En un escenario marcado por la incertidumbre, el reciente informe de perspectivas de los economistas en jefe del Foro Económico Mundial identifica los principales retos y oportunidades para la economía global en 2025. Los pronósticos muestran un panorama austero, con un 56% de los economistas previendo un debilitamiento económico global y solo un 17% anticipando mejoras.
“Este año promete ser un periodo clave para evaluar cómo las decisiones políticas y las tensiones geopolíticas moldean el futuro económico”, señala el documento.
Crecimiento divergente entre regiones
Un primer dato relevante es que las expectativas de crecimiento varían significativamente entre regiones. Estados Unidos se perfila como una economía robusta, impulsada por políticas fiscales y monetarias expansivas. Por otro lado, el sudeste asiático, liderado por India, mantiene una dinámica positiva. “India sigue siendo la economía de mayor crecimiento en el mundo”, destacó el informe, aunque se observa una ligera desaceleración con un crecimiento del 5.4% en el tercer trimestre de 2024. Europa, sin embargo, enfrenta un panorama desalentador: 74% de los expertos anticipa un crecimiento débil o muy débil en 2025.
China también enfrenta dificultades. Se espera que su crecimiento se desacelere a 4.5% este año y continúe cayendo hasta un 3.3% en 2029, reflejo de una demanda interna moderada y una población envejecida. “Las ventas minoristas crecieron solo un 3% en noviembre, muy por debajo de las expectativas”, subraya el informe.
En Sudamérica, el panorama económico presenta tanto desafíos como oportunidades. Aunque los países de la región han mostrado resiliencia frente a las adversidades globales, la economía sudamericana se encuentra presionada por factores internos y externos. La región se beneficia de su riqueza en recursos naturales y la creciente demanda de materias primas, pero también enfrenta problemas estructurales como la desigualdad, la inflación y una dependencia significativa de los mercados de exportación.
En 2025, se espera que el crecimiento en Sudamérica sea moderado, con variaciones significativas entre países. Brasil, la mayor economía de la región, proyecta un crecimiento alrededor del 2.2%, respaldado por exportaciones de materias primas y un aumento en la inversión extranjera directa. Sin embargo, el informe también señala que las reformas estructurales serán clave para garantizar un crecimiento sostenido. “Brasil debe abordar la mejora de su infraestructura y la simplificación de su sistema fiscal para atraer más inversión”, indican los economistas en jefe.
Argentina, por su parte, enfrenta retos particulares debido a su alta inflación y una deuda pública significativa. A pesar de ello, se espera un leve repunte económico del 1.5% en 2025, impulsado por un sector agroexportador fortalecido. La estabilidad política y el manejo prudente de la política monetaria serán determinantes en este proceso. “El gobierno argentino debe equilibrar sus cuentas fiscales sin sacrificar el crecimiento”, advierten los expertos.
Bolivia, en tanto, enfrenta un panorama económico complejo debido a la alta dependencia de las exportaciones de gas natural y minerales. Aunque estos sectores representan una fuente sustancial de ingresos, su volatilidad en los mercados internacionales plantea riesgos significativos para la estabilidad económica del país. El informe subraya que “la diversificación económica es fundamental para reducir la vulnerabilidad de Bolivia a los choques externos”. A pesar de los desafíos, el gobierno ha impulsado políticas de redistribución social que han reducido la pobreza en años recientes, pero esto ha sido a costa de un creciente déficit fiscal, advierten los analistas. La inversión en infraestructura y el fortalecimiento del sector agrícola son áreas clave identificadas para garantizar un desarrollo más sostenible en el futuro.
Chile y Perú también ofrecen un panorama mixto. Chile, con una economía altamente dependiente del cobre, enfrenta desafíos debido a la volatilidad de los precios internacionales de este metal. No obstante, su historial de estabilidad económica y políticas favorables al mercado lo posicionan para un crecimiento proyectado del 2.8%. Perú, por su parte, se beneficia de un sector minero dinámico, pero las tensiones políticas internas podrían limitar su desempeño económico. “Las inversiones en infraestructura y una mayor diversificación económica son esenciales para el futuro de Perú”, señala el informe.
