Crisis en el centro
A medida que las urbes crecen y se modernizan, paradójicamente, la calidad de vida de las personas disminuye. Esto debido al retroceso de las áreas verdes, la reducción del tiempo disponible y el aumento de las distancias.
A medida que las urbes crecen y se modernizan, paradójicamente, la calidad de vida de las personas disminuye. Esto debido al retroceso de las áreas verdes, la reducción del tiempo disponible y el aumento de las distancias; escenario moderno en el que los pobladores se ven obligados a convivir con la presión y demora de las aglomeraciones, la estridencia de los ruidos y la violencia de los conflictos. Y esta lucha cotidiana por el espacio, el puesto laboral y el consumo, con frecuencia, se ve acompañada por un ingrato sentimiento de aislamiento social, pese a la cercanía de la multitud.
Por las características del entorno y las particularidades de la sociedad, el escenario descrito podría alcanzar ribetes de locura en la urbe paceña. Qué mejor prueba de ello que el cambio de sentido de un par de rutas del centro, como aconteció el pasado miércoles. En efecto, no fue necesario más que el cierre de la Sagárnaga y el cambio de sentido de la calle Bozo para colapsar la ciudad y despertar la irritabilidad e intransigencia de los conductores públicos y particulares. ¿Qué hacer al respecto? Mientras procuramos resolver este conflicto que parece no tener salida, comencemos a valorar y cuidar mejor a nuestros bosques y acuíferos, que pueden ser en el futuro las únicas alternativas para el «vivir bien».