Llega el estímulo a la eurozona
Los inversionistas podrían liquidar sus posiciones en euros y buscar alternativas más rentables
Como era esperado por los mercados e inversionistas, el 22 de enero el Banco Central Europeo (BCE) anunció la medida de adquirir mensualmente 60.000 millones de euros (aproximadamente 70.000 millones de dólares) en activos que incluyen deuda soberana emitida por los países que conforman la eurozona, deuda emitida por instituciones europeas y bonos del sector privado. Dicha medida se implementará a partir de marzo y se extendería, en principio, hasta septiembre de 2016, siempre que la tasa de inflación anualizada en la eurozona se acerque al objetivo del 2%; de no ser el caso, la vigencia de la medida podría ampliarse.
Esta medida, denominada flexibilización cuantitativa (que fue implementada hasta octubre de 2014 por el banco central estadounidense), consiste en imprimir euros para adquirir los activos mencionados a fin de reducir las tasas de interés e inyectar liquidez, y con ello fomentar la inversión y el consumo en la eurozona.
El BCE se ha visto obligado a recurrir a la flexibilización cuantitativa debido a que la continua reducción de la tasa de interés de referencia, que durante 2014 se situó en niveles cercanos a cero (actualmente se encuentra en 0,05%), y las medidas implementadas para que la banca preste recursos al público y empresas no han impedido que la economía de la eurozona registre un crecimiento casi nulo, el desempleo se mantenga por encima del 11% y haya registrado a diciembre de 2014 una inflación anualizada negativa.
Un aspecto relevante de la medida a ser implementada es que el BCE y los bancos centrales de cada uno de los países que conformar la eurozona compartirán los riesgos asociados a los activos a ser adquiridos. En términos generales, el BCE adquirirá el 20% de los activos y los bancos centrales el 80%, debiendo cada banco central adquirir los bonos soberanos de su respectivo país. Esta forma de implementar la flexibilización cuantitativa obedece a que los riesgos asociados a cada uno de los 19 países que utilizan el euro son distintos (no es lo mismo el riesgo que representan los bonos soberanos de Alemania del que representan los de Grecia), por lo que en caso de una cesación de pagos de algún país, las demás naciones no tendrían que asumir esa carga (que sería el caso si el BCE adquiere el 100% de los activos), lo que obliga además a que cada país continúe aplicando las medidas que correspondan para afrontar sus particulares problemas económicos.
Como era de esperarse, el anuncio de la medida del BCE debilitó aún más el euro, aunque en la semana que termina se recuperó levemente. Sin embargo, la expectativa es que se continúe debilitando, ya que los inversionistas podrían liquidar sus posiciones en euros y buscar alternativas de inversión más rentables en otros mercados, efecto que también podría suceder con parte de la liquidez a ser inyectada como sucedió en Estados Unidos cuando la flexibilización cuantitativa fue aplicada.
En todo caso, un euro débil favorece a las exportaciones de la eurozona y contribuye al turismo, que es una fuente importante de ingresos para algunos de los países que la conforman. En contrapartida, para los países que exportan bienes a la eurozona y que son destinatarios de las remesas de los inmigrantes que allí trabajan o suelen recibir turistas europeos, el debilitamiento del euro no es una buena noticia, porque podría afectar negativamente a sus exportaciones y a los flujos de remesas y turistas.
Es analista económico y financiero.