Feria del libro
Hay muchos paceños que no han ido aún a la feria. En ello hay que trabajar ahora
El año pasado, la feria, que tiene lugar en Bajo Següencoma (al sur de La Paz), recibió a 70.000 visitantes. Número que refleja una tendencia ascendente, si se compara con las primeras versiones, y que confirma lo dicho sobre el entusiasmo de los vecinos de esta urbe, suficiente como para animar, año tras año, a quienes viven de escribir, editar y vender libros a invertir en el evento.
La feria paceña ha motivado, además, a replicar el ejemplo en otras ciudades. Santa Cruz, por ejemplo, que abre el año de ferias del libro, ha crecido lo suficiente como para ratificar el acierto de prestarle atención al mundo bibliográfico, que lectores seguro que hay.
Se suele decir y repetir que en Bolivia se lee poco. Si bien no hay estudios precisos al respecto, que puedan ayudar a identificar las razones, lo cierto es que una de las soluciones para acortar la brecha entre libro y público resulta ser la feria. Sobre todo porque ésta, como pasará ahora, hasta el 29 de agosto, dedica un espacio privilegiado a los niños.
La mejor inversión que se puede hacer en este sentido es, justamente, atraer a los niños. Se puede afirmar que ya hay una generación (hoy de 18 años, más o menos) que ha crecido con la experiencia de visitar la feria. Basta ver a un niño de tres años recorrer entusiasta los estantes y anaqueles, deseoso de tocar esos objetos de lomos variados, para sospechar que, de alimentarse esa fascinación, el lector estará asegurado para un futuro próximo.
Este año, los chicos tendrán para elegir carpas de terror, fantasía, superhéroes… diversión en grande, que eso es también la lectura. Seguramente hay muchos habitantes de La Paz que no han visitado aún la feria. En ello hay que trabajar, pero no cabe duda de que la continuidad es una forma de ir conquistando a la gente.
Quizás hay que pedir a los expositores un poco más de retribución a la fidelidad de los visitantes. Por ejemplo, cumpliendo con los descuentos que se suele ofrecer y que no siempre se concretan. O trabajando más para posibilitar la presencia de figuras de las letras. En años pasados vinieron Quino, Carlos Monsiváis, incluso Paulo Coelho… El peso de nuestra fiesta se mide también en este sentido.
En todo caso y para descubrir valores más allá de la fama, ahora están aquí varios autores italianos deseosos de hacer contacto con el lector boliviano. Un motivo más para acudir a la cita.