Desigualdad y eficiencia
El mayor riesgo mundial en 2014 es la creciente brecha entre ricos y pobres
Se ha tendido en los manuales de economía a separar entre eficiencia y equidad, como si fueran dos problemas que no interactúan entre sí. Este enfoque se formalizó con la definición de economía por Lionel Robbins, en plena crisis mundial de 1929, como ciencia de la escasez de recursos y, por lo tanto, como un problema de asignación “eficiente” a través del mercado. Considera la economía como “ciencia positiva” y todo lo concerniente a implicaciones en la desigualdad entra al campo de “lo normativo” y no en el ámbito propio de la economía.
Cualquier otro enfoque se consideraba político, marxista o social, olvidándose que los clásicos de la economía, en especial David Ricardo, se preocupaban de cómo se distribuye el producto social entre las clases o agentes que participan en su producción y distribución. Así decía textualmente: “Determinar las leyes que gobiernan esta distribución es el principal problema de la Economía Política” (Ricardo, 1819, pg. 5).
Sin embargo, ha tenido que salir el informe del Foro Económico Mundial Global Risk 2014 para reconocer que el mayor riesgo mundial en 2014 es la creciente brecha entre ricos y pobres. Este tema no aparece posicionado en los informes de los organismos internacionales llamados a hacerlo, como el FMI, el Banco Mundial y el BID. No obstante, en su clasificación de los 31 riesgos mundiales que comprende cinco categorías, considera a la disparidad en los ingresos dentro del grupo de los riesgos “societales” que provocan inestabilidad social; mientras que en los riesgos económicos están la crisis fiscal y el desempleo y subempleo.
Muy relacionado con lo anterior está el informe Gobernar para las elites de Oxfam, que señala que casi la mitad de la riqueza mundial está en manos de solo el 1% de la población, siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años y el 1% más rico de la población ha aumentado su participación en la renta entre 1980-2012.
Uno podría pensar que la crisis financiera mundial habría afectado a los más ricos, que también lloran, pero resulta que si bien el porcentaje de riqueza en manos de los más ricos descendió temporalmente, se recuperó y aumentó rápidamente. Así, en EEUU el 1% más rico, que posee el 42% de todos los instrumentos financieros, ha acaparado el 95% del crecimiento posterior a la crisis financiera, mientras que el 90% con menos recursos se empobreció: ¿a quiénes beneficiaron las políticas de rescate de los bancos centrales y el creciente déficit fiscal considerado el riesgo de mayor impacto?
Esta tendencia hacia la mayor desigualdad en los ingresos ha llevado a Paul Krugman, premio Nobel de Economía, a adoptar el término “la gran divergencia”. Adicionalmente, hay toda una corriente de investigación en la economía, iniciada a principios de este siglo por los profesores Thomas Piketty y Emmanuel Saez sobre la evolución histórica y reciente, así como sus implicaciones de política de esta alta concentración del ingreso, encontrando que en los últimos 30 años en EEUU el 1% duplicó su participación en el ingreso total de 10% a 20%. Concluyen que la tendencia hacia la alta concentración del ingreso ha aumentado las preocupaciones sobre equidad y eficiencia, y que incluso esta tendencia pudo haber exacerbado la fragilidad financiera, imponiendo altos costos en el bienestar por supuesto a los más pobres.