Semilleros de opositores
En países federales, los gobiernos locales se constituyen en una especie de semilleros de opositores
En los países de organización política federal, históricamente los gobiernos locales han ido constituyéndose en una especie de semilleros de opositores. La mayor cercanía de esos gobiernos con la gente, y la consecuente facilidad de procesar sus demandas e implementar medidas prácticas y relativamente adecuadas al contexto, han permitido la generación de un sentido de la eficiencia y la eficacia administrativa atribuida al líder político en gestión. Esto sin mencionar la facilidad que éste encuentra en los espacios locales para tejer redes clientelares y llevar adelante prácticas patrimoniales, todo lo cual permite que los líderes regionales se perfilen como una verdadera fuerza opositora frente al poder central.
Esa condición es facilitada, además, por la elefantiasis del Estado, su carácter pesadamente burocrático, pero también porque un sistema federal facilita la acción de los gobiernos locales allá donde la presencia de ese Estado es débil. Así, por ejemplo, el avance político de Néstor Kirchner, en Argentina, se produjo desde que éste obtuvo la intendencia de Santa Cruz y posteriormente la gubernatura de esta provincia, tras un arduo trabajo al frente de las juventudes peronistas de “izquierda”, que derivó en su oposición al gobierno neoliberal de Carlos Menem. Aunque no en ese mismo sentido, Vicente Fox también se perfiló en México como un real opositor al régimen priista, a partir de su destacado desempeño como empresario hasta llegar a ser legislador, primero, y gobernador, después, del estado de Guanajuato. Independientemente del estilo ramplón de Fox, frente a la seriedad de Kirchner, y de la política sustancial del segundo, frente a la política grotesca del primero, ambos no fueron sino artífices o al menos protagonistas del cambio en Argentina y México, gracias, precisamente, a la fuerza política que adquirieron a partir de sus gestiones locales como referentes de su desempeño político.
La nueva forma de organización política del país está haciendo también de los gobiernos locales semilleros de opositores; aunque este fenómeno deviene del proceso de municipalización del territorio que fue implantado con la Ley de Participación Popular, en los años 90. Este proceso permitió que los caudillos de los partidos tradicionales fueran amenazados por los outsiders de la política, que junto con personajes como Manfred Reyes Villa, Mónica Medina y Percy Fernández (identificados por Fernando Mayorga en su libro ¿Hegemonías? como integrantes de un nuevo bloque de líderes emergentes), fueron constituyéndose como fuerzas reales de oposición a partir de la conquista del poder local.
Pero los outsiders dejaron a las élites regionales sin espacio para su protagonismo, y ello hizo posible que éstas presionaran desde arriba para la concreción de la tan anhelada autonomía regional, merced a lo cual fueron abriendo, por la fuerza, los espacios deseados de poder. Mas como este proceso es reciente y producto de una grave polarización política, los líderes opositores no han podido proyectarse a la manera de los líderes emergentes de los años 90, porque no conquistaron los gobiernos locales, sino que casi los tomaron por asalto, lo que limitó la evaluación de su desempeño en torno a sus logros prácticos.
Por eso, la constitución de una fuerza opositora real avanza a pasos lentos, porque además el Gobierno en gestión ha establecido como reto conquistar los municipios; lo cual, según el reciente Atlas Electoral, publicado por el Organismo Electoral Plurinacional, no ha podido hacer, y porque los líderes regionales que tienen o tuvieron a su cargo la administración local no coinciden en sus intereses, pese a la apresurada búsqueda de formación de alianzas en torno a ellos.