Aniversario del MAS ¿y posible clausura?
Imagen: evo morales ayma
Se intensifica la pugna interna oficialista, mientras el plazo fatal para un nuevo congreso hasta el 7 de mayo se va acercando
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José de la Fuente y Carlos Saavedra analizan la situación actual, el camino recorrido y el porvenir del partido oficialista.
El Punto sobre la i
Hoyonal.
El Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), ni remotamente es hoy lo que fue desde sus inicios hasta antes del referéndum del 21 de febrero de 2016 (21F). Mucha agua ha pasado bajo el río, incluyendo el derrocamiento de Evo Morales en 2019 y un intento de recomposición en 2020 que actualmente está haciendo aguas. Aún así, inclusive dividido, el oficialismo sigue siendo el gran león suelto en el campo político nacional; y sin duda alguna el rival a superar por parte de otros competidores.
En estos días el MAS-IPSP está celebrando su vigésimo noveno aniversario y es probable que pueda tratarse de su última vela. El Órgano Electoral Plurinacional desestimó tomar en cuenta la convocatoria para el congreso en El Alto, hecha por el Pacto de Unidad. Por su parte, el ala evista se niega a convocar a un nuevo cónclave. El tiempo corre y nos acercamos al plazo fatal del 7 de mayo próximo, cuando el oficialismo arriesga perder su sigla si las cosas siguen como están.
Así las cosas, es necesario plantearse mínimamente algunas interrogantes, para volver sopesar tres décadas que hoy parecen un siglo. ¿Cuál es la situación actual del MAS-IPSP? ¿Cómo llegó el oficialismo a la actual situación de desbarajuste? ¿Qué se puede avizorar hacia adelante?
Para esto, invitamos a dos analistas de lujo, ambos estudiosos de la política nacional y observadores acuciosos del proceso que viene experimentando el partido de gobierno. El abogado e investigador social cochabambino, José de la Fuente, y el politólogo y analista tarijeño, Carlos Saavedra, nos brindan sus perspectivas sobre la cuestión.
Coyuntura
Sobre la situación actual del MAS, Saavedra explica que “cuando se fundó el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, en 1996, su característica era la de una conducción colectiva de organizaciones sociales populares que se diferencia de los liderazgos caudillistas y de las cúpulas de poder elitistas y cerradas de los partidos políticos tradicionales que gobernaron Bolivia desde la recuperación de la democracia en 1982. El MAS-IPSP logró nuclear en un instrumento político a pueblos indígenas, movimiento campesino, fuerzas obreras, intelectuales de izquierdas urbanas, entre otros. Una de las fortalezas políticas que tuvo fue la unidad, casi total, de las fuerzas del campo popular que con un discurso anti imperialista, anti colonial y anti liberal lograron deponer el Estado Republicano y refundar Bolivia en un nuevo Estado Plurinacional”.
“Esta lógica de Gobierno del MAS IPSP compartido con las organizaciones sociales poco a poco se fue diluyendo en el tiempo y se fue imponiendo la hiper personalización del liderazgo de Evo Morales como una especie de figura insustituible, lo que le llevó a este instrumento político a cometer errores como el no respetar la decisión del 21 de febrero del 2016 que le negó la posibilidad de la re elección indefinida. Hoy, por más paradójico que parezca, la mayor amenaza para el MAS es el expresidente Evo Morales. Su obsesión casi patológica por la retoma personal del poder, el haberse convertido en el principal opositor al gobierno del MAS liderado por Luis Arce están llevando al borde del abismo político y de la desaparición jurídica al instrumento más trascendental de la historia de la política nacional”, añade el politólogo.
Prosigue señalando que “la brecha política interna del MAS parece hoy ser insalvable, y la sensación que existe es la de un Evo Morales que está dispuesto a destruir el MAS, entregar el Gobierno a la oposición y poner en riesgo la construcción del Estado Plurinacional con tal de vencer la disputa interna al liderazgo de Luis Arce. Las últimas declaraciones de dirigentes afines, y las del propio Evo Morales parecen confirmar que el expresidente está dispuesto a incendiar el país si es que esto le permitiera gobernar un país en cenizas”.
“Los tiempos están corriendo, las divisiones se están profundizando y la posibilidad de un acuerdo político interno en el MAS es cada vez más lejana y la posibilidad de la desaparición jurídica de la sigla MAS IPSP es una posibilidad latente”, sentencia Saavedra.
Por su parte, José de la Fuente comienza diciendo que “el MAS de los últimos 18 años, se perdió irremediablemente -como el de los 29 años, el 2006- pues, como todo, en la vida social y política, cambia, se transforma y muta, para bien y para mal. Nada permanece, decía Heráclito, hace más de dos mil años”.
