Fortalecer lazos con Perú y Brasil
El fortalecimiento de los lazos diplomáticos debe partir por comisiones que aborden los temas conflictivos.
Es imperioso que Bolivia desarrolle un plan de fortalecimiento de lazos diplomáticos con el Perú y con Brasil. Las razones son obvias, con ambos países tenemos un fuerte intercambio económico y comercial, además, las fronteras comunes más extensas y por cierto una larga historia de construcción de agendas positivas.
Con el Perú tenemos un intercambio que supera los $us 1.000 millones si sumamos exportaciones e importaciones recíprocas. Al Brasil le vendemos gas natural con una facturación anual que en 2013 superó los $us 6.000 millones. Los datos lo dicen todo, son los dos países vecinos con quienes Bolivia tiene mayor relación económica, lo cual debe permitirnos dar saltos cualitativos en la relación política, cultural y por supuesto en la integración.
La extensa frontera común que tenemos con ambos Estados debe dar lugar a generar ambiciosos planes de integración fronteriza. Proyectos conjuntos en el altiplano y la amazonía. Las ciudades o pueblos fronterizos deben ser los puntos focales para iniciar estos espacios, Desaguadero, Copacabana, Cobija, Guayaramerín, Puerto Suárez, entre otros. Ello implica también fortalecer los controles, dado que existen graves problemas por tráficos ilícitos: migraciones ilegales de uno y otro lado de la frontera común, tráfico de sustancias prohibidas, tráfico de armas y hasta tráfico de personas. Pero precisamente el fortalecimiento de lazos diplomáticos debe partir por organizar comisiones bi o trinacionales que aborden los temas conflictivos y apunten a su contención o mitigación.
Uno de los temas más relevantes que une a los tres países es el futuro de los corredores bioceánicos que conectarán el Atlántico con el Pacífico, y donde Bolivia juega un papel clave debido a su posición geográfica. De concretarse en un corto plazo la apertura de un corredor ferroviario o carretero, el intercambio comercial crecerá mucho más y los gobiernos deben prepararse adecuadamente para asumir los desafíos que ello implica.
Es por tanto impostergable normalizar las relaciones diplomáticas con la República Federativa de Brasil y retomar los contactos a nivel presidencial que fueron muy comunes desde 2006 a 2010 entre los presidentes Evo Morales y Lula da Silva. El affaire Pinto indispuso seriamente la relación bilateral al punto que Itamaraty no ha colocado aún a su embajador en Bolivia, asunto que debe ser superado con una gestión —reitero— impostergable.
En el caso de Perú, ha llamado la atención la interrupción de la reunión bilateral entre los jefes de Estado prevista para fines de febrero. La cita se ha postergado sin fecha y en mi criterio urge reponerla, pues deben abordarse varios temas de gran importancia, entre ellos los Acuerdos de Ilo (no ratificados aún por el Congreso peruano).
La visión debe ser siempre constructiva, con el fin de limar cualquier aspereza y apuntar a los grandes objetivos que siempre han unido a Bolivia con sus vecinos, y más aún con quienes tiene frontera común. El caso de Perú y Brasil requiere atención prioritaria, máxime si este año Bolivia presentará su demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia y requerirá por tanto mantener informados a todos los países de
Unasur, los más directamente involucrados con el destino del reclamo boliviano por retornar con soberanía al Pacífico.
Perú y Brasil siempre han sido Estados muy atentos al desarrollo de nuestra política exterior, y los pasos que Bolivia vaya a dar en lo sucesivo para conseguir que otro país vecino como es Chile negocie de buena fe para otorgarnos un acceso al mar va a requerir también del acompañamiento de todos los Estados suramericanos.