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Laura Esquivel, la cocina y la revolución

La escritora y exdiputada mexicana  reflexiona sobre la importancia de la gastronomía en la cultura mexicana y cómo influyó en su obra, en una entrevista exclusiva con La Razón.

/ 15 de agosto de 2018 / 11:00

La cocina fue para Sor Juana Inés de la Cruz —poeta y religiosa mexicana (S. XVII)— un refugio, mientras la jerarquía religiosa trataba de coartar su pasión intelectual, prohibiéndole leer. Después de aquella experiencia escribió “Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito” (Respuesta a Sor Filotea de la Cruz). La experiencia vital de la también mexicana Laura Esquivel (1950) coincide plenamente con la cita de Sor Juana, que nace espontánea, mientras ésta reflexiona sobre la importancia de la cocina y la comida en su vida y obra. 

Para ambas, el conocimiento y este espacio íntimo, tradicionalmente ocupado por mujeres, está muy emparentado. Ese es también el caso de Tita, protagonista de Como agua para chocolate, la primera novela que Esquivel publicó en 1989. La escritora visita Bolivia como invitada de la Feria Internacional del Libro de La Paz 2018, que cierra hoy y donde presentó su último libro Mi negro pasado. 

“Comencé a escribir narrativa, porque mi experiencia como guionista me había dejado bastante frustrada. En cine y televisión, la última palabra muchas veces no la tiene ni siquiera el director, menos aún el escritor. Las decisiones finales las toman los productores, que suelen estar preocupados sobre todo por el presupuesto de la cinta”, dice la escritora en una charla íntima y en exclusiva con Tendencias de La Razón.

Esquivel buscó la libertad creativa que necesitaba en la escritura de ficción, donde pudo plasmar y desarrollar todas las escenas que tenía guardadas en su imaginación.

La novela —que de cualquier manera se adaptó al cine después— está estructurada como una película. Así, fue traduciendo imágenes en palabras. Luego, con el tiempo, también se alimentó de las posibilidades que le brindó la escritura narrativa.

“Continuamente voy traduciendo ideas de un lenguaje al otro, viendo que hay elementos que se pierden en el proceso, pero también mucho que alimenta a una y otra forma creativa”.

Para lo que no estaba preparada  es para el éxito que tuvo su primera novela y la cinta que devino de ella —de la cual es también la guionista— sobre todo en el público joven.

“Llegaba yo a las ferias de libros a las que me invitaban y veía que entre mis lectores había una infinidad de jóvenes, de 20 años o menos, que ni siquiera habían nacido cuando la escribí y me preguntaba, ¿qué pueden encontrar en una historia que sucede a principio del siglo pasado, sobre una mujer en la cocina?”

En Como agua para chocolate quiso compartir su acercamiento a la gastronomía, a partir de las recetas de su familia que aún guardaba.

“Vengo de una familia de médicos, pero siempre confié mucho más en los conocimientos de mi mamá, que en los de la medicina misma, que entendía la comida como prevención contra enfermedades, además de como cura misma”.

En el libro utilizó el conocimiento que había heredado como base, al que incorporó sus propias investigaciones. Allí descubrió que detrás de la elaboración de cada plato —y del acto mismo de sentarse a una mesa— hay rituales que le dan forma a la cultura de cada lugar. A partir de la comida, las acciones de los seres humanos adquieren sentido, que trasciende el valor económico que las sociedades le imponen.

Esta realización le permitió entender que entre ella y su madre había una grieta. Durante cierto tiempo, las mujeres habían encontrado en la cocina y en el hogar solo un espacio de opresión, que aparentemente no les permitía desarrollarse intelectual y políticamente.

“Hubo una generación, que es la mía, que consideró que las cosas por las que era importante luchar estaban afuera de la casa, dentro no había nada. Y en mi primera novela yo quería compartir mi redescubrimiento de la cocina. Lugar que habíamos dejado olvidado y que las mujeres mismas devaluamos sin plena conciencia”.

