Impresiones de Gaza
La Franja es un océano de cemento, donde el ingenio compite con la escasez de bienes esenciales
Necesitaría uno cientos de páginas para detallar las impresiones que producen las escenas de la vida cotidiana en Gaza. La Franja es un océano de cemento, donde el ingenio compite constantemente con el racionamiento y la escasez de bienes esenciales. El sufrimiento es parte de la vida cotidiana y los sueños perviven a duras penas.
De ocho horas, los cortes eléctricos han pasado a 12 horas. Muchas familias pasan sus noches a oscuras porque no pueden comprar el fuel necesario para poner en marcha los generadores, si es que los tienen. Los niños, muchos días, no pueden hacer sus deberes hasta la medianoche. Si no pueden cocinar, simplemente comen pan.
Son constantes, en el horizonte urbano de Gaza, las construcciones con vigas al aire en el último piso. Son una garantía de que si se quiere ampliar el edificio, se podrá hacer. Y si Gaza crece, lo hará en vertical, porque en horizontal ya no puede: son 1,8 millones de personas en 360 kilómetros cuadrados.
Muchas viviendas se dejan así, con cemento, sin pintar, un testamento a lo transitorio que es todo en Gaza, pues cualquier casa puede quedar pronto como la de abajo. Edificios destrozados los hay a centenares, repletos de agujeros y huecos en la fachada. Pocos gazatíes se pueden permitir el lujo de comprar carburantes a precio israelí. Las gasolineras languidecen vacías. De los seis surtidores que existen sólo funciona uno. Los que vienen a comprar lo hacen para rellenar pequeñas botellas para sus generadores, nada de llenar el depósito.
En las calles de Gaza huele a gas. Y el olor proviene no de las casas, sino de los coches. Es toda una obra de ingeniería: los gazatíes han instalado en sus coches sistemas para que se alimenten de la combustión del gas que se vende en bombonas. Un conductor con el que conversé en mi último viaje estima que un 50% de los automóviles de la Franja tiene este sistema, algo imposible de confirmar.
El problema: el cierre de los túneles de contrabando a Egipto. Había más de mil. El Ejército egipcio los ha destrozado en su inmensa mayoría en los pasados meses.
Por ellos entraba la gasolina a precio de saldo egipcio. También bombonas de gas. Se empleaban incluso para introducir motocicletas y comida rápida a la Franja. Ni siquiera el mar, que en tantas costas suscita un sentimiento de inmensidad y libertad, ofrece esperanza a los gazatíes. Israel sólo permite a los barcos de pesca fanear a seis millas. Es, en el fondo, como otro muro.