El viraje de la dirigencia cruceña
Imagen: atb
La posesión de mario aguilera marca un nuevo momento político
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Una conversación con el abogado y analista político Daniel Valverde sobre la actualidad política en Santa Cruz.
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Con la posesión de Mario Aguilera como gobernador en funciones, en suplencia de Luis Fernando Camacho, la dirigencia cruceña tradicional da señales de estar completando un importante viraje en su conducción y aproximación a la política.
El ascenso del camachismo en Santa Cruz tuvo como contrapartida, en la política local, el desplazamiento del exgobernador Rubén Costas y de la organización política por él conformada, el Movimiento Demócrata Social. El empoderamiento de Luis Fernando Camacho, en medio de la rebeldía ciudadana contra la decisión de Evo Morales de ignorar el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016, tuvo su gran momento estelar con el derrocamiento de expresidente luego de las elecciones de octubre de 2019.
Sin embargo, no debe olvidarse que su victoria fue también, en Santa Cruz y en las calles, contra el rubencismo. La autoridad actualmente detenida en Chochocoro se encumbró localmente criticando lo que él entendía como una suerte de moderación política por parte de Costas. Bajo esa lógica maximalista, todo lo que no fuera extremo era considerado “tibio” y por lo tanto despreciado. Fue el momento en que los simpatizantes se volvieron soldados en las rotondas de la capital cruceña. Camacho llegó de la mano de una impronta movilizadora que fue su sello, para bien y mal, desde el vamos.
El segundo momento cumbre de esta voluntad hecha muchedumbre en las calles se vivió con el paro de los 36 días, entre octubre y noviembre de 2022. La dureza de la medida fue traumática para la sociedad cruceña, que quedó con una ciudad hecha jirones hacia el final de la medida. Se trató de un auténtico desastre autoinfligido.
El resultado negativo de tremenda movilización puso en cuestión dos cosas. En primer lugar, esa específica forma de hacer política, basada en la confrontación y el fundamentalismo, en la fe centrada en un liderazgo mesiánico. Luego, dejó en evidencia que el cruceñismo, la identidad regional politizada e ideologizada, es potente al interior de Santa Cruz, pero que definitivamente no tiene nada por ofrecer al resto del país.
El 28 de diciembre de 2022, Luis Fernando Camacho fue aprehendido y desde entonces guarda detención en el penal de Chonchocoro, con procesos en su contra por los sucesos de octubre y noviembre de 2019, además de acciones suyas como gobernador. El 3 de enero de 2023, las cabezas de los principales gremios empresariales cruceños, Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Cámara de Industria, Comercio, Servicios Y Turismo de Santa Cruz (Cainco) y la Federación de Empresarios de Santa Cruz (Fepsc) emitieron un mensaje al país. En el mismo demandaban “a todos los políticos que asuman su responsabilidad, que hagan su parte para que las leyes se cumplan y la voluntad de nuestra gente se respete”. Argumentaban además que, “si no podemos trabajar porque sufrimos cada vez nuevas interrupciones, cercos, paros o bloqueos, perderemos fuerza”. El mensaje era claro: basta de una forma de hacer política que es autodestructiva.
En febrero de 2023, Fernando Larach fue elegido como presidente del Comité Pro Santa Cruz (CPSC), en reemplazo de Rómulo Calvo. En diversas ocasiones insistió en que su gestión apuesta por el diálogo y las acciones dentro del marco constitucional.
Finalmente, el 26 de enero pasado se produjo la posesión de Mario Aguilera como gobernador en suplencia de Luis Fernando Camacho. El último viernes, el nuevo titular del ente departamental presentó a su gabinete de colaboradores. En el acto estuvieron presentes el presidente cívico y también líderes de los gremios empresariales. El presidente de la CAO, José Luis Farah, expresó públicamente su apoyo a Aguilera, lo mismo vino también de la Cámara de Exportadores y otras instituciones.
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De un modo u otro, esto cierra un giro que se viene dando al interior de la clase dirigente cruceña tradicional. Es posible afirmar que están tomando distancia de una forma de hacer política que les causó daño.
Conversamos con Daniel Valverde, abogado y exdiputado cruceño, reputado analista de la política departamental y nacional, para conocer sus perspectivas sobre lo que está sucediendo.
