En la actualidad, la situación política en Bolivia enfrenta un panorama crítico, especialmente en relación con las oposiciones al oficialismo. A pesar de su relevancia y el peso de la representación que ostentan, las fuerzas opositoras no han logrado consolidarse como una alternativa real al Movimiento al Socialismo (MAS), encabezado anteriormente por Evo Morales y actualmente por el presidente Luis Arce. Este análisis se basa en las perspectivas de dos conocedores del escenario político boliviano: Gustavo Pedraza y Daniel Valverde, quienes ofrecen una visión a profundidad sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta la oposición en el país.
Gustavo Pedraza, exministro y candidato a la vicepresidencia por Comunidad Ciudadana, aporta una visión crítica desde su experiencia. Abogado e investigador social, él enfatiza la importancia para las oposiciones de construir una narrativa que conecte con los sectores populares y la necesidad de una gestión eficaz cuando se presentan oportunidades de gobierno.
Por su parte, Daniel Valverde, también abogado y analista político, ofrece una perspectiva que se centra en los problemas estructurales de las oposiciones bolivianas. Su análisis se enfoca en la falta de institucionalidad política y la ausencia de partidos sólidos capaces de articular propuestas coherentes y duraderas. Valverde subraya la importancia de construir estructuras partidarias que puedan servir como vehículos efectivos para la reflexión política y la conexión con las bases sociales.
Puede ver las entrevistas con Daniel Valverde y Gustavo Pedraza haciendo clic sobre sus nombres.
Evolución
El panorama político boliviano ha experimentado transformaciones significativas en las últimas décadas, con la oposición jugando un papel fundamental, pero a menudo problemático. La evolución de las fuerzas opositoras en Bolivia está marcada por momentos de oportunidad desaprovechados y desafíos estructurales que han impedido su consolidación como una alternativa viable al gobierno del MAS.
El periodo de crisis política que vivió Bolivia en 2019 fue un punto de inflexión para el panorama político del país. El derrocamiento de Evo Morales interrumpió el control del poder por parte del MAS y pareció ofrecer una oportunidad única para que la oposición se consolidara. Sin embargo, esta oportunidad no fue aprovechada. Gustavo Pedraza señala que «si la oposición en ese gobierno de transición hubiera gestionado un estado con las diferencias obviamente del MAS y hubiera logrado mostrar que tenía la capacidad, que ejercía el poder de una manera distinta, la historia hubiera sido diferente».
La gestión del gobierno transitorio de Jeanine Áñez fue un factor determinante en el posterior debilitamiento de las fuerzas opositoras. Pedraza critica que «quien gobierna en la sucesión no es la oposición legitimada por el voto, es la oposición marginal que tenía presencia en el legislativo». Esta exclusión no solo fue un error estratégico, sino que también afectó la credibilidad de partidos como Comunidad Ciudadana, que «sin ser parte de la gestión del poder en el Ejecutivo, es vista como acoplada, como parte de ese gobierno».
El contexto de 2019 fue particularmente significativo porque mostró la fuerza de las oposiciones en su capacidad de movilizarse y provocar la caída de Evo Morales. Sin embargo, esa movilización, encabezada en gran parte desde Santa Cruz, no logró traducirse en una propuesta clara de gobierno que pudiera consolidarse en el poder. Según Pedraza, «la oposición prácticamente muestra mucha fuerza bajo la conducción del territorio de Santa Cruz como tal, logra arrebatar, expulsar del poder a Evo Morales, pero en la práctica después de ese suceso, durante Jeanine Áñez, no consolida, no se muestra y no practica, no ejerce, no se consolida como alternativa».
Daniel Valverde complementa esta visión al señalar que las fallas de la oposición en 2019 y 2020 no fueron únicamente coyunturales, sino que reflejan problemas estructurales más profundos dentro de las fuerzas opositoras. Valverde apunta a la falta de institucionalidad como uno de los principales obstáculos que enfrentan las oposiciones en Bolivia. «La oposición política parte con una grave desventaja fruto de una omisión: no construir institucionalidad política». Esta crítica se refiere a la ausencia de partidos políticos sólidos y orgánicos que puedan articular un debate interno y una propuesta coherente ante la sociedad.
La fragmentación interna de la oposición ha sido otro obstáculo significativo en su evolución. La división entre las fuerzas opositoras, que presentó múltiples candidaturas en las elecciones de 2020 en lugar de un frente unificado, facilitó la victoria del MAS. Pedraza menciona que «la oposición hereda esa falta de capacidad para ser alternativa», y desde entonces, las fuerzas opositoras se han visto atrapadas en una dinámica legislativa activa pero poco efectiva para conectar con las amplias bases populares.
