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Cine radical por un cine que se recrea

Agüero y Pinent proponen dejar de lado los esquemas y obligaciones para la creación cinematográfica.

/ 24 de septiembre de 2017 / 04:00

Los cineastas premiados Ignacio Agüero (Chile) y Antoni Pinent (España) llegaron a La Paz como invitados del IV Festival de Cine Radical. El evento —que se inauguró el miércoles 6 de septiembre y se clausuró ayer— proyectó 60 películas, entre nacionales y extranjeras.   

Entre las actividades del festival se presentaron los filmes El otro día (2013), Como me da la gana (1985), Cien niños esperando un tren (1988) y Como me da la gana 2 (2016), dirigidas por Agüero. También se dictó el taller Esculpir la luz: acercamiento al cine sin cámara/matérico, facilitado por Pinent, del 11 al 15 de septiembre, en la Cinemateca Boliviana.  

Asimismo estuvieron como invitados el director y escritor César González (1989), de argentina. De Perú, John Campos Gómez, director del Transcinema Festival de Cine y programador de diversos festivales latinoamericanos, así como el director alemán Philipp Hartmann (1972).

Jonh Campos Gómez dio el seminario Por un cine del Des-prestigio, del  jueves 14 al sábado 16, en la Cinemateca Boliviana. Según el programador peruano, este seminario pretendió mostrar producciones que se alejan de las validaciones académicas.

El festival estrenó 14 producciones de directores nacionales, con un 80% de proyecciones gratuitas. Los filmes, talleres y foros se llevaron a cabo en siete escenarios de las ciudades de La Paz, El Alto y  Santa Cruz.

Las instituciones que apoyaron esta iniciativa fueron el Goethe Institut, la Casa Cultural de España y las sedes que albergaron las actividades.

Antoni Pinent: ‘Humor, punto de entrada al cine conceptual’

El cineasta, investigador y curador español Antoni Pinent, tallerista en el IV Festival de Cine Radical, encuentra que el humor es una forma de atraer espectadores al cine conceptual. Gracias a sus orígenes como autodidacta tuvo una relación cercana con la experimentación.

— ¿Cómo llegó hasta el cine sin cámara?

—Durante mi adolescencia cayeron en mis manos unas bobinas de 35mm que eran material de desecho y poco a poco empecé a usarlas. Fui conociendo el formato, experimentando con sus propiedades matéricas. Comencé raspando el celuloide, pintándolo con tinta china o aerosol. Así, desde 1993 hasta 2000 realicé unas 15 películas de un minuto. Llevaba cuatro años haciendo este tipo de obra cuando empecé a descubrir la tradición y lo que se había hecho antes. Ser autodidacta es un poco ambivalente. Por un lado me siento gratificado por haber llegado hasta allí por mí mismo, pero soy consciente de que lo que he descubierto en esos cuatro años podría haberlo conocido leyendo un libro o viendo una película en 20 minutos.

— ¿Cómo se combinan estas experiencias en su obra?

— Me interesa trasladar mis inquietudes como curador e investigador a mi pasión: el cine. La primera fase fue un acercamiento al propio formato haciendo intervenciones, expandiéndolo a otras artes. Últimamente estoy trabajando el tema del azar influenciado por John Cage. Bebo del arte contemporáneo y lo que hago es una traslación. Voy descubriendo las potencialidades implícitas dentro del celuloide como soporte, que en el digital no es posible. La llamo “picto-cinematografía”: un traspaso de la pintura al cine. Busco la cuarta dimensión (tiempo) de la pintura en el medio cinematográfico.  

— ¿Cuál es el lugar del humor en su trabajo?

— Soy de la época preinternet, leí mucho, pero no tenía acceso a las películas, me las tenía que inventar, era un cine experimental imaginario. El componente de las lecturas sobre el cine experimental que considera que tiene que ser serio e intelectual me molesta. Me interesa romper con eso, porque incluso puede ser un arma para cerrarle las puertas a alguien que le gustaría acercarse. Creo que para abrir más el espectro de la audiencia, lo bonito es hacerlo más ameno, sin perder identidad.

En mi película Gioconda Film puedes ver las diferentes capas de lectura que hay, es una obra con mucha teoría detrás, pero también puedes verla con humor, son 19 segundos, duran más los créditos que la película. Me interesa dar un componente que no cree una frontera o rechazo; en realidad das un punto de entrada a la obra.

— ¿Qué están aprendiendo sus alumnos de este taller?

