La excomunión que no fue
¿Qué conseguiría la Iglesia excomulgando a cuatro ministros de un gobierno socialista?
La reciente publicación que anunció al país que la Iglesia Católica había excomulgado a cuatro ministros por sus posturas frente al aborto, además de reflotar el debate sobre la responsabilidad con que se informa en los medios de comunicación, ha dejado dos constataciones: en el gabinete no pierden el sueño por las decisiones políticas que pudiera tomar el Clero y, la más importante, ningún católico será excomulgado automáticamente por apoyar la despenalización del aborto.
La primera no es una constatación sesgada por afinidades políticas o creencias religiosas. La realidad muestra que las máximas autoridades de la Iglesia Católica perdieron influencia, al menos en Bolivia, porque, entre otras cosas, ya no son imprescindibles para encontrar solución a los conflictos sociales, ni actores centrales en las mesas de diálogo.
Atrás quedaron los tiempos en que los miembros de la Conferencia Episcopal Boliviana eran garantes de acuerdos entre el Estado y sectores de la sociedad civil, protagonistas de primer plano en las fotos oficiales; ahora los acuerdos se sellan en el Palacio de Gobierno o en la Vicepresidencia y los encargados de garantizar que se cumplan son los ministros que han jurado pelear en la batalla contra la descolonización. ¿Qué mayor expresión de la colonización que la Iglesia Católica?
Por eso el titular que anunció que la Iglesia había excomulgado a cuatro ministros por sus posturas progresistas en el tema del aborto comenzó a desmoronarse incluso antes de que la Conferencia Episcopal lo desmintiera.
¿Qué conseguiría la Iglesia excomulgando a cuatro ministros de un gobierno socialista? ¿Cometería semejante desatino a días de una entrevista entre el presidente Evo Morales y el papa Francisco? ¿Los ministros de un gobierno de izquierda tendrán miedo a la excomunión? Son algunas preguntas que saltaron inmediatamente a la cabeza al ver el titular.
Una de las ministras “excomulgadas” por la publicación, la de Autonomías, Claudia Peña, salió al paso y, antes de que la Iglesia se pronuncie oficialmente, escribió en su cuenta de Twitter: “Que los dueños de Dios excomulguen a los dictadores, a los violadores, a los pedófilos, aunque sean sus colegas”.
Luego abundaron en las redes sociales las expresiones de rechazo a la decisión que no había tomado la Iglesia. Éstas algunas de las expresiones publicadas ayer: “¿Y quién carajos se cree la Iglesia para excomulgar a 4 ministros por apoyar el aborto?”; “Volvió la Inquisición: Obispos bolivianos excomulgan a 4 ministros de Evo”; “Iglesia Católica no excomulgó a Banzer por crímenes dictadura pero excomulga ministros por tema aborto”. Quedó claro entonces que la excomunión no es algo que quite el sueño a los miembros de un gabinete que ya no precisa invocar al Clero para atender asuntos de la administración del Estado y que además ideas como la excomunión únicamente generan rechazo, sino burla.
La propia Conferencia Episcopal tuvo que aclarar en un comunicado que no promueve la aplicación de este tipo de “medidas extremas” y que, por el contrario, “la misión fundamental de la Iglesia Católica en la sociedad no es centrarse en medidas de castigo, sino predicar el perdón y la reconciliación”.
Pero el “malentendido” sirvió además para aclarar algo que seguramente hace rato da vueltas en la conciencia de los católicos que respaldan la despenalización del aborto a pesar de sus creencias religiosas: el apoyo a esta medida “de ninguna manera da por hecho una decisión de excomunión”. No obstante pone a los creyentes en la disyuntiva de poner en práctica pública y privada sus creencias.