Totora Marka presente
No hay duda, las autonomías indígena originario campesinas (AIOC) llegaron para quedarse.
Momentos. El jueves, con escasa visibilidad mediática (como ocurre con todo lo esencial-no-conflictivo), se produjo en la ciudad de Sucre un hecho fundamental para la plurinacionalidad del Estado boliviano. Ese día las autoridades de Totora Marka recibieron la declaración de constitucionalidad (plena) de su estatuto de autonomía indígena originario campesina (AIOC). Se inició así una nueva fase en el largo camino de la libre determinación y el autogobierno. Las AIOC llegaron para quedarse.
Lograr este hito en las autonomías indígenas no ha sido fácil. Para empezar, las totoreñas y los totoreños tuvieron que aprobar mayoritariamente en referendo, hace más de cinco años, la decisión de abandonar el municipalismo a fin de autogobernarse según normas y procedimientos propios. Luego vino el prolongado recorrido/experiencia del proceso estatuyente, cuyo resultado es un estatuto que, a modo de “mini-Constitución”, regirá esta futura autonomía originaria sustentada en la cosmovisión andina.
Hubo que esperar asimismo —con creciente inquietud, con no poca (im)paciencia— los dilatados plazos del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), que siguió su propio camino de aprendizaje. No es un dato menor que el TCP haya demorado 17 meses, nada menos, para resolver la constitucionalidad de un estatuto. Hasta que finalmente abrió el candado que, contra reloj, sitúa hoy a la precursora Totora Marka ante el desafío de ejercer su libre determinación. Pero aún faltan algunos importantes pasos.
Como si no bastase un referendo y la venia constitucional para viabilizar el derecho al autogobierno reconocido en la Constitución, la norma autonómica establece la necesidad de otro referendo para aprobar el estatuto. Es el siguiente reto de las comunidades y ayllus de Totora Marka. Y ahora toca enfrentar los ritmos institucionales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que, sin más demora, debiera organizar la consulta para mayo próximo o, en el plan B, junto a las elecciones generales de octubre.
Claro que ese nuevo referendo, además de presupuesto, requiere al menos la definición de algunas bases normativas que garanticen la transición del actual gobierno municipal al nuevo autogobierno indígena. Estamos así en cancha de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) de cuyas dinámicas y tiempos dependerá también que en abril de 2015, mientras en los municipios se vote para elegir alcaldes y concejales, las autoridades originarias de Totora Marka asuman formalmente el mando de la autonomía.
La libre determinación indígena originario campesina como esencia del Estado plurinacional con autonomías está detonando la puerta. ¿Qué significa para nuestro proceso de refundación estatal que Totora Marka de la nación originaria Suyu Jach’a Karangas se autogobierne con arreglo a las cuatro dimensiones de la Jach’a Qhana (constelación del Sur): Ajayu (querer), Yatiña (saber), Luraña (hacer) y Atiña (poder), y no según el molde impuesto por la institucionalidad/tradición occidental republicana?
Claro que la autonomía originaria de Totora Marka no es una excepción. Quizás haya que asumirla/celebrarla, más bien, como el simbólico anticipo de una avalancha (pos)constituyente que, desde abajo, pese a contradictorias murallas, dará cuenta de la realización de lo plurinacional en Bolivia. Y es que ahí cerquita, vigoroso, está el futuro autogobierno indígena guaraní de Charagua. Y le siguen, como indetenible lista de espera, las autonomías de Pampa Aullagas, Mojocoya, Uru Chipaya, Raqaypampa…
Procesos. El pasado jueves, con altísima densidad histórica (como ocurre con todo lo esencial-no-mediatizado), se produjo en la ciudad de Sucre un hecho fundamental para la plurinacionalidad del Estado boliviano. Ese día fue derrotado el antepenúltimo escollo para el ejercicio constitucionalizado de la libre determinación y el autogobierno indígena originario campesino. No hay duda: las AIOC llegaron para quedarse.