A poco más de cinco meses de las elecciones generales, los análisis de algunos medios de información y de analistas políticos resultaron desahuciados: las disputas internas en el Movimiento Al Socialismo (MAS) no eran una tramoya ni una estrategia electoral, sino muy serias; por eso sucumbió.
Tan serias son, que, desde septiembre de 2022, cuando su otrora líder histórico, Evo Morales, denunció un “plan negro”, la crisis partidaria no pudo ser conciliada y poco a poco terminó partiendo al partido hasta de forma más miserable.
¿Fue en 2022 que comenzó el desastre de ese partido? El presidente Luis Arce, promovido por Morales mientras estaba asilado en México, dijo que el diferendo comenzó “temprano”, en 2021. El problema que tienes conmigo es porque “no acepté ser un títere tuyo”, espetó el mandatario en su catarsis de septiembre de 2024.
He ahí uno de los factores de la separación del MAS: es sabido que Morales nunca aceptó no ser el presidente y quiso marcar línea al gobierno de su otrora elogiado ministro de Economía, hasta pretender imponer nombres en el gabinete.
A colación, un segundo factor está vinculado al liderazgo de Morales en el MAS. Debido a su interés personal en el gobierno de Arce, la dirección partidaria perdió el respaldo de las organizaciones sociales. El Pacto de Unidad que lo apoyó en los casi 14 años de gobierno, terminó haciendo lo mismo con Arce. Sin embargo, ante el quiebre, Morales promovió organizaciones paralelas y con eso se consumó la división en los movimientos sociales allegados al MAS.
Un tercero lo recuerda Martín Sivak, el periodista de cabecera de Morales. Dice que su reciente libro sobre Morales, Vértigos de lo inesperado, “(…) es un ensayo sobre el ejercicio del poder, el relato de una megalomanía, de la obsesión por aferrarse a la jefatura del Estado y por recuperar en las presidenciales de 2025 todo lo que creía que le habían arrebatado”.
Que, en su asilo en México, entre el 12 de noviembre y 11 de diciembre de 2019, ya pensaba en la campaña electoral de 2025.
Y entre sus allegados, se sabe que su afán era que Arce sea solo presidente “transitorio”, pero supo que aquel comenzó a pensar en 2025.
Como cuarto factor, la disputa política de las facciones evista y arcista del MAS desembocó en 2023 en la Asamblea Legislativa. La elección de las directivas camarales fue un conflicto evidente; luego, la agenda, y, finalmente, la disputa por la aprobación de leyes, entre ellas créditos, que acentuaron la crisis interna partidaria.
Sin embargo, el factor gravitante fue la situación electoral de Morales. Con base en la Sentencia 1010/2023 y el Auto 083/2024 ECA, del Tribunal Constitucional, el arcismo considera que Morales está impedido de buscar una nueva candidatura, mientras que el evismo sostiene que aquel está constitucionalmente habilitado.
Además, otra sentencia, 0776/2024-S4, despojó a Morales la jefatura del MAS y reconoció la del arcista Grover García. Así, Morales se quedó sin sigla, aunque prometió buscar una alquilada.
El caso derivó en el extremo de la separación definitiva: Morales instruyó a su militancia a renunciar al MAS y a arriar las banderas. En contrapartida, se alió con el Frente Para la Victoria (FPV), del que será su candidato.
Consumada la división, arrecia otra batalla masista: la validación de la postulación de Morales por parte del Tribunal Electoral. Mientras, Arce, con sigla, aún no decide su candidatura.
¿Este quiebre del MAS fue también ocasionado por el declive del proceso de cambio? La respuesta sirve para otro análisis de factores.