Colombia y Ecuador enfrentan retos comunes relacionados con la seguridad y la inestabilidad política. Aunque ambos países esperan un crecimiento moderado en torno al 2.5%, la mejora en la gobernanza y la atracción de inversión extranjera serán factores clave. El informe concluye que Sudamérica, como región, tiene el potencial de desempeñar un papel más prominente en la economía global si logra superar sus barreras estructurales y fomentar una mayor integración regional.
Inflación y políticas monetarias
La inflación global muestra signos de moderación, con una proyección promedio del 4.3% para 2025. Sin embargo, persisten divergencias regionales y sectoriales. En economías avanzadas, los precios de los bienes han mostrado una mayor desaceleración en comparación con los servicios, que aún registran tasas inflacionarias elevadas debido a la demanda postpandemia y la rigidez en ciertos sectores laborales.
En Estados Unidos, la situación es especialmente relevante tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. “El 94% de los economistas anticipan un incremento en la inflación bajo la nueva administración”, subraya el informe. Este aumento está vinculado a políticas fiscales expansivas y cambios en las prioridades de gasto público. A pesar de ello, el reciente recorte de las tasas de interés en un punto porcentual refleja un esfuerzo por contrarrestar presiones inflacionarias mientras se impulsa el crecimiento. “El dólar se fortalecía al alcanzar un máximo de dos años tras el anuncio”, señala el documento, reflejando confianza en la economía estadounidense.
Europa, en contraste, enfrenta una dinámica diferente. Las expectativas apuntan a una mayor relajación monetaria, con el Banco Central Europeo reduciendo las tasas de interés para estimular el crecimiento en una región marcada por un débil desempeño económico. Esta divergencia en las políticas monetarias entre Estados Unidos y Europa subraya los retos globales para coordinar respuestas efectivas a la inflación.
En mercados emergentes, la inflación sigue siendo un desafío crítico. Países como Argentina y Turquía lidian con tasas inflacionarias de dos dígitos, exacerbadas por factores locales como desequilibrios fiscales y volatilidad cambiaria. En América Latina, aunque las economías están logrando cierto control sobre los precios, las expectativas inflacionarias aún son altas, lo que limita la capacidad de los bancos centrales para reducir tasas de interés.
A nivel global, los expertos destacan la importancia de mantener políticas monetarias adaptativas y un enfoque coordinado para evitar efectos negativos sobre el comercio y las cadenas de suministro. La moderación de la inflación sigue siendo una prioridad, pero las decisiones de política monetaria deberán equilibrar cuidadosamente el crecimiento económico y la estabilidad de precios.
Fragmentación económica global
Uno de los principales desafíos identificados es la creciente fragmentación económica global, especialmente en el comercio de bienes. El 94% de los economistas anticipan una mayor fragmentación en los próximos tres años, lo que podría elevar los costos para consumidores y empresas. Además, se espera un aumento en las barreras para la movilidad laboral y la transferencia de tecnología. “La rivalidad geopolítica y las decisiones políticas nacionales son los principales impulsores de estas tendencias”, concluye el informe.
La fragmentación se ha acelerado debido a factores como la geopolítica, las restricciones comerciales y las medidas proteccionistas. Por ejemplo, la reubicación de cadenas de suministro hacia economías políticamente aliadas (“friend-shoring”) ha cambiado la dinámica del comercio global. Este enfoque, promovido principalmente por economías avanzadas como Estados Unidos, busca reducir la dependencia de países considerados estratégicamente riesgosos. Sin embargo, este movimiento tiene implicaciones económicas significativas. “El 81% de los CEOs en Estados Unidos planean acortar sus cadenas de suministro”, según una encuesta, lo que podría elevar los costos de producción y trasladarlos a los consumidores finales.