Política
“Cuando uno asienta la mirada, sí hay un nuevo momento en los actores institucionales de la política cruceña, en los actores críticos. Entiendo que han tenido un momento de reflexión, de evaluación. Se han dado cuenta de que realmente el exceso de confrontación los estaba incluso confrontando consigo mismos, algo irónico. Además, la situación económica no está para generar tensiones que puedan cabalmente afectar lo que siempre reclaman en estos sectores, sobre todo vinculados con el empresariado, con el comercio, con la industria, de que la inestabilidad les afecta”, afirma Valverde.
Prosigue y observa que “ha habido reflexión, ha habido un balance, un mea culpa. Hubo, además, tensiones internas. En algún momento, tanto Mario Aguilera como Fernando Larach han planteado de usar más la inteligencia, antes que la fuerza. Me parece que es un camino al que no podemos negarnos porque creo que uno de los problemas, además, una de las limitaciones que generó el estilo de movilización de Luis Fernando Camacho, que quedó marcado sobre todo en noviembre del 2022, es que generaba un dislocamiento con el resto del país. Como que era una cultura muy de actores ensimismados, muy creídos de que pueden hacer las cosas solos y que todos tienen la obligación de seguirlos, sin generar un relato que contagie, que convenza. Se les reclama esa mirada que sea aglutinadora, más integral”.
“Los sectores productivos quieren que se tenga estabilidad para que no se arriesgue su actividad económica. Han caído en cuenta de que la inestabilidad les ha generado más perjuicios que beneficios. Están mirando las cosas de manera más pragmática”, sentencia el analista.
Otro actor importante en Santa Cruz, ni duda cabe, es el alcalde de la ciudad capital. Al respecto, el abogado señala que “aunque Jhonny Fernández es bastante maltratado y él mismo no tiene una buena imagen, en estos temas ha expresado madurez. Sobre todo, en el sentido de decir que no podemos seguir eternamente en el conflicto. Como autoridad, él sabe que no deben parar las recaudaciones impositivas, que es negativo tener a la sociedad fragmentada, con incertidumbre. Él demostró tener una lectura más serena de la situación, no al calor del momento, no tan irritada o emocional, como fue el caso de Luis Fernando Camacho y el círculo que le acompañaba”.
En cuanto a los cívicos, Valverde considera que “cuando vino la elección en el CPSC, en febrero de 2023, creo que si las estructuras de poder lo nominan y le dan el respaldo a Fernando Larach es porque también entran en esta reflexión. Como que se dicen que es necesario que entre alguien con otra lógica. A muchos, Larach les causa incomodidad, les parece antipático, lo ven tibio, pero a mí me parece que lo está haciendo bien en esta coyuntura. Por lo menos ha hecho un par de cosas proactivas. Por ejemplo, ha salvado el relato del último cabildo y lo ha transformado en una propuesta. Eso es interesante, porque lo que plantea está dentro del marco constitucional y habla de cosas concretas, como recuperar la autonomía y fortalecerla, pero los actores políticos, por ejemplo, los Creemos, no le han dado importancia. Lo que hizo Larach me parece un aporte importante, una expresión de mayor madurez”.
Así, llegamos al presente. “Ahora que asumió el vicegobernador, Mario Aguilera, como suplente legal de Luis Fernando Camacho, él muestra ser diferente en sus distintas intervenciones. Apunta a que él va a modular las cosas, que no se va a dedicar solo a pelear, que para él es más importante gestionar, transformar”, asevera el analista.
Añade que “se va conformando un escenario más a m – plio, más democrático, menos sectario y necesario, además, para Santa Cruz como punto de partida. Esto es positivo para ir consolidando espacios más inclusivos. Se va a seguir desterrando esto del uso de adjetivos de traición, del excesivo cruceñismo, del rotondismo, que creo que no son expresiones democráticas y no nos hacen avanzar como región ni como pensamiento político. Son planteamientos demasiado básicos y además generan demasiadas divisiones internas, más aún en lo que hace al relacionamiento que debe tener Santa Cruz con el resto del país”.
Camachismo
Ahora bien, es evidente que en medio de todo lo que viene sucediendo está en juego el futuro del liderazgo de Luis Fernando Camacho y de su partido político, Creemos. “El camachismo no va a desaparecer. Está instalado, posiblemente no solamente en Santa Cruz. En todos los núcleos urbanos que van creciendo hay una fracción ultraconservadora, que apuesta más por la acción que por la discusión. Esto es también parte de un fenómeno global. Lo que creo que es importante anotar, es que, en lo inmediato, esto no va a crecer, pero va a seguir instalado. No sé si va a ser residual, pero no cuenta con la misma fuerza que tuvo desde 2016, cuando fue creciendo desde el 21F hasta tener su mayor momento con las jornadas de noviembre de 2019”, dice Valverde.
