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Tuesday 14 May 2024 | Actualizado a 21:23 PM

La muerte de Cinthia Poma…

El castigo institucionalizado llamado jaripeo sigue marcando el ritmo de la (de)formación policial

/ 23 de noviembre de 2013 / 07:01

La reciente muerte en la ciudad de La Paz de la cadete Cinthia Poma nos deja nuevamente consternados. La joven supuestamente fue obligada por sus instructores a excesos en el entrenamiento físico; aunque sus familiares denunciaron que habría sufrido torturas; incluso se acusa a los instructores de racismo, ya que alguno de ellos habría manifestado: “Hay que limpiar de la Academia Nacional de Policía (Anapol) a estudiantes de origen indio”.

Este hecho doloroso reabre nuevamente preguntas sobre el estado de los centros de formación policial, que puede ser extensible a la institución militar. No se puede aceptar que la muerte de jóvenes sea frecuente como consecuencia de las políticas de (de)formación ancladas en la violencia extrema, la prepotencia y los valores coloniales como el machismo, la discriminación social y el desprecio absoluto a la vida de las personas. Sabemos que, fuera de la formalidad curricular, continúa el “currículo oculto”, que sigue apostando por el perfil de que un “buen policía” es macho/macha porque golpea a sus semejantes, o cuanto más violento sea es mucho mejor, incluso existen rasgos cuasi criminales cuando se atenta fácilmente contra la vida de las personas.

A estas alturas de la (de)formación y educación de los jóvenes cadetes en la Academia Nacional de Policías (Anapol), ésta se ha convertido en una vergüenza y descrédito para el país. Habrá algunas excepciones, pero eso se pierde en el enorme cuerpo deformado de la institución que piensan que golpeando, masacrando e incluso asesinando a sus colegas o futuros colegas se ganarán el estatus de ser los mejores ¡qué razonamiento colonial de ideas y prácticas!

La Policía por mandato constitucional está para defender la vida, nuestras vidas, pero en la práctica es la que más desprecia la vida; urge en este sentido el cierre de la Anapol, porque no es posible que con el dinero del pueblo boliviano se permita el funcionamiento de una institución punitiva sin límites. En tiempos del “proceso de cambio” es paradójico que aún se apueste por los valores del culto a lo físico porque supuestamente brinda valentía. El castigo institucionalizado llamado jaripeo —o castigo físico y psicológico— sigue marcando el ritmo de la (de)formación policial, y nadie hasta este momento se anima a extirpar estos espacios de desprecio y discriminación al ser humano.

Es urgente la intervención del Estado en la Anapol para refundar otra academia de policías. Esto supone diseñar un nuevo currículo a partir de los valores de la vida y el respeto a los derechos humanos, que en el futuro cercano puedan garantizarnos el accionar de la nueva Policía. No he escuchado hasta el momento manifestarse al Ministerio de Educación, al Ministerio de Culturas o incluso al Viceministerio de Descolonización sobre un cambio profundo y la extirpación de la raíz colonial de la violencia y el racismo.

La administración judicial lamentablemente no nos brinda casi ninguna garantía de buena investigación y menos que se pueda sancionar a los culpables de semejante
crimen. Nuestras profundas condolencias a la familia de Cinthia, que en este momento simboliza la muerte en circunstancias parecidas de muchos otros casos que hasta ahora no han encontrado justicia.

Uka pallapallanakaxa jan wali thakhiru saranukutawa. Uka pallapallanaxa jaqir nuwjaña, jiwayañak munasipki. Walispawa ist’antaña, yaqha jach’a utwa utt’ayasiñapa, suma jatichawi utjañapataki.

