccionaria, pero que en el cotidiano la política pasa a un segundo plano.
Un votante fiel a su conservadurismo, que muy pocas veces cambia de parecer a la hora de sufragar. Que sigue al líder de turno mientras esté vigente y sea opositor al masismo.
¿Quién capitalizará ese voto o esa adhesión? Es una pregunta abierta. Pero más allá de eso… ¿Quién tiene un proyecto para administrar el peso que ha adquirido Santa Cruz en la política nacional? No se ve a nadie en el horizonte cercano. Pero puede que aparezcan cisnes negros o para decirlo en gringo ‘outsiders’. Incluso, el panorama da para que algunos considerados ‘cadáveres políticos´, resuciten.
(*)Gerson Rivero Parada es periodista