El caso de Santa Cruz, un bastión histórico de la oposición democrática, es un ejemplo clave de esta fragmentación. Valverde señala que, tras la aparición de Fernando Camacho como una figura fuerte en 2019, el movimiento político en esta región se ha dividido aún más. La irrupción de Camacho debilitó al partido de Rubén Costas, y aunque Camacho sigue teniendo relevancia en la política regional, Valverde advierte que el gobernador enfrenta grandes retos para consolidar un liderazgo nacional.
Oposiciones
Uno de los problemas fundamentales que enfrentan las oposiciones en la actualidad es la falta de institucionalidad política. Daniel Valverde enfatiza que «la política se tiene que hacer con los vehículos correspondientes, en este caso, organizar partidos que tengan vida orgánica». Esta ausencia de estructuras partidarias sólidas ha limitado la capacidad de la oposición para articular un debate interno profundo y presentar propuestas coherentes y duraderas ante la sociedad.
La fragmentación interna sigue siendo un obstáculo significativo para la oposición. Gustavo Pedraza señala que la dinámica interna en la oposición ha debilitado la capacidad de crecimiento. «La oposición no ha podido construir un vínculo con los sectores populares, una conexión en el mensaje». Esta división se refleja en la multiplicidad de liderazgos y la falta de un proyecto político unificado que pueda presentarse como una alternativa clara al gobierno del MAS.
En el ámbito legislativo, la oposición ha mantenido una presencia activa, pero su acción ha sido percibida como distante por gran parte de la población. Pedraza afirma que «esa gestión legislativa es percibida por un círculo pequeño de la sociedad», lo que sugiere que las propuestas y acciones de la oposición no logran captar el interés o la atención de las grandes mayorías. Esta desconexión entre la actividad parlamentaria y las preocupaciones cotidianas de la población ha limitado la capacidad de la oposición para construir una base de apoyo más amplia.
La narrativa construida por el MAS durante su gestión ha sido difícil de contrarrestar para la oposición. Evo Morales, incluso fuera del poder, ha logrado seguir siendo una figura central en la política boliviana debido a la incapacidad de la oposición para ocupar ese espacio. Pedraza explica que el expresidente “se acomoda con todo lo que este caudillo tiene como experiencia y como interés, como ambición de poder», haciendo hincapié en cómo él ha utilizado su legitimidad en el liderazgo indígena y rural para mantenerse relevante en la arena política.
La crisis económica que afecta al país se presenta como una variable que podría catalizar cambios en el panorama político. Pedraza sugiere que «es probable que con el agravamiento de la situación económica ese voto, esa base electoral del MAS, empiece a migrar hacia una opción alternativa de la oposición». Sin embargo, advierte que no se trata de un proceso automático y que la oposición aún no ha ofrecido una alternativa creíble que sea vista como capaz de gestionar el país en una coyuntura tan delicada.
Valverde reflexiona que el descontento social generado por la crisis económica, sumado a los problemas ambientales que afectan al país, está creando «una conciencia de que esto no está bien», pero que aún no se ha traducido en un movimiento político sólido que represente esas preocupaciones. A medida que la crisis avanza, la posibilidad de que surjan nuevas figuras o movimientos dentro de las oposiciones sigue siendo latente, pero el tiempo corre en contra de esa posibilidad.
Otredad
Uno de los grandes desafíos que enfrentan las oposiciones tradicionales en Bolivia es su incapacidad para conectarse con los sectores populares e indígenas, que constituyen una parte significativa de la población. Estos grupos han sido históricamente la base de apoyo del Movimiento al Socialismo (MAS) y, en particular, del expresidente Evo Morales, quien logró construir una narrativa que articulaba los intereses de los sectores indígenas, campesinos y obreros. Según Gustavo Pedraza y Daniel Valverde, la oposición ha fracasado en establecer un mensaje y una estrategia que logre resonar con estas comunidades, lo que ha limitado su capacidad para ampliar su base electoral y convertirse en una verdadera alternativa al MAS.
Gustavo Pedraza señala que el MAS construyó su hegemonía política sobre dos pilares fundamentales: la inclusión de los pueblos indígenas en la gestión del poder y la promesa de bienestar económico. «El MAS apoyó su discurso en dos elementos: uno, la inclusión de los indígenas en la gestión del poder; y otro, el tema material, el bienestar en cuanto a vivienda, ingresos, tierra», explica Pedraza. Estos dos elementos fueron cruciales para consolidar el apoyo del MAS en áreas rurales e indígenas, que tradicionalmente habían estado excluidas de la política boliviana.