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En defensa y resguardo del museo de Orinoca

/ 12 de mayo de 2024 / 00:55

El Museo de la Revolución Democrática y Cultural de Orinoca, en Oruro, provincia Sud Carangas del municipio de Andamarca, fue inaugurado el 2 de febrero de 2017. Orinoca es el lugar de nacimiento del expresidente Evo Morales. Antes de su inauguración, se debatió en esferas públicas sobre el perfil del museo. Se apostó como un espacio intercultural nacional, un museo vivo, activo y con capacidad de enseñar y de mostrar no solo el lugar de nacimiento de un aymara que se convirtió en presidente, sino de ilustrar la existencia emancipadora de los 36 pueblos ancestrales en el país. Para esto, el gesto de Evo fue decisivo, donó todos los objetos que le obsequiaron en sus visitas por el país y fuera de éste en su condición de Presidente de Bolivia. ¿Cuántos expresidentes del país tuvieron la decisión de convertir sus regalos en un espacio cultural público? Incluso algunos expresidentes se atrevieron a la vergonzosa tarea de vender y otros a traficar, por ejemplo, los ponchos obsequiados.

Hace algunos días, la Comisión de Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos, Culturas e Intercuturalidad de la Cámara de Diputados, presidida por el diputado Alberto Astorga, de Comunidad Ciudadana, del exvicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa, fue a inspeccionar el museo. A su retorno dijo: “este museo parece el ropero privado de Evo Morales. Se han podido observar poleras de fútbol de Evo…, ponchos de Evo…, trofeos de Evo…, incluso el cuadro del Che Guevara. Realmente es inadmisible que en un museo existan este tipo de objetos”.

Sin lugar a dudas, parte de ese museo está construido sobre los bienes de Evo. Entonces, ¿por qué le extraña al diputado que sea así? ¿Qué es lo “inadmisible” en el museo de Orinoca? Astorga, ¿sabrá lo que es un museo vivo y activo? ¿Alguna vez se ilustró de cómo se han construido los grandes museos en el mundo y por qué hoy son patrimonio, orgullo de algunos países e incluso de la humanidad?

En un museo, los objetos materiales donados, comprados… se convierten en patrimonio material de un país, de un pueblo, etc. Esto es lo que sucedió con el museo de Orinoca. Es decir, todos los objetos materiales con que cuenta y le dan vida, ya no pertenecen a Evo Morales, tampoco son de Orinoca, sino del pueblo boliviano. Representan a los pueblos ancestrales del país. Por lo tanto, para la información de Astorga, el museo de Orinoca pertenece al pueblo de Bolivia y es su obligación como presidente de esa comisión que ese museo se reabra, se preserve y no sea enajenado ningún bien.

Astorga también indicó que los pobladores le habrían manifestado la intención de que el museo se reabra, pero se desconoce de un plan para hacer autosustentable la administración de ese recinto. Cuánta razón tienen los orinoqueños para que se abra al público interesado. Ese plan se tendría que construir con colaboración del Ministerio de Culturas y Descolonización, la Gobernación de Oruro y el municipio al que pertenece.

Lamentablemente, las autoridades de las instituciones aludidas no dicen sí o no. ¿Por qué tanta dejadez? ¿Porque es un museo de indios/ as? Aun se dice por las redes sociales que el museo está muy lejos de las ciudades. ¿Acaso las comunidades rurales, lejos de las ciudades, no tienen derecho a tener museos en sus propios territorios? ¿Qué es eso de que un espacio cultural sea autosustentable? Ningún museo del mundo es autosustentable, todos reciben apoyo de sus Estados y gobiernos, porque forman parte de las políticas de educación abierta. El gran problema es la falta de voluntad política de los diferentes niveles de gobierno con un museo que tiene el perfil de indio/a. Aquí no se quiere practicar la interculturalidad sancionada en nuestra Constitución. ¿La comisión citada, sabrá lo que es interculturalidad, intraculturalidad, incluso cuáles son los pueblos ancestrales?