— Estamos trabajando con celuloide de 16mm; cuando se trabaja así no solo intervienes en la imagen de forma más directa, como un poeta con el lápiz y el papel, sino que puedes elaborar, crear el sonido. Dependiendo de las formas, líneas o figuras geométricas como triángulos, emites un pitch diferente, golpes más agudos, graves o fuertes. Es el primer contacto para dibujar diferentes sonidos en la pista de sonido óptico de la película, que va en sincronía con la proyección. Se hace sonido sintético dibujado a mano desde 1920.

— ¿Qué es lo que le ha llamado la atención de Bolivia?

— Hay mucha inquietud por conocer el medio. Busqué que fuera un grupo heterogéneo. Hubo bastante inscrito y tuvimos que hacer una selección más amplia de lo normal: no son talleres habituales y no quise dejar mucha gente fuera.

Pérfil:

Nombre: Antoni Pinent.

Nació: En Lleida (España).

Profesión: Es doctor en Bellas Artes.

Artesano

Nació en pequeño pueblo de Cataluña en 1975. Comenzó a hacer cine a los 13 años de forma artesanal, interviniendo directamente, diversos materiales, en el celuloide.

Ignacio Agüero: ‘El cine es un ejercicio de libertad’

El documentalista chileno Ignacio Agüero —que formó parte del célebre programa Franja del No— presentó cuatro de sus películas en el festival. En ellas pretende dejar que la potencia de las imágenes conduzca al espectador a reflexiones sobre el contexto que retratan.  

— ¿Qué impresiones le deja el Festival de Cine Radical?

— Me parece un festival muy interesante que tiene el propósito de buscar dentro del mundo y de Sudamérica ese cine otro. Y que también se pregunta qué es el cine radical, se lo pregunta en las propias películas. Los verdaderos cineastas no entendemos el cine sino como radical, ¿cómo hacer cine que no lo sea?

La programación me parece muy interesante. Lo que pude ver en la Casa Espejo es el programa de cortometrajes de Philipp Hartmann. Le dieron espacio al trabajo anterior a sus largometrajes. Es muy bueno verlos, porque es un cine de búsqueda experimental. Me parece muy interesante un festival hecho por jóvenes que han encontrado en el cine una fuerza e intentan propagársela a los bolivianos.

— ¿Por qué hacer cine?

— Es una actividad que es siempre cambiante. Se hace en exteriores, interiores, en Bolivia, en Chile… es fascinante porque nada se repite nunca. Por otro lado, no es rutinario. El cine es un oficio que significa el permanente ejercicio de la libertad. No hay otra cosa parecida. El cine como lenguaje, como obra de creación, no tiene obligaciones, más que la de escapar de cualquier obligación y la de experimentar. Es por esa vía que el arte puede penetrar más allá de lo aparente.

Y existe arte en el cine documental. Es un trabajo que yo pienso que puede ejercitar plenamente la libertad de creación, por su propia forma de producción. Da mayor capacidad de errar y volver a acometer.

El arte tiene la peculiaridad de caminar por lugares no probados, que tal vez no tengan precedente. De aventurar, el cine y el documental tienen esa franquicia aventurera, la que se confunde con el juego.

— Sin embargo también hizo trabajos que no artísticos, como la Franja del No…

— Fue una campaña muy bien pensada. La oposición vislumbró que la constitución pinochetista establecía que en 1988 se realizaría un plebiscito, que le daría la posibilidad de elegir si ese gobierno seguiría o no. La Franja del No era un programa de televisión de 15 minutos diarios en cadena nacional. La gente podía ver la oposición a Pinochet. Había un espacio de noticias, un sector de humor, tenía muchos clips de música política; todo muy alejado de la violencia. Una frase lo resumía “sin odio, sin miedo, sin violencia, vote No”. En ese caso el propósito era derrotar a Pinochet. Pero sí hubo elementos artísticos, se trabajó muy bien por la vía del videoarte un ataque directo a la figura de Pinochet. Y en todo eso yo tuve participación, aunque fue bastante colectivo. Fue una experiencia increíble, maravillosa.

— En el microcorto Aquí se construye (1977) también plantea una denuncia…

— Esa película no parte de decir algo categórico de una situación, para eso el cine no es lo mejor. Trabaja desde la exploración de un espacio, durante un año. Y ahí hay un vecino que pierde su casa porque demuelen todo el contorno. Es muy interesante darle lugar a esa imagen sin ideología. Aparecen reflexiones más profundas que las que derivarían de una lucha contra una idea. Las imágenes evidencian el poder arrasador del lucro y el capital que surge de un modo mucho más violento que si yo como realizador hiciera una película en contra de ellos.

Pérfil:

Nombre: Ignacio Agüero.

Nació: Santiago de Chile (1952).

Profesión: Director artístico (mención Cine).

Fue socio fundador y primer presidente de la Asociación de Documentalistas de Chile. Tiene varios documentales premiados, entre ellos No olvidar (1982) y  El otro día (2012).

