Un callejón humano acompañó a Francisco
Francisco piso suelo boliviano a las 17.11, con un poco más de una hora de retraso, y fue recibido por la comitiva presidida por el presidente Evo Morales en el hangar presidencial. Luego del acto central de bienvenida, el Papa se dirigió hacia la ciudad de La Paz flanqueado por un callejón humano.
Cientos de personas se apostaron en ambos frentes del carril de bajada de la Autopista, que une las ciudades de El Alto y La Paz. Descendió en el papamóvil por la serpenteante vía de 13 kilómetros en medio de alabanzas, aplausos, coros, música, algarabía y jubiló. Algunos se emocionaron hasta las lágrimas al ver al Santo Padre.
Desde los celulares se tomaron cientos de instantáneas a la entrada ya de la noche. Otros intentaron selfies o autoretratos. Niños, jóvenes y adultos saludaron al líder de la Iglesia Católica que retribuyó el aprecio con sonrisas y saludos desde el papamóvil. Banderas, globos blancos y la tricolor nacional ondearon como homenaje al ilustre visitante.
Lució un gorro papal, un saco y una chalina blanca para hacer frente al frío paceño. Una caravana de vehículos y una comitiva acompañó su paso por la Autopista hasta la urbanización Plan Autopista, primera parada en su trayecto hacia la Sede de Gobierno.
«Le tengo mucha fe, es el mensajero del Señor. Necesitamos mucha fe, mucho amor», dijo María Paz, de 52 años, de oficio vendedora, quien hizo vigilia desde mediodía. «Le pido mucha salud, paz y progreso para nuestro país», sostuvo una vecina de la Ciudadela Ferroviaria.
Una multitud de fieles se concentró en el acceso al Plan Autopista donde Francisco rindió un homenaje de tres minutos al jesuita y periodista Luis Espinal, asesinado en marzo de 1980. Ya de noche, saludó a la agente que gritaba a voz en cuello “¡Francisco!, ¡Francisco!, ¡Francisco!”.
El termómetro marcó los 12 grados centígrados. La comitiva se dirigió al centro de La Paz, donde otra multitud lo esperaba desde horas de la mañana con globos blancos y entusiasmo.
No faltó la música autóctona que alejó el frío mañanero y también el helado viento que corrió en La Paz hasta más allá del mediodía, cuando un intenso sol de invierno acompañó a los miles que esperaban ver al líder de la Iglesia Católica. Pedro Cuellar, de Santiago de Huata, a orillas del Lago Titicaca, madrugó para estar temprano y no perder ni un detalle de la visita. “Es una alegría estar acá, una bendición. Realmente es un mensajero”, dijo.
En medio de la espera la Policía detuvo a jóvenes con pancartas con mensajes de que Bolivia era un Estado laico, mientras otro grupo policial cubrió el altar levantado en la denominada Curva del Diablo.
Francisco visitó por unos minutos el Arzobispado y luego sostuvo una reunión con el presidente Morales en Palacio de Gobierno.