Finalmente, el razonamiento de Astorga apunta a excluir, discriminar, racializar. Porque apartar los bienes del “ropero de Evo” es racismo al indio. Sentenció “que si se reabre no se deberán exponer artículos que pertenecían al exmandatario”. ¿Qué se va a hacer con esos bienes? ¿No sirven porque son de un indio y son objetos indios/as? ¿Los van a echar a un basurero, los van a quemar, los van a regalar? Si se llegara a este extremo, se estaría produciendo una nueva forma de extirpación de las idolatrías, justificando que es del “ropero de Evo”. ¿Astorga sabrá lo que es ser un extirpador de bienes de los indios? Pareciera que tenemos a un gran extirpador (llamado diputado) de los bienes culturales, como en la época colonial.

Jichhurunakanxa wayna q’aranakawa wali chuchasipxi. ¿Kunatsa musiyu Urinukaxa ujti? Sasina. Jupanakan lurawinakapakixay walichix, jiwasanakan irnaqawinakansa isk’achatakiskchixiya. Arsusiñasawauna wayna q’aranakan amuyuparuxa ¿ janicha?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo. 

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Martha Paredes, gracias por las enseñanzas

Ella escribió ‘El indio Laureano Machaca’, única publicación conocida sobre la experiencia rebelde de este aymara.

/ 28 de abril de 2024 / 00:26

Es muy doloroso cuando una persona amiga nos deja físicamente. La partida casi siempre nos lleva a recuerdos, a recapitular algún pasaje vivido que aún se tiene en la memoria y que pueda perdurar en el tiempo. Sabemos que no es sencillo reconstruir ese pasado. Martha Paredes era una historiadora muy especial, pues aparte de las cualidades técnicas adquiridas en la carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), donde estudió, tenía un don especial de hacer amistades y también de brindar enseñanzas en el quehacer histórico. Recuerdo que, a finales de los años 80, era estudiante de la carrera de Sociología en la UMSA y me acerqué al Archivo de La Paz (ALP), dependiente de la UMSA y administrado por la carrera de Historia, para investigar sobre el movimiento indígena y campesino del país, y particularmente de la región andina. En la planta baja de la Casa Montes se albergaba, y aún lo es, una frondosa documentación recuperada en varios momentos por connotados historiadores y puesta públicamente para el acceso de los interesados en la investigación.

En este espacio maravilloso, lleno de documentos y libros, conocí a muchas personas que con el transcurrir del tiempo se hicieron amigos y colegas. Martha fue una de estas personas. Ella trabajaba en este espacio y yo que no tenía práctica sobre cómo entender los documentos, simplemente solicitaba legajos sobre los primeros años del siglo XX. Tocó explicar mi interés específico sobre el movimiento de los caciques apoderados, por ejemplo, a la cabeza de Santos Marka T’ula, Francisco Tangara, Rufino Willka y muchos otros. Esta precisión permitió acceder a los documentos ordenados por años y no por temas. Razón que a Martha le tocó buscar y cargar con documentos envueltos en papel madera, y a mí, a buscar como aguja en un pajar sobre el movimiento indicado. Mi constancia de visitar todas las tardes el ALP nos permitió conocernos y hacernos amigos. Al final de las tardes, cuando se acababa la jornada, nos poníamos a hablar de temas del pasado, incluido lo familiar.

Recuerdo las largas conversaciones sobre el pasado de los Paredes, es decir, Rigoberto Paredes, Antonio Paredes e incluso José Luis (Pepelucho) Paredes, escritores y políticos, quienes eran sus parientes cercanos. Hablar sobre el pasado de los Paredes era fascinante. Provenían de los caciques locales de la marka Carabuco, que en algún momento del tiempo apellidaban Siñani. La pregunta obvia fue: ¿Por qué se cambiaron de apellido, es de decir de Siñani a Paredes? Me sugirió leer el libro de Rigoberto Paredes Los Siñani. Pero también me contaba alguna actividad de su tía Alfonsina Paredes, gran investigadora y escritora. Ella escribió El indio Laureano Machaca, única publicación conocida sobre la experiencia rebelde del aymara Laureano Machaca en una región de la provincia Camacho, en el departamento de La Paz. A Martha también le interesaban otros temas y los libros, no solo de historia sino de las ciencias sociales y humanísticas, y no escatimaba para adquirirlos.