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/ 24 de septiembre de 2017 / 04:00

Los cineastas premiados Ignacio Agüero (Chile) y Antoni Pinent (España) llegaron a La Paz como invitados del IV Festival de Cine Radical. El evento —que se inauguró el miércoles 6 de septiembre y se clausuró ayer— proyectó 60 películas, entre nacionales y extranjeras.   

Entre las actividades del festival se presentaron los filmes El otro día (2013), Como me da la gana (1985), Cien niños esperando un tren (1988) y Como me da la gana 2 (2016), dirigidas por Agüero. También se dictó el taller Esculpir la luz: acercamiento al cine sin cámara/matérico, facilitado por Pinent, del 11 al 15 de septiembre, en la Cinemateca Boliviana.  

Asimismo estuvieron como invitados el director y escritor César González (1989), de argentina. De Perú, John Campos Gómez, director del Transcinema Festival de Cine y programador de diversos festivales latinoamericanos, así como el director alemán Philipp Hartmann (1972).

Jonh Campos Gómez dio el seminario Por un cine del Des-prestigio, del  jueves 14 al sábado 16, en la Cinemateca Boliviana. Según el programador peruano, este seminario pretendió mostrar producciones que se alejan de las validaciones académicas.

El festival estrenó 14 producciones de directores nacionales, con un 80% de proyecciones gratuitas. Los filmes, talleres y foros se llevaron a cabo en siete escenarios de las ciudades de La Paz, El Alto y  Santa Cruz.

Las instituciones que apoyaron esta iniciativa fueron el Goethe Institut, la Casa Cultural de España y las sedes que albergaron las actividades.

Antoni Pinent: ‘Humor, punto de entrada al cine conceptual’

El cineasta, investigador y curador español Antoni Pinent, tallerista en el IV Festival de Cine Radical, encuentra que el humor es una forma de atraer espectadores al cine conceptual. Gracias a sus orígenes como autodidacta tuvo una relación cercana con la experimentación.

— ¿Cómo llegó hasta el cine sin cámara?

—Durante mi adolescencia cayeron en mis manos unas bobinas de 35mm que eran material de desecho y poco a poco empecé a usarlas. Fui conociendo el formato, experimentando con sus propiedades matéricas. Comencé raspando el celuloide, pintándolo con tinta china o aerosol. Así, desde 1993 hasta 2000 realicé unas 15 películas de un minuto. Llevaba cuatro años haciendo este tipo de obra cuando empecé a descubrir la tradición y lo que se había hecho antes. Ser autodidacta es un poco ambivalente. Por un lado me siento gratificado por haber llegado hasta allí por mí mismo, pero soy consciente de que lo que he descubierto en esos cuatro años podría haberlo conocido leyendo un libro o viendo una película en 20 minutos.

— ¿Cómo se combinan estas experiencias en su obra?

— Me interesa trasladar mis inquietudes como curador e investigador a mi pasión: el cine. La primera fase fue un acercamiento al propio formato haciendo intervenciones, expandiéndolo a otras artes. Últimamente estoy trabajando el tema del azar influenciado por John Cage. Bebo del arte contemporáneo y lo que hago es una traslación. Voy descubriendo las potencialidades implícitas dentro del celuloide como soporte, que en el digital no es posible. La llamo “picto-cinematografía”: un traspaso de la pintura al cine. Busco la cuarta dimensión (tiempo) de la pintura en el medio cinematográfico.  

— ¿Cuál es el lugar del humor en su trabajo?

— Soy de la época preinternet, leí mucho, pero no tenía acceso a las películas, me las tenía que inventar, era un cine experimental imaginario. El componente de las lecturas sobre el cine experimental que considera que tiene que ser serio e intelectual me molesta. Me interesa romper con eso, porque incluso puede ser un arma para cerrarle las puertas a alguien que le gustaría acercarse. Creo que para abrir más el espectro de la audiencia, lo bonito es hacerlo más ameno, sin perder identidad.

En mi película Gioconda Film puedes ver las diferentes capas de lectura que hay, es una obra con mucha teoría detrás, pero también puedes verla con humor, son 19 segundos, duran más los créditos que la película. Me interesa dar un componente que no cree una frontera o rechazo; en realidad das un punto de entrada a la obra.

— ¿Qué están aprendiendo sus alumnos de este taller?

— Estamos trabajando con celuloide de 16mm; cuando se trabaja así no solo intervienes en la imagen de forma más directa, como un poeta con el lápiz y el papel, sino que puedes elaborar, crear el sonido. Dependiendo de las formas, líneas o figuras geométricas como triángulos, emites un pitch diferente, golpes más agudos, graves o fuertes. Es el primer contacto para dibujar diferentes sonidos en la pista de sonido óptico de la película, que va en sincronía con la proyección. Se hace sonido sintético dibujado a mano desde 1920.

