Que es fin de año, no del mundo
Que esta pausa de fin de año nos recuerde y no aliente a mejorar la relación con nuestro ser
UNO El insuperable Joaquín Salvador Lavado muestra en un cuadro que para mí es memorable, la resistencia al cambio y la continuidad en el cambio: en la cultura, en la política, en la economía… en la vida. Un anciano ve pasar una figura con ropas estrafalarias y protesta: “Esto es el acabose!”. Mafalda replica: “No exagere, sólo es el continuose del empezose de ustedes”. Se acaba el año; no se acabó el mundo. Se viene —dicen— una nueva era. Pero cada era es hija de la anterior.
¿De dónde va a venir una era de mayor respeto a la paz, de superación humanista, de mayor equidad y justicia en el acceso a los derechos? No de los ovnis ni extraterrestres a quienes seguramente importamos muy poco… Digo, ¿cuánto valor nos dará una especie que ya ha desarrollado los viajes intergalácticos? ¿A nosotros, que tenemos unos líderes tecnológicos que apenas llegan a la Luna y acto seguido quieren convertirla en “destino turístico”?
Esta nueva era tampoco vendrá de los antiguos mayas. Recalco lo de antiguos. Por históricos. En fin, que los mayas no nos darán la solución hecha, porque ya no están entre nosotros. Una hilarante caricatura que circula por las redes sociales muestra a un maya anotando jeroglíficos e indicando a otro: “Ya no hay campo para anotar más que hasta el 2012”. Su compañero contesta: “Déjalo así”.
Es más probable que una nueva era de real superación humana venga de la agregación de los deseos de paz, justicia, equidad, amor… (ponga aquí el valor que usted desee) de los millones de personas que no hoy, sino hace años, hace siglos, tuvieron la visión y el genio de darse cuenta de que en este mundo caben todos los mundos; y trabajaron por un mundo mejor silenciosamente, individualmente, con su propia existencia como ejemplo para quien quiera seguirlo.
DOS “Y en el reloj de antaño, como de año en año/ cinco minutos más para la cuenta atrás/ hacemos un balance de lo bueno y malo/ cinco minutos antes de la cuenta atrás”. Cinco minutos. Mecano nos recuerda lo común que es entre nosotros, los humanos, escamotearnos el tiempo de reflexión personal, ese tiempo que nos damos sólo para nosotros, no para contento de nuestros jefes, no como sacrificio para nuestros hijos, no para alimentar nuestras ínfulas mesiánicas de salvar al mundo con éste o aquél paradigma ideológico o religioso, no para ser los más listos entre nuestros compañeros de clase o de trabajo, no como para agradar y llamar la atención de nuestros padres, no.
Me refiero al tiempo que nos debemos a nosotros para evaluar si lo que hacemos nos satisface, nos hace felices (que para eso estamos acá… ¿o no?). La diferencia entre la oración y la meditación, dicen quienes siguen la inspiración budista, es que la oración consiste en hablarle a dios (usualmente para llenarlo de peticiones) y la meditación consiste en escuchar a Dios. Cinco minutos es mejor que nada, sin duda, pero siempre podemos decidir equilibrar nuestro tiempo y renovar y refrescar la relación con nosotros mismos más seguido, sin esperar a los cinco minutos previos al campanazo “final”.
TRES “Que el fin del mundo te pille bailando” le dedicó —dicen— Sabina a la gran Chavela. No vino el fin del mundo, pero viene el fin del año. Que nos pille a todos bailando, que cuando estamos contentos las diferencias se disipan.
Que esta pausa que nos permite el fin de año (dure dos semanas, dos feriados, un día o “cinco minutos”) nos recuerde y nos aliente a mejorar nuestra relación con nuestro ser. “Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta” parafraseando a Fromm. Que las fiestas sean un pretexto para ser felices; que cada día sea un pretexto para agradecer a la vida y que el próximo año nos llene con 365 oportunidades.