Después de varios años nos reencontramos en la Cancillería, dirigía el archivo central del ministerio. Estaba muy abocada a conocer y administrar la memoria internacional del país. Recuerdo que en una visita me enseñó la ingente cantidad de documentos sobre las relaciones internacionales del país, entreverados con actividades de los diplomáticos y escritores nacionales e internacionales. Después de 2006, le enviaron a desempeñar funciones diplomáticas en Roma, Italia. Nos escribíamos virtualmente, estaba muy motivada y muy emocionada por el nuevo espacio laboral y por aportar al país.

Después de cumplir la misión diplomática y retornar al país, en algunas comunicaciones me comentó de su jubilación. Quedamos en vernos tan pronto pase la pandemia del COVID-19. Lástima que nuestras largas conversaciones ya no será posible continuarlas. Martha, gracias por todas las atenciones tan generosas en mi etapa de aprendizaje in situ y por compartir temas del pasado y el presente. Hasta pronto. Ma suma kullakawa wiñay markaru sarawayxi. Martha sutininwa. Jupan achachilanapaxa Karawuku markataynawa. Jallalla!!!!

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

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Jikisiñkama Tristan Platt

/ 14 de abril de 2024 / 00:19

En los últimos años, varios investigadores e intelectuales que pertenecen a una generación de cientistas sociales y humanísticos denominados andinistas o estudiosos del mundo andino, nos están abandonando. El 21 de marzo del presente año nos dejó físicamente el conocido antropólogo y etnohistoriador inglés Tristan Platt. Hay varias etapas en nuestra larga amistad y muchos momentos compartidos con él. Algunas facetas de esa relación fueron sobre la investigación en los ayllus y comunidades de la Bolivia profunda.

En 1982, publicó Estado boliviano y ayllu andino. Tierra y tributo en el Norte de Potosí, editado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y reeditado en los últimos años, incluida la número 43 de la colección de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia. Esta obra de Tristan fue de gran ayuda para mi generación, porque nos ayudó a reflexionar profundamente sobre las relaciones contrapuestas del Estado boliviano y los ayllus del Norte de Potosí. Platt se pregunta: el Estado republicano, controlado por mestizos y criollos, ¿cómo actuó contra los indios y campesinos? ¿Cuáles fueron las relaciones políticas entre representantes del Estado y los kurakas de los ayllus? Nos ilustra, con mucho detalle, cómo los mercados locales pujantes de los ayllus fueron derrotados por las políticas liberales de las élites políticas del país, a fines del siglo XIX.

La obra citada tuvo otro gran impacto, colocar a la comunidad internacional, entre la insurgente academia de los andinistas, como también el movimiento indígena campesino, sobre el ayllu como la otra sociedad, a pesar de la derrota de fines del siglo XIX, pero estaba muy viva y en resistencia en el presente.

En Estado boliviano y ayllu andino, Tristan inició una prolongada indagación de los documentos comunales, por ejemplo, de la familia del kuraka Carbajal. En 2018, Platt presentó su libro Defendiendo el techo fiscal. Curacas, ayllus y sindicatos en el gran ayllu Macha Norte Potosí, 1930-1994. Con un anexo del Catálogo del Archivo del curacazgo citado, trabajo apoyado por el historiador Gonzalo Molina. Tuve el honor de ser invitado por Tristan para comentar el libro. La investigación nos aproxima al ejercicio de la autoridad del kuraca del ayllu Macha Alasaya, Agustín Carbajal y familia. Hay un gran tema que nos plantea Tristan, la importancia de los documentos escritos por los ayllus, en este caso de Macha Alasaya. Platt cuestiona la idea de que los ayllus y comunidades andinas estén asentadas solo en el conocimiento de la oralidad. Según Tristan, el conocimiento de los pueblos andinos no solo está en la oralidad, sino también en la producción escrita, en los documentos fabricados por ellos mismos.

