Cultura de violencia
La violencia es una construcción social que se reproduce de generación en generación
Buscando caminos para la cultura de paz, la Fundación UNIR ha encontrado las raíces de la violencia, y en su más reciente informe ha mostrado cuán próxima es ésta a la vida cotidiana. La pobreza, el sistema educativo, el hogar, el poder político y la conflictividad son los ámbitos donde las personas reconocen diferentes manifestaciones habituales de violencia.
En efecto, un estudio de esa fundación finalizado en 2012 indagó la forma de vida de la población, en sus diferentes contextos, y la percepción que las personas tienen de la violencia. El estudio se realizó durante ocho meses en 36 municipios de tierras altas, intermedias y bajas del país, seleccionados por su poca visibilización, por considerarse conflictivos y por su influencia en otros territorios.
El estudio muestra que la violencia se sufre y se ejerce en cinco ámbitos: en la pobreza, que es una violación a la dignidad humana y condición primaria para la confrontación; en el poder, como fuente de conflicto y generador de actos de violencia, y relacionado con la política; en el conflicto, identificado como sinónimo de violencia; en el hogar, en el que la violencia de género e intrafamiliar se expresa tanto de manera directa como psicológica; en el sistema educativo, identificado como causa de las violencias directa, estructural y cultural, y espacio en el que se las cultiva por sus características autoritarias y por el escaso esfuerzo de posicionar la cultura de paz en la educación.
Los hallazgos, en palabras del Director de UNIR, evidencian que en la mayoría de los municipios estudiados “la violencia ha permeado territorios e identidades culturales, económicas y políticas, encontrándose anclada en el imaginario ciudadano; se naturaliza y afianza como parte de las culturas, y se legitima hasta convertirse en cotidiana, y así pasa desapercibida. Se identificó, además, la tendencia a atribuir la violencia a otros individuos, entidades o circunstancias, y, cuando se admitió haberla practicado en alguna ocasión, se la justificó como único recurso disponible”.
UNIR sostiene que “la violencia es una construcción social, una práctica aprendida que se reproduce de generación en generación, conformando un sistema de creencias, actitudes y conductas que se ejercen, transmiten y reproducen en diversos ámbitos de la sociedad, y que el mayor riesgo de culpar al otro por la violencia es caer en el victimismo y no llegar a establecerse como un sujeto autónomo y constructivo”, dice su director, y por ello propone recorrer el camino inverso y construir una cultura de paz.
La institución fundada por Ana María Romero propone, sobre la base de su experiencia acumulada en las lides de buscar la paz, una agenda a ser construida a fuerza de estrategias locales y compromisos entre las y los participantes. Se trata, pues, de un desafío que debiera tocar a cada persona.