Lo que encontró es que esta reflexión tenía eco en una multitud de personas que estaban buscando una manera de conectarse con sus raíces y de fortalecer su identidad. Esto la llevó a continuar narrando —entre otras cosas— la vida de la familia De la Garza, núcleo de Como agua para chocolate.

A la primera novela, le siguió El diario de Tita (2016), donde se explora más profundamente la subjetividad de la protagonista. Tita nace como el objeto de deseo de su madre, después el de Pedro y luego el de John. Sin embargo, mediante la cocina, se transforma en un individuo dueño de sus propias decisiones, que identifica todos los cambios que la llevan a transformar su situación.

Es la historia de una mujer que decide qué tradiciones dejar de lado y cuáles rescatar. Se libera de la figura castrante de su madre (mamá Elena) y con ella, de la costumbre familiar de endilgarle el cuidado de la matriarca a la hija menor.

“La revolución de Tita es dejar de lado aquella crueldad que su familia le había impuesto. Así, Esperanza, su sobrina, puede educarse formalmente, tener la libertad de casarse y también acceder al conocimiento que hay en la tradición culinaria familiar”.

Mi negro pasado, obra que se publicó en 2017 y que diferentes editoriales trajeron a la FIL 2018, retoma las peripecias de esta familia, como una historia a partir de la cual cuestionar las políticas neoliberales de consumo, que están generando desastres en la salud de la población mexicana y mundial.

“Como decía, antes la comida era considerada medicina. Ahora, las semillas transgénicas son estériles, después de la cosecha se tiene que volver a comprarlas y la comida, ahora, nos está enfermando, lo que comemos nos está ocasionando diabetes, y obesidad. Afortunadamente, en nuestros países aún hay cocineras tradicionales que saben lo que hacen cuando mezclan diferentes ingredientes y eso hay que rescatarlo”.

En apariencia, esta visión está en contradicción con las actividades políticas que la escritora viene realizando este último tiempo. Sin embargo, el error es pensar que el cambio es exclusivo del espacio privado o el público. Esquivel reivindica que las transformaciones deben hacerse en la intimidad individual, para que los esquemas sociales que se dejan atrás no se repitan. Pero no elude la responsabilidad que cada persona tiene, con respecto a la sociedad.

“La política es una obligación de todos, si cada uno diera un poco de su tiempo a esta actividad, tal vez se podrían evitar muchos problemas. No podía quedarme escribiendo en mi casa, mientras el país se nos salía de las manos” explica.

Si bien su gestión como diputada federal —por el  Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)— concluyó hace poco, la escritora decidió aceptar el puesto que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador le ofreció, en una subdirección ligada a la preservación y desarrollo del patrimonio cultural del país norteamericano.

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Mario Ramírez, música en tiempos críticos

El músico lanzó en plena cuarentena ‘InEditadas Vol.2 de Mario Ramírez’, disco marcado por momentos de tensión, que busca contrarrestar con intimidad y conexión.

/ 27 de mayo de 2020 / 09:03

En noviembre de 2019, Mario Ramírez — compositor nacional, parte del dúo Negro y Blanco— se preparaba para cantar mientras motines policiales comenzaban a estallar en diferentes departamentos de Bolivia. Cuando la tensión en las calles subía, el artista actúo —a puertas cerradas— y compartió con su público 32 composiciones inéditas. En mayo de 2020, mientras el país y diversas partes del mundo todavía lidian con los estragos de la pandemia del COVID 19, el artista lanzó por internet InEditadas Vol.2 de Mario Ramírez, álbum que contiene 15 de aquella treintena de piezas.

“No fue casual que el álbum estuviera listo durante la cuarentena y nació una necesidad de compartir esas canciones ahora. Es el tiempo perfecto para lanzarlo por plataformas, ya que las personas tienen tiempo para escucharlo tranquilamente en casa. Habla de sanación, familia, pareja… cosas que todos estamos viviendo, en espacios y realidades diferentes. Durante este tiempo el arte, y sobre todo la música, ha mostrado cuánto hacen por nuestro bienestar y es muy lindo sumarse a esa iniciativa”, detalla el compositor, cuyo dúo cumplió 21 años de carrera, también durante la cuarentena.