Esta es una de las razones del por qué los ayllus le han dado mucha importancia a los documentos coloniales y republicanos. Porque les sirvió y aún les sirve para una mejor defensa de las tierras comunales. Para Platt, los documentos son constitutivos como sentimientos de pertenencia e identidad cultural. Esto explica el por qué Agustín Carbajal y su familia guardan celosamente los documentos comunales del pago del impuesto territorial al Estado boliviano. Para Tristan Platt, los documentos de la familia Carbajal fueron y son un archivo vivo, con fronteras permeables y abiertas a la sociedad. Los ayllus desarrollaron su propia historia, produciendo narrativas escritas e interpretativas de la historia.

Otro de los temas que nos tocó conversar largamente y en diferentes encuentros fue la comparación de los movimientos comunales en el Norte de Potosí con el de los caciques apoderados, encabezados por Santos Marka T’ula, entre 1912 y 1952.

Según Tristan, hay tres proyectos indígenas entre los años citados: a) El movimiento de los caciques apoderados, encabezados por Santos Marka T’ula, que pedían revisión general de límites o deslinde administrativo para las tierras comunales; b) los alcaldes mayores particulares, ligados a la iglesia evangélica de la Fe Bahai, que pedían la “ley de indios”; y c) el proyecto del kuraka Agustín Carbajal, que es una relación de Ayllu y Estado, mediante el pago de la contribución territorial. Fue y es una negociación, lo cual permitió proteger la autonomía relativa de los ayllus.

Tristan, extrañaremos reunirnos en cada visita a Chuqiyapu marka y comer unas salteñitas… Jach’a jilata, wiñay markamaruwa sarawayxtaxa. Yatxatawinakamaxa, lup’iwinakamaxa qhanaskakiniwa aka Qullasuy markana. Jallalla!!!

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo. 

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Apostar por otro modelo de censo

/ 31 de marzo de 2024 / 00:31

Pasado el Censo 2024, se hacen varias evaluaciones entre los más entusiastas y los escépticos. Pretendo apartarme de esas líneas. Se ha escuchado clamar una frase que sintetiza el espíritu efectuado: “el modelo censal está en los estándares internacionales”. En alguna medida sirvió y ojalá no sirva hacia adelante para taparnos la boca, porque “lo internacional” suena a “ciencia- exactitud” y, por lo tanto, incuestionable. En el fondo fue la opción teórica foránea para encajarnos a nuestra realidad y no a la inversa, como debería ser hacia adelante.

En esta línea de diseño censal se ha cuestionado el acarreo de los pobladores a sus lugares de origen. Se acusa a alcaldes y gobiernos municipales de ser los principales impulsores. ¿Qué ocasionará censarse en los lugares de origen? ¿La duplicación de los habitantes en un determinado municipio? ¿Mostrar que se vive en dos o más lugares diferentes? Con la lógica del “monositio” aplicado, era muy sencillo detectar esta arbitrariedad, incluir para el censado/a el número de carnet de identidad. Con esta operación, se habrían eliminado los datos redoblados. Pero no queremos ver la forma de cómo vivimos, “en aquí y allá”, las formas de residencia en diferentes lugares.

Lo más grave, se conjeturó que la población que se transportó “no piensa” y que actuó según las circunstancias, e incluso obligados/as. Qué falta de respeto a las decisiones muy bien meditadas. Otro desvarío: se pretende sancionar con una ley a los culpables con penas de cárcel.

