Wara
Con tanta estética, no entiendo cómo les negamos ese Premio Nacional que tanto se lo merecen
Este fin de semana un concierto era, para paceñas y paceños de prosapia, cita inexcusable: Wara 41 aniversario. Los fundadores, Dante Uzquiano, Carlos Daza y Omar León, acompañados por Nico Suárez, por Rolando (hermano de Carlos) y todos los nuevos miembros del grupo, rememoraron esa epopeya musical que comenzó el año 1973 con el disco El Inca, una verdadera obra de transgresión estética y de premonitoria visión política.
Wara comenzó en las épocas más tristes de nuestra historia política y cuando el planeta reventaba con el mejor rock de todos los tiempos. En esos años de censura militar y troglodita nos llegaban, a cuentagotas, vinilos de las bandas más emblemáticas que ahora son la envidia de nuestros hijos. En medio de ese maremágnum, de gran música anglosajona, un día nos sorprendimos con un LP de una banda con nombre en aymara, que recuperaba en su diseño imágenes tiwanakotas, con el subtítulo de “Música Progresiva Boliviana” y comenzó el embrujo a una generación que hasta el día de hoy no termina de reponerse de tal encantamiento.
Mientras los escuchaba en el “Equi”, sentí, con particular intensidad, las emociones que siempre me proyectan: por una parte, evocaciones, entrañables y auténticas de nuestra ciudad y su cultura, y por otra, memorias generacionales. Recordaba el concierto inaugural de su disco Maya (en el Teatro Municipal a mediados de los 70), cuando de la penumbra emergieron unas figuras emponchadas que al son de vientos ancestrales y recios bombos comenzaron a interpretar el tema Altiplano y, sin más, nos volaron la cabeza a todos. Esa noche, que ya es mito, comprendimos que en los Andes era posible una fusión rock-folk, que era posible una música contemporánea como arte local y universal; esa noche la estrella iluminó una senda para el arte boliviano: “todo ha de ser encontrado”.
Pero Wara siguió renovando procesos. Pasaron de fusiones con raigambre ancestral a la música popular criolla marcando la importancia de entender la vitalidad del mundo rural y del espacio urbano interpretando musicalmente nuestros procesos culturales en la migración campo-ciudad. Nos regalaron temas como Collita (la reunión de un autor cochabambino, con ritmo de taquirari cruceño e interpretado por un grupo colla) y la morenada Illimani, obras tan potentes que pusieron a debatir vehementemente a todo un Concejo Municipal.
Para nuestra felicidad, Wara será una estrella luminosa y atemporal “que te ha de guiar”. Y es tan nítida esa travesía que su último trabajo tiene como título Wara te cuenta la historia. Y vaya que lo hacen. Son 40 años que van cantando la historia de nuestra sociedad, con tanta ética y estética, que no entiendo cómo les negamos ese Premio Nacional que tanto se lo merecen.