Cara o Cruz: proceso de cambio o neoliberalismo
La pugna interna en el partido de gobierno desgasta al proyecto indígena y popular.
DIBUJO LIBRE
La moneda después de girar en el aire tanto tiempo, cae verticalmente, mostrando la cara para unos y la cruz para los otros: un modelo estatal proteccionista de redistribución del excedente y soberano y, un modelo liberal de inversión extranjera, achicamiento del Estado, privatización y un desleal mercado libre, dado nuestro sub desarrollo.
Insistiendo en ver el campo político como es, es decir, como un hecho, observamos que la disputa interna del MAS–IPSP ha llegado a límites insospechados. De las denuncias de nepotismo, prebendalismo, corrupción y de vínculos con el narcotráfico, ha pasado a trabar leyes en el parlamento, sean estas de orden económico o social.
Todo parece indicar que el sector “radical” se ha propuesto acortar el mandato de Luis Arce o simplemente desgastar progresivamente al gobierno de modo que quede Evo Morales como única alternativa del proceso de cambio para 2025.
Erróneamente se comparan indicadores económicos y sociales del periodo de 2006 a 2014, de altos ingresos al Estado, con los del periodo de 2015 a 2019, caracterizados por un franco descenso; o con el año 2020, de recesión producto del golpe de Estado y punto más alto de la pandemia del Covid-19. Para finalmente enfrentar la situación del 2006 a 2014, absurdamente con el de 2021 a 2023, correspondiente a los 3 años de gestión de Luis Arce Catacora, marcada por una cruenta lucha imperial sobre los gobiernos progresistas de América Latina y la crisis global generada por la guerra entre Rusia y Ucrania y ahora la de Israel contra Palestina.
Insólitamente, Evo Morales y su entorno combaten su propio modelo económico social, debilitando la gestión de gobierno de Luis Arce. Por otra parte, el actual presidente, que también tempranamente inicio su campaña de reelección, controla la inflación, invierte en proyectos de industrialización liviana y garantiza la prosecución de algunos proyectos de infraestructura vial y de salud. Sin embargo, tarda en la firma de contratos (no convenios) con China y Rusia, para la explotación e industrialización del litio, tampoco asegura el gas para el complejo siderúrgico del Mutún y otras plantas como la nueva procesadora de urea. Como si esto fuera poco, Arce mantiene y amplia en el ejecutivo y su entorno a gentes no comprometidas plenamente con el proceso de cambio.
El retroceso ocurrido en Ecuador (Victoria de Daniel Noboa frente al correísmo), antes el golpe de Estado a Pedro Castillo en el Perú, el fracaso de Gabriel Boric en la constituyente de Chile, la soledad de Gustavo Petro en Colombia y la victoria del anarco liberal Javier Milei en Argentina, muestran que el progresismo en América Latina, exceptuando Brasil y México, no está en su mejor momento.
Contra toda lógica, poniendo en riesgo la continuidad del proceso de cambio, “radicales” y “renovadores”, se han planteado una guerra abierta, en la que no puede haber vencedor. Mientras que la oposición conscientemente espera y procura el retorno del modelo neoliberal, por vía del desgaste del gobierno de Arce y el descredito de Morales, a través de los medios de comunicación, redes sociales, opinólogos y el coro de los oenegesistas.
No sería casual que, en medio de este enredo político, aparezca un as bajo la manga; un candidato con un perfil de empresario exitoso, un emprendedor que comenzó de nada, como Marcelo Claure. El millonario podría contratar (sino lo ha hecho ya) una empresa norteamericana de marketing político, encargada del discurso y propaganda dirigida, como lo hizo dos décadas atrás Gonzalo Sánchez de Lozada. De hecho, Claure ya es “dueño” de una de las empresas más grandes de proyectos de explotación de litio y otros minerales y fue el primer boliviano en felicitar el triunfo de Milei en la Argentina.
Frente a este panorama desalentador, solo queda que los sectores populares organizados, particularmente la Central Obrera Boliviana, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia – Bartolina Sisa y la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia, definan un plan económico, social y político; que obliguen al gobierno de Arce a cumplirlo en el corto plazo, entre 2024 y 2025, y llamen a la unidad nacional en torno al Modelo Social Comunitario Productivo para el plan 2025 – 2030.
Se trata de que las organizaciones sociales de las clases subalternas se constituyan en el bloque de defensa del proceso de cambio, capaz de resistir a un entorno externo cada vez más hostil, e internamente, secundarizar el enfrentamiento de “radicales” y “renovadores”, para priorizar más bien la elaboración de una nueva agenda económica y financiera inmediata con proyección mediana.
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Los lineamientos de esta estrategia popular patriótica de exigencia al gobierno y de cumplimiento necesario en el ámbito económico y financiero, serian:
- Firma de contratos soberanos para la explotación e industrialización del litio con China y Rusia.
- Captación de divisas por el Estado de las exportaciones de hidrocarburos, minerales, producción agroindustrial y ganadería.
- Inversión prioritaria en planes programas y proyectos productivos en la agricultura en industria (riego, semilla mejorada, pequeña y mediana industria, con uso intensivo de mano de obra).
- Garantizar la prosecución de los proyectos de industrialización del Mutún, fundición de zinc y otros con la provisión de gas.
- Financiamiento para la pre inversión e inversión de los proyectos de carreteras, fábricas de cemento, plantas hidroeléctricas y de energía alternativa (solar y eólica).
Todo esto, sobre la base de mantener una estabilidad económica, controlar la inflación y defender las conquistas sociales ya establecidas.
(*)Danilo Paz Ballivián es investigador asociado del CESU – UMSS