Quiero enfocarme en la experiencia de los pobladores de la región andina, hoy diseminados en todo el país e incluso en el exterior. Antaño, había toda una estrategia económica y poblacional. En las ciencias sociales y humanísticas se conoce como “el control de pisos ecológicos”, estudiado por John Murra y Ramiro Condarco, entre otros/as. Esta táctica supuso que las familias accedan a varios espacios ecológicos. Por ejemplo, los pobladores aymaras, quechuas e incluso los urus, tenían otro pedazo de tierras en los valles e incluso en la costa. Esto permitió que cuando había sequias extremas o inundaciones, tengan productos garantizados en algún espacio geográfico sembrado y que no haya escasez de alimentos. Esta práctica se mantuvo hasta la reforma agraria de 1953. Precisamente esta ley prohibió la tenencia de tierras en dos lugares, gran atentado a una forma de vida ancestral organizada y probada su utilidad a lo largo de muchos años.

En otras palabras, entre los aymaras, los quechuas y los urus hay toda una experiencia de la “doble residencia” o multiresidencia, que no contempló el Censo 2024. A pesar del no reconocimiento, en los hechos aún se practica y lo que se hizo con el “acarreo” es parte de esa política local, comunal. Hoy, “los residentes” que habitan en las ciudades también se abastecen con la provisión de alimentos de esos lugares ancestrales y que les ha permitido no llegar a la extrema pobreza. ¿Hasta cuándo el Estado boliviano va a desconocer esta experiencia antiquísima y útil?

Otro hecho cuestionable es que como ciudadanos costemos un monto de dinero. Es decir, el ser humano es igual a dinero. Recuerdo que esta política neoliberal se masificó con el gonismo MNRista y sus afines, que impusieron “la participación popular”, por la que un número de habitantes determinaba cuánto de presupuesto tenían los gobiernos subnacionales. Lamentablemente, la Asamblea Constituyente (2006-2008) mantuvo ese espíritu de que la población es igual a dinero. Urge cambiar esa lógica capitalista impregnada en la Constitución de 2009.

Otro hecho impugnable es que todavía se hable del cambio del número de representantes parlamentarios, según el número de habitantes, una vez conocidas las cifras finales. Que la representación política pase por el filtro poblacional. Si el espíritu del Estado plurinacional es la hermandad, la comunidad, la convivencia intercultural como hermanos/ as y que todos somos iguales. Lo más lógico es que cada departamento tenga un número fijo de representantes políticos.

Lo más lamentable, ya se hacen conjeturas de que un determinado departamento podría subir o bajar sus representantes políticos. No se puede seguir pensando con esta lógica de mayorías y minorías. Incluso aquí hay otro tema: ¿Por qué no aplicar un sistema de rotación para la sede de gobierno en cada departamento? Sabemos que para varios aspectos mencionados hay que modificar la Constitución. Creo que urge hacerlo, pues el Estado Plurinacional tendrá más sentido sin el espíritu capitalista. Sinsu, jakhuña, qawqhanitansa, khititansa sasaw jiskt’apjistu ¿ janicha? ¿Kunatsa sarapxta jakhuyasiri, achachil uraqinakasaru? sasaw sapxistu.

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo. 

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¿Otra ciudad o insistimos en parchar lo que hay?

/ 17 de marzo de 2024 / 00:12

Las recientes emergencias en la ciudad de La Paz por las lluvias torrenciales, que ocasionaron que varios ríos se desbordaran de su cauce, sobre todo en la zona Sur, aunque también ocurrieron en la ciudad de El Alto y otros departamentos, nos hace preguntar: ¿cómo afrontarlas de una mejor manera a futuro?

Más allá de atender lo inmediato a través de la declaratoria de “situación de emergencia y alerta roja”, la gran pregunta es: ¿seguimos apostando por una ciudad construida bajo los parámetros occidentales, sin ninguna planificación y menos pensada hacia el futuro?

