La propuesta Kellog, EEUU y el mar
Bolivia no debería descuidar la presencia de la diplomacia chilena en Washington
Chile y Perú no habían definido la suerte de Tacna y Arica, cuestión pendiente desde que se firmara el Tratado de Ancón (1883) posterior a la Guerra del Pacífico. Dicho tratado contemplaba un plebiscito en las provincias mencionadas, de modo que los habitantes se pronunciaran y decidieran por mayoría si deseaban pertenecer a uno u otro país.
Bolivia mantuvo no solo una vivaz expectativa con relación a la posibilidad de conseguir su retorno al Pacífico, sino que desplegó una fuerte ofensiva diplomática para que su reclamo (justo y justificado) sea escuchado por los otros dos Estados. Además, Chile había prometido en varias ocasiones que resolvería el enclaustramiento boliviano a través de una salida “al norte”, esto es por una de las dos provincias en disputa.
El país acudió en 1920 a la Sociedad de las Naciones, organismo creado después de la I Guerra Mundial y predecesor de las Naciones Unidas, para amplificar su demanda. Chile, por medio de su representante, declaró que su país estaba dispuesto a entablar una negociación directa con Bolivia. En ese contexto, Perú solicitó el arbitraje de Estados Unidos para zanjar el tema de Tacna y Arica, mientras que Chile prefería llevar a cabo el plebiscito que disponía el Tratado de Ancón. En 1922, Perú y Chile aceptaron someter la cuestión al arbitraje de EEUU. El presidente boliviano Bautista Saavedra insistió en que Bolivia sea escuchada en sus derechos conculcados.
La gestión de EEUU fue compleja y difícil. El presidente árbitro consideró que lo mejor era someter la cuestión al plebiscito, pero tal decisión no cuajaba en el ánimo peruano. Fue en dicho escenario que el secretario de Estado Frank B. Kellog (1926) planteó la ya célebre propuesta consistente en sugerir a Perú y Chile “la conveniencia de un sacrificio mutuo” por el cual declare a Tacna y Arica como un Estado neutral, o en su caso, sean transferidas a Bolivia, designado como un “tercer Estado que no es parte en estas negociaciones”.
A partir de tal propuesta el ritmo de las diplomacias (normalmente de paso cansino) se aceleró. Perú no aceptó en inicio la propuesta aunque luego barajó alternativas. Chile analizó internamente la propuesta. A su vez Bolivia, por intermedio del presidente Hernando Siles, solicitó integrarse a las negociaciones en curso que tenían lugar en Washington e insistió en que EEUU y su influencia debían permitir resolver la cuestión del Pacífico y reparar la mutilación marítima que el país había sufrido en la guerra del Pacífico. El colofón sin embargo fue otro: Perú y Chile se apartaron de la propuesta Kellog y de toda sugestión norteamericana y prefirieron resolver la cuestión de Tacna y Arica mediante negociaciones directas. Tacna quedó en Perú y Arica pasó a Chile sin que Bolivia haya obtenido su ansiada solución al enclaustramiento.
Quien mejor refleja todas las circunstancias que rodearon la intervención de EEUU en el problema marítimo y en especial la propuesta de Franz B. Kellog es el diplomático y exvicecanciller boliviano Jorge Gumucio Granier en su libro Estados Unidos y el mar boliviano. En dicha obra el autor se ocupa también de varios otros momentos en los que la diplomacia estadounidense tuvo “una activa relación con el problema marítimo de Bolivia” y donde destaca la postura de Washington relativa a que la cuestión boliviana es de interés hemisférico (así calificada además por la Organización de Estados Americanos desde 1976).
Hoy en día EEUU continúa ejerciendo influencia sobre el hemisferio, aunque ciertamente con mucho menos poder de convencimiento en un mundo que camina hacia la multipolaridad. Bolivia no debe descuidar la presencia de la diplomacia chilena en Washington. El agente de Chile en el actual litigio en La Haya, Felipe Bulnes, fue también embajador de su país en EEUU. En mi opinión, Bolivia debe designar a su embajador en Washington y normalizar la relación diplomática.