La inclusión de los sectores indígenas en la política boliviana bajo el liderazgo de Evo Morales fue vista como un avance histórico, ya que representó el acceso de los pueblos originarios al poder de una manera sin precedentes. «En el discurso de los intangibles, el MAS tiene fuerza», dice Pedraza, refiriéndose a la legitimidad que aún mantiene el partido en relación con la inclusión de los indígenas en la toma de decisiones. Esta legitimidad es difícil de disputar para la oposición.
Parte de este problema radica en que el discurso de las oposiciones ha estado más enfocado en temas coyunturales y urbanos, dejando de lado las preocupaciones fundamentales de los sectores populares, como la tierra, la producción agrícola, el acceso a servicios básicos y el bienestar económico. Pedraza subraya que «la oposición no ha podido construir un vínculo con los sectores populares», lo que ha impedido que su mensaje resuene en estas comunidades.
Daniel Valverde observa que sin partidos sólidos que puedan generar un debate profundo y proponer soluciones a los problemas que enfrentan los sectores populares, la oposición ha quedado atrapada en una dinámica de reacción y confrontación, en lugar de ofrecer una alternativa creíble y cercana a las comunidades indígenas y campesinas.
La crisis de representatividad que enfrentan las oposiciones en relación con los sectores populares e indígenas se ve agravada por la persistencia de estructuras y liderazgos que son percibidos como ajenos a estas realidades. Valverde señala que «la oposición está repitiendo un poco la fórmula que ya intentó en dos o tres elecciones», refiriéndose a la falta de renovación en las propuestas opositoras. Mientras el MAS ha mantenido una conexión fuerte con las bases populares, la oposición no ha logrado articular un mensaje que hable directamente a las preocupaciones de estos sectores.
Pedraza argumenta que la oposición necesita desarrollar una narrativa que no solo critique al MAS, sino que ofrezca una visión alternativa del desarrollo y la inclusión que sea atractiva para los sectores populares e indígenas. «No basta con decir que el MAS es corrupto o autoritario, hay que mostrar cómo un gobierno de oposición mejoraría concretamente la vida de estas comunidades», señala.
Perspectivas de las oposiciones hacia 2025
Tanto Gustavo Pedraza como Daniel Valverde coinciden en que el panorama político está cambiando, lo que ofrece tanto oportunidades como riesgos para las fuerzas opositoras. Uno de los principales desafíos identificados por ambos analistas es la necesidad de construir una narrativa unificadora y coherente que pueda resonar con amplios sectores de la sociedad boliviana.
La fragmentación interna sigue siendo un desafío crítico. Para tener una oportunidad real en 2025, la oposición necesitará superar sus divisiones y presentar un frente más unido. Valverde sugiere que «la oposición está repitiendo un poco la fórmula que ya intentó en dos o tres elecciones», lo que implica que se necesita una renovación no solo en las caras visibles, sino también en las estrategias y propuestas políticas.
El manejo de la coyuntura política también será crucial. Ambos analistas coinciden en que el ciclo de hegemonía del MAS ha terminado, dando paso a un momento con otra dinámica. Pedraza afirma que «hemos entrado en un ciclo de mayorías relativas», lo que indica que las próximas elecciones probablemente se definirán en una segunda vuelta. Esto abre la puerta a posibles alianzas o pactos políticos, pero también a una mayor inestabilidad. Las oposiciones deberán estar preparadas para navegar este escenario complejo y potencialmente volátil.
La renovación de liderazgos es otro desafío importante. Valverde menciona que figuras como «Tuto Quiroga tiene ciertas condiciones interesantes, muy conectados además con algún bloque político latinoamericano», pero advierte que esto no es suficiente si no va acompañado de una propuesta sólida y legitimada por la sociedad. La oposición necesitará encontrar un equilibrio entre liderazgos experimentados y nuevas voces que puedan conectar con diferentes sectores de la sociedad.
El uso efectivo de los medios de comunicación y las redes sociales será otro reto significativo. En un contexto donde la información fluye rápidamente y las percepciones pueden cambiar en cuestión de horas,
En suma, la construcción de una narrativa unificadora, la superación de la fragmentación interna, la conexión con sectores populares e indígenas, la presentación de propuestas económicas creíbles, la renovación de liderazgos y la gestión efectiva de la comunicación serán elementos esenciales para determinar si las oposiciones pueden presentarse como una alternativa viable al gobierno del MAS. Como señala Valverde, «la sociedad está buscando esperanza, está buscando respuesta», y el éxito de la oposición dependerá en gran medida de su capacidad para ofrecer esa esperanza y esas respuestas de manera convincente y sostenible.
Lea: Habilitados 7,3 millones de votantes para las elecciones judiciales del 1 de diciembre