Hay que recordar que la ciudad de La Paz se erigió sobre otra ciudad antigua denominada Chuqiyapu marka. La Paz, como ciudad fue pensada para un puñado de “ciudadanos” que querían un fortín para que no ingresasen los indios y otros indeseables. La zona Sur imitó en alguna medida este espíritu exclusivista. Aún se dice “que vivir en la zona Sur es estar lejos de las movilizaciones, los bloqueos y el acecho de los indios/ as”. Aunque en algunos sectores de la zona Sur hay habitantes aymaras, quechuas… Pero por el espíritu especial (clasista, racista, etc.) hay barrios muy privativos, aunque no son los únicos en el país, por ejemplo en Santa Cruz, algunos “condominios” tienen similares características.

Desde 2016, la ciudad de La Paz vive con dos climas extremos y creo que será una constante y no sabemos por cuánto tiempo. Es decir, la sequía extrema y el exceso de lluvias como de este año. ¿Qué hacer frente a esta dicotomía que fue invariable en los Andes ancestrales? Creo que nunca será tarde para construir otra ciudad, que supondría tomar en cuenta las experiencias de los pueblos ancestrales, como la estrecha relación con la naturaleza, el respeto a las cuencas, a las wak’as, etc. Pero también apostar por casas que no sean edificios ni tampoco chalets, sino moradas que brinden seguridad, que tengan patio, por supuesto dotadas de los servicios básicos que hoy se exige para vivir dignamente.

Por la experiencia ancestral, no es casual que varias denominaciones de los ríos que hoy están desbordados denotan sus características. Por ejemplo, Urqujawira, hoy castellanizado como Orkojahuira, que significa “el río macho o el gran río macho”. Como también Irpawi, hoy también castellanizado como Irpavi, que significa “el río que lleva la mayor torrentera”. Este último, hace pocos días hizo estragos a su paso, mostrando por qué se llama así. Los habitantes actuales, ¿alguna vez se preguntaron por qué se denominan así los ríos o los lugares donde habitan? Aquí es clave saber sobre los topónimos en aymara y quechua, que es la orientación básica; pero creo que hoy es echado de menos.

Hoy, “las casitas bonitas” o “los chaletitos” de la clase acaudalada en Achumani, Mallasa… y otros sectores de la zona Sur se han devaluado. ¿Alguien querrá arriesgarse en el futuro, comprando casas o construyendo por estos lugares que son amenazados por el gran desborde de los ríos?

Sin lugar a dudas hay grandes culpables para esta gran tragedia que se vive y que podría ser constante. Por un lado, está el Estado en sus diferentes niveles, sea municipal, la Gobernación, por permitir que se construyan casas, edificios en lugares poco aptos para ello, pero también la empresa privada inmobiliaria o vendedores de terrenos que salen a flote permanentemente con propagandas y lo único que han realizado es aplanar los cerros (varios fueron wak’as) y cubrir los cauces de los ríos. Pero también están los “loteadores”, que han intervenido con acciones similares a las citadas. Más el ciudadano necesitado de tener un lugar para habitar, quedó obnubilado de vivir en los supuestos “lugares residenciales”, a pesar del riesgo que significa habitar en lugares cercanos a los ríos o debajo de los cerros.

¿Se seguirá apostando por construir más edificios atiborrados de gente y sin ninguna garantía de una vida digna? No sería ninguna novedad que los empresarios de las viviendas lancen la propaganda: “desde los edificios veremos tragedias, como las ocurridas en Irpavi y Mallasa…”

¿Cómo apostar y construir otra ciudad que no solo nos cobije, sino que nos dé seguridad y nos permita interactuar con la naturaleza respetándola? Esta política de pensar en otra ciudad, no pasa porque tengamos buenos gaviones, cementos que soporten todo, sino respetando los cauces naturales de los ríos… que supondrá una relación especial con el agua, los ríos, las grandes torrenteras, etc. Jichhurunakanxa jiskt’asiñasawa, ¿kunjamsa akat qhiparuxa suma jakasnxa, utjasna?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo. 

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