— ¿Qué es lo que le ha llamado la atención de Bolivia?

— Hay mucha inquietud por conocer el medio. Busqué que fuera un grupo heterogéneo. Hubo bastante inscrito y tuvimos que hacer una selección más amplia de lo normal: no son talleres habituales y no quise dejar mucha gente fuera.

Pérfil:

Nombre: Antoni Pinent.

Nació: En Lleida (España).

Profesión: Es doctor en Bellas Artes.

Artesano

Nació en pequeño pueblo de Cataluña en 1975. Comenzó a hacer cine a los 13 años de forma artesanal, interviniendo directamente, diversos materiales, en el celuloide.

Ignacio Agüero: ‘El cine es un ejercicio de libertad’

El documentalista chileno Ignacio Agüero —que formó parte del célebre programa Franja del No— presentó cuatro de sus películas en el festival. En ellas pretende dejar que la potencia de las imágenes conduzca al espectador a reflexiones sobre el contexto que retratan.  

— ¿Qué impresiones le deja el Festival de Cine Radical?

— Me parece un festival muy interesante que tiene el propósito de buscar dentro del mundo y de Sudamérica ese cine otro. Y que también se pregunta qué es el cine radical, se lo pregunta en las propias películas. Los verdaderos cineastas no entendemos el cine sino como radical, ¿cómo hacer cine que no lo sea?

La programación me parece muy interesante. Lo que pude ver en la Casa Espejo es el programa de cortometrajes de Philipp Hartmann. Le dieron espacio al trabajo anterior a sus largometrajes. Es muy bueno verlos, porque es un cine de búsqueda experimental. Me parece muy interesante un festival hecho por jóvenes que han encontrado en el cine una fuerza e intentan propagársela a los bolivianos.

— ¿Por qué hacer cine?

— Es una actividad que es siempre cambiante. Se hace en exteriores, interiores, en Bolivia, en Chile… es fascinante porque nada se repite nunca. Por otro lado, no es rutinario. El cine es un oficio que significa el permanente ejercicio de la libertad. No hay otra cosa parecida. El cine como lenguaje, como obra de creación, no tiene obligaciones, más que la de escapar de cualquier obligación y la de experimentar. Es por esa vía que el arte puede penetrar más allá de lo aparente.

Y existe arte en el cine documental. Es un trabajo que yo pienso que puede ejercitar plenamente la libertad de creación, por su propia forma de producción. Da mayor capacidad de errar y volver a acometer.

El arte tiene la peculiaridad de caminar por lugares no probados, que tal vez no tengan precedente. De aventurar, el cine y el documental tienen esa franquicia aventurera, la que se confunde con el juego.

— Sin embargo también hizo trabajos que no artísticos, como la Franja del No…

— Fue una campaña muy bien pensada. La oposición vislumbró que la constitución pinochetista establecía que en 1988 se realizaría un plebiscito, que le daría la posibilidad de elegir si ese gobierno seguiría o no. La Franja del No era un programa de televisión de 15 minutos diarios en cadena nacional. La gente podía ver la oposición a Pinochet. Había un espacio de noticias, un sector de humor, tenía muchos clips de música política; todo muy alejado de la violencia. Una frase lo resumía “sin odio, sin miedo, sin violencia, vote No”. En ese caso el propósito era derrotar a Pinochet. Pero sí hubo elementos artísticos, se trabajó muy bien por la vía del videoarte un ataque directo a la figura de Pinochet. Y en todo eso yo tuve participación, aunque fue bastante colectivo. Fue una experiencia increíble, maravillosa.

— En el microcorto Aquí se construye (1977) también plantea una denuncia…

— Esa película no parte de decir algo categórico de una situación, para eso el cine no es lo mejor. Trabaja desde la exploración de un espacio, durante un año. Y ahí hay un vecino que pierde su casa porque demuelen todo el contorno. Es muy interesante darle lugar a esa imagen sin ideología. Aparecen reflexiones más profundas que las que derivarían de una lucha contra una idea. Las imágenes evidencian el poder arrasador del lucro y el capital que surge de un modo mucho más violento que si yo como realizador hiciera una película en contra de ellos.

Pérfil:

Nombre: Ignacio Agüero.

Nació: Santiago de Chile (1952).

Profesión: Director artístico (mención Cine).

Fue socio fundador y primer presidente de la Asociación de Documentalistas de Chile. Tiene varios documentales premiados, entre ellos No olvidar (1982) y  El otro día (2012).

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