Maldición de prohibir
La Inquisición lanzaba prohibiciones similares a la que acaba de emitir el Concejo Municipal de Oruro
Hoy se celebra una importante fiesta para el mundo católico. Los seguidores de esta religión del mundo la llaman Viernes Santo, y recuerdan la pasión de Jesucristo hace más de 2.000 años. Lamentablemente, esta celebración, legítima para quien es católico, es impuesta a una buena parte de la sociedad que no profesa esta creencia. Lo prueba una reciente ordenanza municipal de Oruro donde se prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en esta fecha y se exige a los medios de comunicación emitir una programación conveniente para la moral.
A todas luces eta resolución es anticonstitucional. Primero, porque cada quien tiene el derecho de beber cuando le dé la gana. Segundo, porque al vivir en un país laico, las festividades religiosas no pueden ser impuestas a nadie. Súmele a ello que en Bolivia rige la libertad de prensa y el derecho a la información tal como le parezca a los medios de comunicación, siempre y cuando se respete, por ejemplo, el horario de protección al menor. Es tan absurda dicha resolución municipal que lo que ellos consideran como moral puede no serlo para otro ciudadano. Y de ahí para adelante.
Este tipo de intolerancia no es nueva. En el pasado millones de personas murieron por pensar diferente. Y el catolicismo tiene una larga historia de intolerancia y de genocidios no solamente contra los indígenas y los judíos, sino también contra mujeres, homosexuales, protestantes y un largo etcétera.
La Inquisición lanzaba prohibiciones del tipo del Concejo Municipal de Oruro, y el resultado fue una época de intolerancia y de barbarie. A los católicos no les quita nada que individuos o grupos de personas que no profesan su religión actúen diferente a ellos. En cambio, los enaltecería mucho que fuesen tolerantes con el resto, respetando formas diferentes de pensar.
Imagínese qué pasaría si por ordenanza todos deben ch’allar. Algún cristiano diría que no es su creencia y que no pueden obligarlo a realizar un culto a la Pachamama. Imagínese qué pasaría si todos deberíamos adorar al Tío de la mina, etc. Sería inconcebible. Y los pachamamistas tienen el mismo derecho que tienen los católicos, ya que no hay creencias de primera y de segunda. Respetando al resto, nos respetamos a nosotros mismos, y es en esa tolerancia que debemos educar a nuestros hijos.