El abogado desarrolla su idea y afirma que “la brecha entre el evismo y el arcismo es insuperable. Desde el 2006 se identificó el MAS con Evo y la consecuencia del mayúsculo equívoco político e ideológico fue el referéndum de 2016, que lastimó el liderazgo en su mejor momento político; distorsión caudillista y conservadora que se paga hasta el día de hoy. Por ello, sin mayor análisis o autocrítica, luego de la tragedia del gobierno transitorio y el contundente retorno del MAS al gobierno, se entendió que el Gobierno de Luis Arce solo era una transición para el retorno reivindicatorio de Evo. Las aguas se enturbiaron desde la posesión del actual gobierno y las iniciales suspicacias terminaron en una disputa de poder abierta y áspera dónde no caben las dos facciones porque el evismo, como Evo, solo entiende el dominio absoluto, sin comprender que hay un nuevo ciclo impuesto por la realidad de los hechos políticos”.
“La contraposición es, básicamente, una disputa por el poder y sus beneficios, aunque, claramente, se advierte diferencias de enfoque que alimentan la brecha alejando a las facciones. En términos generales, la diferencia es que de volver al gobierno el evismo profundizaría el entropismo étnico y, por el contrario, de permanecer el arcismo, la gestión gubernamental se abriría a la clase media y los agentes económicos. A pesar de que en política todo es posible, en este caso no creo en un acuerdo in extremis. Más allá de las ideas, que no son centrales, las facciones, simplemente, no caben físicamente en el ejercicio del poder”, añade de la Fuente.
Devenir
En criterio de Saavedra, “la elección nacional del 2020 planteaba un desafío central para el partido en función de Gobierno: ¿existe vida política en el MAS después de Evo Morales? La victoria con el 55% le dijo con claridad al país que existía vida política para el MAS después de la figura de Evo Morales. Parecía que con la victoria de Arce el MAS había dado un paso fundamental a trascender la figura de Evo y consolidarse en un instrumento político con liderazgos múltiples. Después de vencer la pandemia y lograr estabilizar la economía nacional se consolidó el liderazgo de Luis Arce, con un perfil más técnico y un estilo presidencial de gobierno muy diferente al del expresidente Morales”.
“El crecimiento de Arce como líder político profundizó las susceptibilidades del evismo, que inmediatamente después de la ‘batalla por el Censo’ a finales del 2022 terminó por quebrar públicamente la relación Morales – Arce”, indica el politólogo.
El analista tarijeño considera que “hay tres campos de disputa entre renovadores y radicales: el primero es discursivo, con intercambio de acusaciones y debates en medios de comunicación y redes sociales; el segundo es jurídico con acusaciones en tribunales, sentencias constitucionales que pulverizan las posibilidades de reelección de Evo, control de la sigla del MAS-IPSP; y el tercer campo de disputa está en las calles, donde el antecedente más fuerte fue el bloqueo de caminos del ala evista después de que se dictara la sentencia constitucional que serviría de línea doctrinal para impedir que Evo Morales pueda volver a ser candidato”.
De la Fuente se retrotrae más atrás en el tiempo para explicar el recorrido del oficialismo hasta llegar al presente. “La ruptura que hoy vemos consolidada empezó con la simbiosis Evo – MAS desde el propio 2006 y que luego, acercándonos a las dos décadas, lleva al proceso de cambio a esta situación de ruptura e implosión interna. Este voluntario y prematuro culto a la personalidad ante la falta de mayor despliegue programático, impidió que la gestión gubernamental profundice la exitosa transformación arrancada durante el primer periodo de gobierno (2006 -2009) y que, por el contrario, sustituya el plan de gobierno y las transformaciones prometidas por la reelección presidencial indefinida (2014-2019), generando la deriva política e ideológica que acabó trágicamente con la interrupción institucional del 2019”.
“Esta deriva, iniciada con el culto a Evo desde el propio 2006, toma forma política en la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM) el 2015, cuando luego del contundente triunfo electoral con casi el 62% en las elecciones generales del 2014, el servilismo y la codicia genera la propuesta de un referéndum que modifique la Constitución Política para permitir la reelección indefinida del presidente Evo. Posteriormente, sin autocrítica alguna sobre el resultado negativo del referéndum del 2016, la identificación MAS – Evo todavía induce a profundizar el equívoco político sumando al fracaso plebiscitario un fraude constitucional gestionado en el Tribunal Constitucional, que inventa un supuesto derecho humano para justificar la reelección, negada por la Constitución y un referéndum. La tragedia del gobierno transitorio, entre 2019 y 2020, salvó la vergüenza de un triunfó pírrico, pero quedó para la historia que esa equívoca asociación entre líder, proceso e instrumento político, no solo tuvo nefastas consecuencias, sino que abrió otro ciclo político que es el que vivimos. Y ya en el ciclo político actual, que evidentemente es de transición entre los 14 años de Evo Morales y el que se habrá de iniciar con el Bicentenario, la crisis del MAS simplemente fue ingobernable y hoy estamos en los prolegómenos de la batalla final por la sigla, la candidatura y el rostro político del nuevo momento”, asevera el abogado cochabambino.
