Periodista sin wi fi
La columna sindical - Kattya Valdés. Sin acreditación y conviviendo con 3.500 deportistas, cubrir en Singapur fue prodigioso
Una periodista sin wi fi. Así se resume mi paso por Singapur, el país donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud.
Nueva York, una de las ciudades más grandes del mundo, la primera parada, y aunque parezca difícil de creer, no tiene wi fi libre. El que desee conectarse con el mundo debe pagar y con una tarjeta de crédito, que ni yo ni los miembros de la delegación nacional teníamos.
Ya en la ciudad de Singapur, capital del país del mismo nombre —después de 33 demoledoras horas de vuelo— la periodista no era tal. El Comité Olímpico Boliviano que me invitó a cubrir este evento deportivo, me había acreditado como una oficial más de delegación nacional, lo que implicaba que debía hospedarme en la Villa Olímpica, junto a los 3.500 deportistas de 175 países que asistieron a esa cita. Una experiencia invaluable conociendo culturas, idiomas y vivencias diferentes.
Si bien mi acceso a los escenarios deportivos era restringido (porque no estaba acreditada como periodista), el convivir y seguir de cerca todas las actividades de los miembros de la delegación nacional también significó una experiencia muy enriquecedora.
El tercer escollo. La computadora portátil que llevaba no podía conectarse al wi fi, y todos los programas de texto en las salas de internet de la Villa estaban bloqueados por razones de seguridad. Necesitaba ayuda y tuve que apelar a la gentileza y amabilidad de los miembros del equipo nacional que me prestaron un ordenador, mientras el resto de los periodistas que cubría ese evento deportivo tan importante estaba hospedado en un hotel de cinco estrellas, donde también funcionaba el centro de medios que le ofrecía todas las comodidades, hasta sillones masajeadores para relajarlos después de una jornada de arduo trabajo.
Una vez allanado ese problema, aparecieron los de verdad. Uno de los atletas bolivianos no se presentó a competir, hecho que el jefe de misión del equipo nacional y padre del deportista en cuestión, quiso tapar. Saqué a relucir el descuido de ambos y fui objeto de agresiones verbales que pasé por alto, ante lo que significó cubrir el logro de la selección nacional sub-15 que consiguió la primera medalla olímpica de oro para el país en el torneo de fútbol. El que, lamentablemente, no fue celebrado por el resto del equipo nacional, que al estilo ¿boliviano? minimizó la conquista.
Al final, tocó decir adiós. Después del deber cumplido me despedí de todas las personas (incluidos los dos residentes bolivianos que estuvieron pendientes de toda la delegación), que me apoyaron durante los 16 días en los que viví una prodigiosa experiencia, aunque fuese sin wi fi.
Kattya Valdés Caballero
Periodista de Marcas.