InEditadas es un proyecto que Negro y Blanco inició ya hace un par de años, con conciertos y la producción del volumen uno, con canciones compuestas por Christian Benítez. Para seleccionar las primeras 50 canciones que podrían ser parte del volumen dos, Ramírez repasó más de 200 piezas suyas que habían quedado grabadas, algo relegadas, en cassettes.

“Algunas no recordaba que existían. Fue un proceso de redescubrimiento, donde me puse a escuchar piezas que había escrito desde 1998, más o menos. Algunas son muy luminosas, otras más complejas y reflejan diferentes etapas de mi vida”.

Que fuesen obras personales fue uno de los parámetros que definió para escoger las que serían parte de los conciertos. La diversidad de géneros y tonos fue lo que le permitió reunir las cincuenta. Luego comenzó a cantárselas a familiares y amigos cercanos para reducir la selección a poco más de una treintena.

“Durante un mes y medio fui mostrándole las canciones a personas cercanas, organizamos guitarreadas y me fueron comentando cómo resonaban con ellos. Con sus comentarios y lo que generaba más sentido en mí, armamos el repertorio que tocamos en cuatro conciertos, junto a Chris (quien abría los shows) y Mauricio Segalez”.

La votación del público en los recitales terminó por concretar qué obras serían parte de InEditadas, vol. 2. Cada asistente votó por sus favoritas y el compositor se comprometió a sacar un disco con las que recibieran más apoyo. El resultado estuvo lleno de sorpresas y algunas coincidencias. Los ritmos folklóricos — Chacarera Bolivia (2016) y Tinku Bolivia (2014)— tuvieron una enorme popularidad, algo esperado por Ramírez. Sin embargo, piezas menos convencionales se ganaron el corazón de su público.

“El inocente (2018) es la primera canción del disco. Por ésa estaba seguro de que no iban a votar, pero entró. Otra, Frente a frente (1998)—que tiene una estructura extraña y un transcurrir casi tenso musicalmente— también fue una de las favoritas. Y casi todos votaron por Del otro lado (1998) una canción que escribí cuando llegué a casa de una guitarreada en la madrugada y vi cómo hay muchas personas cuya vida ya había comenzado. Es una realidad que no siempre queremos ver”, detalla el compositor.

También hubo algunas que deseó que quedaran y no fue así, honró al pie de la letra el compromiso que tenía con sus fanáticos y respetó el resultado. InEditadas vol.2 tiene canciones compuestas desde 1998 hasta 2019, con ritmos que van desde lo folklórico, con huayños y cuecas; hasta zambas, trova y joropos. Fue grabado por Marcelo Torres, con arreglos y edición de Ramírez y Segalez y está disponible en todas las plataformas de streaming.

“Así, como Testimonios, el proyecto de Inéditas tendrá varios volúmenes. Ya estamos trabajando en un repertorio con canciones escritas por Christian y yo, con la misma dinámica, conciertos y discos grabados en vivo. Tal vez hayan más versiones de cada uno también y en medio algún disco de estudio. Lo importante es que hay compos, hay música que queremos seguir compartiendo”.

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Pizza para novatos, secretos de la receta ideal

Un set con ingredientes, masa lista e instrucciones llega directo a los hogares para que amantes de las pizzas puedan aprender a hacerlas en casa

/ 25 de mayo de 2020 / 13:12

Son las siete de la mañana y es lunes. Luego de un clásico fin de semana en cuarentena por la pandemia del COVID-19 —es decir, sin poder salir a la calle—, Sukko Stach espera la llegada de dos amigos suyos que viven cerca de su casa. Estos encuentros no son solo para mitigar la necesidad de contacto, junto a ellos llegarán además masas y salsas.

Ingredientes. El queso que se utiliza ha sido seleccionado después de tres meses de búsqueda. La salsa de la casa es muy sencilla, pues su sabor radica en la nobleza de las materias primas.