Porvenir
Indudablemente, son tiempos inciertos para el oficialismo. Viejas tensiones y fantasmas internos irresueltos están pasándole factura al partido histórico de las clases populares e indígenas bolivianas. De la Fuente avizora “la ruptura definitiva, el fin del relato de traidores y renovadores, con dos nuevas entidades políticas del bloque nacional popular disputando frontalmente la articulación con el Pacto de Unidad (CSUTCB, Interculturales, Bartolinas, CIDOB, Bloque Oriente, CONAMAC, APG y otros) que es el soporte social, orgánico y político de cualquier proyecto de transformación económica, social y cultural”.
“Sin embargo, antes que esto se consolide, veremos un intenso enfrentamiento de las dos facciones y en diversos frentes políticos e institucionales, detrás de la titularidad de la sigla del MAS y, consecuentemente, de quién elaborará y presentará las candidaturas de presidente, vicepresidente y demás representantes para las próximas elecciones generales 2025. Por lo pronto, Evo Morales tiene a su cargo y bajo su control la titularidad y la representación legal de la sigla, pero que, en cumplimiento de la Ley de Partidos Políticos y del propio Estatuto partidario, en particular su artículo13, un Auto Constitucional y una Resolución del Tribunal Electoral Plurinacional, debe convocar, perentoriamente, a un Congreso partidario que elija democráticamente a sus autoridades. El plazo fatal es el 7 de mayo próximo que, de no cumplirse con lo exigido, hace pasiva a la organización política de la sanción de prohibición de participación en la siguiente elección generales, las del 2025. Esto es lo que está en juego y, sin duda alguna, su resolución tiene un valor existencial para el MAS como para el mismo proceso político de cambio”, afirma el abogado.
“Felizmente, con tino y prudencia, el Tribunal Electoral ha abierto la baraja como buen árbitro, sin concesión a ninguna de las dos facciones y dejando al juego político, el cumplimiento de las normas y las organizaciones sociales matrices la resolución del impasse político. Ahora veremos la talla y la madurez alcanzadas por las organizaciones sociales matrices, siempre invocadas y regularmente manipuladas, pero absolutamente conscientes de su peso político, electoral y de legitimidad social el rol histórico que habrán de jugar al medio de esta mayúscula crisis en el instrumento que fundaron, precisamente, para no depender de ningún partido político”, hace notar de la Fuente.
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Prosigue y afirma que “el resto de la disputa terminará en los estrados electorales y judiciales, dejándonos ver los extremos de la crisis judicial, todavía en lento camino de cumplir con la convocatoria de los altos cargos judiciales, pero que aclara que los que querían descabezar al Órgano judicial era, precisamente, para que no haya instancia judicial que resuelva la inevitable disputa legal y por tanto dejar la situación en el limbo de los hechos políticos de fuerza, al igual que quienes defienden la prórroga porque saben de su valor definitorio”.
A su vez, Saavedra puntualiza que “es tal el grado de hegemonía política que logró el MAS-IPSP que aún con divisiones internas profundas, sigue siendo la fuerza política más grande del país; si bien el MAS está dividido en dos, la oposición tiene al menos siete alternativas electorales que la muestran más débil y fragmentada”.
Con todo, el politólogo tarijeño advierte que “si no hay un acuerdo político o un nuevo congreso reconocido por el Tribunal Supremo Electoral, el destino del MAS-IPSP es muy complejo en términos jurídicos, ya que inclusive podría perderse la sigla. La viabilidad política y la existencia jurídica del MAS están definidas por las posibilidades que existen de llegar a acuerdos políticos internos. Aunque también, aún estos no se materialicen, igual el MAS tendrá serias posibilidades de reproducir el poder local y tener importante presencia parlamentaria”.
“Sólo el tiempo dirá si el MASIPSP podrá consolidarse como instrumento político más allá de Evo”, dice Saavedra.
“Acá estamos, con el cielo lleno de nubarrones, pero también conscientes que detrás de toda noche siempre hay un amanecer”, concluye de la Fuente.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político