“Hay una militancia que sigue a Camacho, que está fanatizada, que está convencida de que él liberó, que luchó y tiene una estructura popular. El día en que Camacho recupere su libertad, va a volver y va a reavivar muchas cosas. Él va a seguir siendo un actor con mucha potencialidad en lo regional. Ahora, la situación de Creeemos presenta una ecuación inversa. Creemos pudo haber capitalizado y pudo haber llegado a ser una gran estructura departamental, pero ha ido fragmentándose, están peleándose entre ellos y así van”, indica.
Cruceñismo
En todo departamento, municipio o incluso barrio se conforman identidades locales, localismos. Esto es normal y natural. Sin embargo, en el caso de la identidad cruceña, ésta se ha politizado e ideologizado. Así, ser cruceño, en el planteamiento hegemónico, implica militar en determinadas posiciones políticas y asumir ciertas acciones para ser validado socialmente. Para esto, hay instituciones en Santa Cruz que se dedican permanentemente a darle lustre y remozar el ideario regionalista. En el paro de los 36 días se pudo ver tanto la fortaleza de este dispositivo ideológico como sus limitaciones y debilidades.
“Es muy evidente que, en términos políticos, el cruceñismo nos encierra, nos limita, no nos deja salir de los márgenes del territorio del cruceño. Ahora, una cosa es el cruceñismo a nivel cultural, que es legítimo, que todo pueblo debe preservar su memoria, su cultura, adorarla y usarla como un atractivo incluso turístico, económico, Pero otra muy distinta y que tiene que distinguirse es el cruceñismo en el nivel político. Ahí hay una mirada muy local, muy disociada de lo que acontece en el país, en el mundo. Eso hace que hagamos política de aldea, como si esto fuera Macondo o Sucupira, donde estamos a expensas de las anécdotas o pugnas entre familias. Eso nos limita. Santa Cruz despegó hace mucho tiempo, y la política hasta ahora no va al ritmo de sus avances económicos, demográficos, productivos. Pienso que debe deprenderse el cruceñismo político, del cruceñismo cultural simbólico. Hay que tener una mirada a nivel interno plural, reconocer la diversidad que es valorable y que es una región valiosa porque ha recibido mucha migración y se ha convertido en un espacio vital para el país, que no se ha quedado en lo tradicional, sino que ha avanzado hacia lo moderno, en lo económico, social y productivo. Pero este cruceñismo, que muchos lo han sostenido con un sesgo, los grupos de poder, las logias, ha impedido que, en términos políticos, ni siquiera podamos romper el cascarón a nivel regional, democratizando las instituciones, las cooperativas de servicios, el Comité Cívico, la misma forma de hacer política. Tenemos que romper ese molde y democratizar la institucionalidad, modernizarla”, afirma Valverde.
Entonces, se llega inevitablemente a una pregunta: ¿qué incentivo podría tener la clase dirigente cruceña tradicional para dejar de lado al ideario cruceñista, que si bien es contraproducente para la disputa nacional, en Santa Cruz funciona y le sirve hasta el presente para legitimar y detentar para sí los principales espacios de poder político, económico y de status social?
“Esa es un punto muy interesante y muy complicado de responder, porque claro, ya no son los grupos de poder los que tienen que fomentar eso, sino la sociedad en su conjunto. Son los nuevos desafíos del siglo XXI. Está la necesidad de abarcar más, de que hay que influir más. Hay la necesidad de democratizar las instituciones para que no sean cooptadas como patrimonio de tan solo un grupo, sino que se privilegie, como en toda la sociedad moderna, la meritocracia, la posibilidad de que cualquier persona pueda ser parte también de la estructura política y económica en la región. Los incentivos pasan por poner en la balanza, tanto el peso como el requerimiento de los más o menos cuatro millones de cruceños. Cuánto vale mantener la forma en que hemos venido funcionando y, por otro lado, cuánto lo hace la posibilidad de que los cambios permitan una mayor apertura, una mayor incidencia y un mayor beneficio para un espectro más grande de la sociedad”.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político