Agosto, mes de las ofrendas
Rito. La dueña de una tienda esotérica dice que todos los días son buenos para k’oar
Empieza agosto y la tradición manda ofrecer una mesa a la Pachamama en agradecimiento por los beneficios recibidos durante el año, pero las ofrendas también se hacen para obtener beneficios y el color de la mesa varía según el deseo, el rojo atrae el amor y el verde al dinero.
«El objetivo de la k’oa es darle gracias a la Pachamama por todo lo que tenemos. Hay que prender la mesa y alimentarla (a la Pachamama)», explica Elena Saravia, propietaria de la Casa Esotérica Pacha Mama, ubicada en la calle Linares, esquina Santa Cruz, lugar también conocido como «la calle de las brujas».
Entre otras, Saravia elabora mesas monocromáticas, es decir para demandas específicas como por ejemplo alcanzar el éxito en el amor, en el matrimonio y en los estudios o para la abundancia y la riqueza.
Advierte, sin embargo, que quienes adquieren estas mesas deben estar seguras de lo que pedirán y que en el momento de la ofrenda deben expresar toda su fe, de lo contrario su deseo no se cumplirá.
Saravia explicó que agosto es el mes elegido para que las personas ofrenden las mesas a la Pachamama porque en esta época «la tierra descansa». «No hay producción, no hay siembra ni cosecha, es el mes de la menstruación de la Pachamama, la tierra está tranquila y tiene hambre, estas mesas son su alimento y hay que darle vino y alcohol porque tiene sed», dijo Saravia.
De ese modo entiende que —precisamente en agosto— se produzca una gran cantidad de hechos de tránsito y fallecimientos, «porque la tierra tiene hambre y hay que ofrendarle las mesas».
Se suele decir que la k’oa o quema de la mesa debe realizarse el primer y/o último viernes del mes de agosto, sin embargo Saravia dice que no importa el día y menos la hora, la idea es hacer la ofrenda con todos los elementos que correspondan, cada uno de los cuales tiene un significado, y luego enterrar las cenizas.
Saravia afirma que el objetivo más importante de la k’oa es agradecer a la Madre Tierra por todo lo que da.
«Es un pago a la tierra y hay que aprovechar para pedir que no hayan más accidentes ni más muertos, que haya prosperidad, que haya abundancia», manifiesta.
En la calle Linares, mesas multicolor han sido armadas por las especialistas para ponerlas a la venta. «Los precios siempre varían, hay desde cinco bolivianos, que son para las casas y personas particulares, hasta las de 200 bolivianos que son para las empresas o para las minas y tienen al menos 20 ingredientes especiales con sus significados», dice.
Pero el cliente también puede pedir que se le prepare una mesa con los elementos de su interés. En ese caso, «un maestro» las prepara y si el interesado lo prefiere también puede dirigir la quema.
La propietaria de la Casa Esotérica sostiene que las personas que realicen este trabajo tradicional deben hacerlo con fe para que lo pedido y agradecido sea bien recibido por la Madre Tierra y así le confiera todos los deseos. «Si se hace por cumplir o por temor a que suceda algo es mejor no hacerlo, la Pachamama se enoja cuando no se le tiene fe y puede enojarse», afirma Saravia.
La tradición se expande
Esta tradición era muy arraigada en el campo, pero en las últimas décadas entró con fuerzas en las ciudades y penetró a las clases medias. La comercialización de mesas es cada vez más frecuente. Se conoce que esta tradición también está latente en provincias del norte argentino.