Otro factor relevante es la fragmentación en el sector tecnológico. Las tensiones geopolíticas han llevado a mayores restricciones en la transferencia de tecnología y datos entre países. Esto afecta particularmente a sectores de alta tecnología, que dependen en gran medida de colaboraciones internacionales para la innovación. Según el informe, “más de dos tercios de los economistas prevén una mayor fragmentación en la transferencia de tecnología en los próximos tres años”.
La fragmentación también plantea riesgos para la cooperación global en desafíos comunes, como el cambio climático. La falta de colaboración entre países dificulta la implementación de soluciones coordinadas y aumenta los costos asociados. “El 88% de los economistas considera poco probable que la fragmentación reduzca los riesgos sistémicos económicos y financieros”, lo que indica que el impacto negativo supera los posibles beneficios.
A pesar de estos desafíos, algunas economías están adaptándose. Las empresas multinacionales, por ejemplo, están adoptando estrategias de regionalización para mitigar los efectos de la fragmentación. Estas incluyen reestructurar sus operaciones, diversificar sus mercados y priorizar regiones menos expuestas a tensiones geopolíticas. “Más del 90% de los expertos anticipan cambios significativos en las operaciones de las multinacionales como respuesta a la fragmentación”, destaca el documento.
El informe enfatiza que, aunque la fragmentación económica global presenta riesgos sustanciales, también abre oportunidades para fortalecer las capacidades regionales y fomentar modelos de desarrollo más resilientes. Sin embargo, lograr este equilibrio dependerá de la capacidad de los países para manejar las tensiones políticas y económicas de manera coordinada y sostenible.
Tensiones comerciales y proteccionismo
La dinámica de guerras comerciales está destinada a intensificarse, especialmente entre Estados Unidos y China. Un 89% de los economistas anticipan restricciones comerciales recíprocas en 2025. Sin embargo, hay consenso en que las tarifas prometidas por la nueva administración estadounidense no se implementarán en su totalidad. “El proteccionismo es identificado como el factor más influyente en los cambios duraderos en los patrones comerciales”, indica el informe.
El comercio de servicios, en cambio, está en ascenso y se espera que se convierta en un motor clave del desarrollo económico. “El valor de las exportaciones de servicios creció un 116% entre 2009 y 2023”, destacó el documento. Aunque los países desarrollados se benefician más, también representa una oportunidad para economías emergentes, dada su alta intensidad en empleo.
La deuda pública global supera los 100 billones de dólares, con proyecciones de alcanzar el 115% del PIB mundial en tres años. En este contexto, los gobiernos enfrentan un “trilema fiscal”, equilibrando los costos relacionados con la seguridad, el envejecimiento poblacional y el cambio climático, sin comprometer la sostenibilidad de la deuda. “El 97% de los economistas esperan un aumento de la deuda pública en Estados Unidos”, según el informe.
Impacto empresarial
Para las multinacionales, la fragmentación representa un reto estratégico significativo. Más del 90% de los expertos anticipan cambios importantes en las operaciones de las empresas, incluidas la reestructuración de cadenas de suministro, regionalización de actividades y salida de mercados de alto riesgo. “Un importante prestamista global ya ha dividido sus operaciones en agrupaciones ‘orientales’ y ‘occidentales’ como respuesta a estas tendencias”, ejemplifica el informe.
El informe del Foro Económico Mundial subraya que 2025 será un año de transición y ajustes. La economía global enfrenta riesgos significativos, desde la inflación y el proteccionismo hasta la fragmentación geoeconómica. Sin embargo, también hay oportunidades, especialmente en el comercio de servicios y las adaptaciones empresariales. Como se destaca en el informe, “El panorama futuro dependerá de cómo los responsables políticos y las empresas naveguen por estas complejas intersecciones entre lo político y lo económico”.
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