Decadencia judicial
Ciertamente el desempeño del Órgano Judicial en Bolivia nunca ha sido ejemplar
El desempeño del Órgano Judicial en Bolivia nunca ha sido ejemplar, de allí la recomendación de que, en el país, un mal acuerdo es mejor que un buen juicio. El propio Presidente expresó recientemente su insatisfacción por el nulo cambio que ha habido en el sistema judicial luego de la elección popular de los magistrados; posición compartida por la nueva Ministra de Justicia.
Para mayor desprestigio del sistema judicial, desde hace unos días la ciudadanía está viendo el vergonzoso desarrollo de la historia de renuncias y arrepentimientos en el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), historia más propia del guión de una mala telenovela que del devenir de una de las instituciones más importantes del Estado boliviano.
Voces del oficialismo y de la oposición se han pronunciado sobre el particular, algunas de ellas exhortando a que los magistrados dejen de lado sus apetitos personales y sus pugnas de poder y se pongan a trabajar; otras en sentido de que renuncien todos los miembros del TCP para dar paso a una renovación total. Incluso se han escuchado voces que sugieren que el próximo cambio en la justicia boliviana será diseñado en una gran cumbre.
El Órgano Judicial, al igual que cualquier otra instancia de gobierno, es un espacio de poder. En la medida en la que las normas y procedimientos dejen espacio para las pugnas de liderazgo, es natural e incluso saludable que existan reacomodos de poder. Lo deseable es que estos espacios estén relativamente acotados.
En el caso particular del TCP, claramente se puede ver que la crisis ha sido originada por la falta de capacidades particulares de conducción.
La sugerencia de dejar vacío al TCP tiene grandes complicaciones, puesto que implica dejar un vacío en una entidad que está en crisis, pero que de todos modos tiene una función y desempeña acciones cotidianas para la marcha institucional del país.
Finalmente, sobre los llamados a las cumbres sociales, se puede decir que son mecanismos que motivan la participación de amplios sectores de la población para la toma de decisiones que afectan a todos los ciudadanos. Varias cumbres con diversas temáticas han sido ya organizadas y realizadas con amplia participación de los movimientos sociales, todas ellas de importancia para el país en su conjunto. En este sentido, cabe preguntarse si una nueva cumbre no será percibida como un ejercicio rutinario de discusión más que como un espacio de propuesta y debate nacional.
Este es, pues, un desafío que exige una estrategia similar a la del ajedrez: la próxima movida debe ser encarada pensando en, al menos, la dos o tres siguientes opciones. La inercia actual no es una opción. Será deseable una propuesta completa que salga de las autoridades competentes, para que luego sea recién validada en una cumbre. La ciudadanía espera respuestas.