Pírrico acuerdo
El nuevo Protocolo de Kioto queda incluso mucho más debilitado que antes
Como ya es costumbre en este tipo de eventos, ante la incapacidad de los gobiernos mundiales para ponerse de acuerdo, la cumbre de Doha, en Catar, culminó con un pírrico acuerdo, que posterga para 2015 el tan anhelado pacto mundial para combatir el cambio climático, en el que estén comprometidos los países más contaminantes, entre ellos, China, EEUU e India.
A modo de premio consuelo, la cumbre (que concluyó el viernes tras dos semanas de frustrantes negociaciones) acordó prolongar hasta 2020 el Protocolo de Kioto. Sin embargo, este acuerdo, que expiraba a finales de 2012 después de 15 años y que ha resultado ser bastante insuficiente para combatir el calentamiento global, queda incluso más debilitado que antes. Esto porque las naciones con obligaciones para reducir sus gases de efecto invernadero (responsables del calentamiento global) no sólo son muy pocas, sino que además ya lo están haciendo. Además, su participación representa tan sólo el 15% de las emisiones mundiales.
Sin embargo, lo más positivo de esta prórroga es que garantiza la existencia de mercados de CO2, y le da a la ONU un marco base en el cual se esperaría incluir en el futuro a los principales contaminadores del planeta: China, Estados Unidos e India. Algo inviable hoy día, pues sus gobiernos, en nombre del progreso, postergan su responsabilidad para contrarrestar este fenómeno que amenaza la forma de vida tal y como la conocemos en el planeta, pese a que cada día viven en carne propia los efectos del cambio climático.
Por ejemplo, sólo en lo que va del año, se estima que más de 4.800 personas perdieron la vida en China por causa de los desastres naturales, y cerca de nueve millones se quedaron sin hogar por la misma razón en 2011. Mientras que Estados Unidos sufrió semanas atrás la embestida de un huracán que, estiman los científicos, fue un 10% más fuerte de lo que cabría esperar de una tormenta de estas características por el cambio climático, dejando más de un centenar de fallecidos y daños materiales valorados en más de 30 mil de millones de dólares.
El resto de los textos acordados, encaminados a conseguir un acuerdo global en París en 2015 que incluya a todos los países, están prácticamente vacíos de contenido. Esto porque desde un inicio, las diferentes perspectivas e intereses regionales trabaron los consensos. De allí que los diplomáticos responsables de redactar el texto final prefirieron aplazar las decisiones y llenar unas páginas de buenas intenciones.
De esta manera, se deja para después la solución de un problema que se debería enfrentar cuanto antes, no solamente porque en el camino a las buenas intenciones se las lleva el viento, sino sobre todo porque cada año las secuelas del cambio climático son cada vez más evidentes e intensas; y más difíciles de contrarrestar.