“Cada quien tiene sus secretos y sus recetas. Así que nos vemos para intercambiar nuestras masas y salsas y ver qué podemos hacer con lo que ha llegado a nuestras manos. Es una forma de compartir que incluso ha llegado a ser una suerte de competencia en la que tenemos que inventar de todo para tener resultados interesantes con lo que tenemos en casa”, detalla el dueño de la Imilla Alzada (Álvarez Plata 50, Cota Cota), restaurante especializado en productos fermentados: cerveza, vino, sidra y pizza hecha con masa madre.

Estas reuniones —llenas de retos, charlas y pasiones compartidas— son una de las razones por las que decidió que la mejor forma de reactivar las actividades de su restaurante sería creando un set para que los comensales puedan lanzarse a hacer sus propias pizzas. Éste viene con masa para dos pizzas lista para meter al horno, salsa de la casa, queso mozzarella, pepperoni —si se escoge esta opción—, albahaca, pimiento morrón y cebolla, como un toque especial para despertar la creatividad.

“A un panadero no se le queda la masa en las manos. Pero eso luego de hacer miles de pizzas diariamente. La masa que preparamos para enviar —por Mr. Delivery o Yaigo— está pensada para que sea fácil extenderla directamente con los dedos en una lata de horno. Está un poco menos hidratada que la que solemos hacer en la pizzería. También incluimos instrucciones y sugerencias. Normalmente no le ponemos ni pimentón ni cebolla, pero los incluimos para que los clientes experimenten en casa con los diferentes sabores”. Para tener un resultado al estilo de una pizza napolitana, Sukko recomienda, también, precalentar el horno a la mayor temperatura posible y poner la lata en el escalón más alto.

La temperatura del horno asegura que la comida está libre de bacterias y virus; de esta manera y con sus propias manos, los clientes pueden estar seguros de que comen algo delicioso y libre de cualquier patógeno.

Los pedidos se hacen de 15.00 a 16.00 —esto para evitar la saturación de los servicios de entrega—, los envases pueden reutilizarse y todo está empacado para llegar fresco y listo para cocinarse, aunque también se puede dejar en la nevera para intentarlo al día siguiente.

“Durante varios meses trabajé haciendo pizzas caseras antes de abrir la Imilla Alzada, utilizando el horno eléctrico que tengo, que llega a unos 180 grados centígrados. La experiencia que gané así no pagó muchos frutos en el restaurante porque allí tenemos un horno de barro cuya temperatura puede llegar a los 500. En cambio ahora todo eso vuelve y utilicé lo que aprendí para planificar este kit, que es una buena forma de empezar a hacer pizzas en una cocina común”, narra el emprendedor paceño.

Para quienes se sientan un poco más inseguros antes de empezar, en las redes sociales del restaurante podrá encontrar fotografías que ilustran todo el proceso, así como más sugerencias y consejos. La web también está llena de opciones a probar para todos aquellos que tengan algo más de experiencia y quieran crear combinaciones gastronómicas más elaboradas o exóticas.

“Espero que ahora que podrán tocar y probar la calidad de los insumos haya más apreciación por ellos. Pasamos más de tres meses buscando queso de buena calidad, que es el mismo que enviaremos en los sets. Nuestra salsa es una combinación bastante simple pero rica y la masa ha pasado toda la noche reposando. Así, hacer una pizza puede transformarse en algo más. Es una manera de compartir, que además motiva a la creatividad”.

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Con humor, la galería Altamira cierra sus actividades en la Larga Noche de Museos Virtual

El espacio de arte lanzará un tercer video este sábado

/ 22 de mayo de 2020 / 22:02

“El arte sale bien parado de las grandes crisis”, declara contundente Ariel Mustafá, director de Altamira, galería de arte. Lejos de una actitud apocalíptica, el espacio de arte apuesta por el humor y la irreverencia para cerrar su participación en la Larga Noche de Museos Virtual con un video que lanzará este sábado a las 20.00, desde su página de Facebook https://www.facebook.com/altamiragaleria

“El goce estético es lo que nos ha acompañado en esta cuarentena, no estás solo si tienes un cuadro. Tras teletrabajar, el único momento en el puedes encontrarte contigo mismo es a través del arte. Las personas que tienen el privilegio de hacer la cuarentena han escuchado más música, han leído más literatura y creo que todos estamos más sensibles, condición que nos acerca a todo tipo de creación. Sé que será difícil volver al nivel en el que estábamos, pero estoy seguro de que no nos quedaremos con las manos vacías”, detalla Mustafá. 

