Cambio de previsión
Es evidente que las proyecciones inciden en el estado de ánimo de los agentes económicos
El FMI, en sus más recientes perspectivas de la economía mundial, ha revisado su previsión de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país para 2016, fijándolo en 3,8%, como directa consecuencia de la caída de los precios del gas que Bolivia exporta a los mercados de Brasil y Argentina, además de una menor cotización en los valores de los minerales.
Por otro lado, el Gobierno nacional ha ratificado que el crecimiento económico de la presente gestión será del 5%, como resultado de una política activa de inversión pública en infraestructura e industria, que sostendría la demanda interna como pilar dinamizador de la economía.
Más allá de que las previsiones de desempeño económico del FMI manifiesten por lo general una tendencia conservadora, o que las proyecciones del Ministerio de Economía puedan estar sobreestimadas, la cuestión radica en el tipo de mensajes que cada ente emite a la población (que le interesa esta temática), y qué tipo de decisiones tomará en cuanto a consumir, ahorrar o invertir, dado que una u otra cifra, además de cuantificar un posible nivel de ingreso y gasto futuro, también incide en el estado de ánimo de los agentes económicos.
Si el Ejecutivo logra que la economía alcance el 5% de crecimiento, materializando la inversión pública prevista para 2016 (con mayor endeudamiento), manteniendo el tipo de cambio estable y la inflación controlada, entonces esta señal positiva incentivará a que los agentes económicos consuman, inviertan y se endeuden. Por añadidura, la economía mantendrá su dinámica, y con ello quedará demostrada la efectividad del blindaje. En este escenario, el crecimiento del PIB nacional sería el mayor de la región; los más afortunados recibirían doble aguinaldo y la tranquilidad social en el país estaría garantizada.
Pero si el FMI acierta con el 3,8% de crecimiento del PIB boliviano para 2016, en los hechos esto significaría que la economía del país estaría atravesando un proceso de “enfriamiento”, y que no estaríamos totalmente blindados frente a los factores externos negativos. Algo que no es irrelevante, dado que las condiciones externas no van a cambiar en el plazo inmediato; de hecho es muy factible que en los próximos años la tendencia a la baja sea secular, y con ello, los agentes económicos tomarán recaudos asociados a la contracción de gasto e inversión. Aun así, el crecimiento económico de Bolivia ocuparía uno de los primeros lugares en la región; pero eso sí, no habría un segundo aguinaldo.
Al final son dos números mágicos que se materializarán hasta fin de gestión, y lo cierto hasta ahora es que los ingresos por venta de hidrocarburos y minerales se han reducido en casi 40% en lo que va del año, la mora está silenciosamente creciendo, el déficit fiscal será casi el doble que el anterior año y la gente anda más cauta en cuanto a sus finanzas.