Fiel a la visión de su director, Altamira produjo un proyecto audiovisual que busca innovar creativamente la manera en que se recorre la galería. Tres videos son parte de esta propuesta. El primero es una presentación, el segundo, una muestra de los cuadros que están en exposición virtual, denominada Cuarentenarte, que permanecerá en los muros de la galería durante un mes una vez que las medidas se flexibilicen.

Y el último, que se lanzará el sábado, es un monólogo que busca reflexionar con irreverencia, humor y nostalgia sobre la cotidianidad en este tiempo extraordinario.

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Convocan al concurso de ensayos Juventud y ciudadanía en tiempos de crisis

El certamen está dirigido a personas de 18 a 24 años. Los textos podrán presentarse hasta el 14 de julio y el primer premio recibirá 1.000 euros.

/ 22 de mayo de 2020 / 17:28

Juventud y ciudadanía en tiempos de crisis es un concurso de ensayo que busca recuperar las reflexiones y propuestas de los jóvenes en relación a los momentos de crisis que ha vivido Bolivia desde los últimos meses del 2019. Podrán participar personas desde los 18 a los 24 años. Además de premios en dinero en efectivo para los dos primeros lugares, los textos elegidos por el jurado serán parte de un libro a publicarse. La fecha límite para enviar los escritos es el 14 de julio.   

“El objetivo del concurso es contribuir al intercambio de visiones, pensamientos y análisis, desde la mirada de la ciudadanía y desde la juventud, particularmente, en este tiempo caracterizado por cambios inesperados, con la idea de generar un espacio de reflexión e intercambio con la sociedad civil. Asimismo, el concurso quiere apoyar el ejercicio ciudadano de los jóvenes, como los actores emergentes, constructores del nuevo país”, explica la nota de prensa de la Delegación de la Unión Europea en Bolivia, organizadores de esta iniciativa.

1.000 euros recibirá el ganador y 750 el segundo puesto. Participar no tiene costo y solo se podrá enviar un ensayo, obligatoriamente inédito, por persona. Deberá tener 2.500 palabras como mínimo y un máximo de 4.500. Los interesados pueden descargar la convocatoria completa de la página web www.uetrabajandojuntos.org/documentos/  o bien mandar las consultas al mail [email protected]

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Historietistas e ilustradoras nacionales e internacionales se reúnen en un conversatorio, sobre el libro Las viñetas se ilustran en femenino.

Viñetas con Altura organiza esta actividad, centrada en su última publicación en la que participaron 20 autoras

/ 22 de mayo de 2020 / 00:45

El tema de la más reciente versión del Festival Internacional de Historietas Viñetas con Altura fue la mujer. Como resultado, en febrero se publicó “Las viñetas se ilustran en femenino”, una antología que reúne la obra inédita de 20 artistas bolivianas y extranjeras. Ahora, como parte de la Larga Noche de Museos, la asociación Viñetas con Altura organiza un conversatorio virtual con la participación de gran parte de las autoras.

“En esta ocasión contaremos con la intervención de gran parte de las historietistas, ilustradoras y humoristas que fueron parte de esta antología. Ellas hablarán sobre las obras que crearon especialmente para el libro y sobre sus proyectos actuales”, detalla Alexandra Ramírez, directora de la editorial Con Altura —proyecto de la Asociación Viñetas con altura— expresidenta del festival, historietista, ilustradora y animadora nacional.

Alejandra Andrade, Ana Medinacelli, Avril Filomeno, Diana Cabrera, Alejandra Lunik, Susana Villegas, Sofía Cueto, Antagónica Furry y Daniela Peterito, son algunas de las participantes. Además de estar escrito en español “Las viñetas se ilustran en femenino” tiene traducciones al aymara y quechua y contiene códigos QR que se conectan con audios y diferentes elementos interactivos por internet.

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